Si algo caracteriza al socialista José Manuel Bar (Vigo, 1955) es la calma. Inspector de Educación en las Pitiusas y profesor, asegura que donde más ha disfrutado ha sido en las aulas. Y eso se nota. En sus respuestas no deja un cabo suelto y es difícil no entender lo que cuenta. Desde el pasado agosto, es el director general de Planificación y Gestión Educativa del Ministerio de Educación. Solo tiene palabras de agradecimiento para la ministra Pilar Alegría. Y no tanto porque haya confiado en él para este cargo sino porque le ha dado la oportunidad de trabajar en una etapa de la educación española en la que los cambios van a ser profundos. Algo que le entusiasma y que deja ver constantemente a lo largo de la entrevista.
—Es la primera vez que tiene un cargo político muy relacionado con su profesión. ¿Qué tal está siendo la experiencia?
—Dentro del ámbito de la educación siempre desarrollé trabajos técnicos, aparte de los docentes, que son los que me encantan. Las ideas políticas uno las tiene siempre. Pero, en la medida en que estaba trabajando en aspectos más técnicos de la educación, intentas ser aséptico. Cuando das una clase, no estás haciendo ideología. Ahora que se habla mucho del adoctrinamiento, el mayor adoctrinamiento que he vivido ha sido el de la censura. No el de las cosas que se dicen, sino de las cosas que se prohibe decir.
—Con todo lo que estamos viviendo por la pandemia, da la impresión de que una asignatura como Educación para la Ciudadanía sí que era necesaria.
—Sí. Hubo críticas furibundas contra esta asignatura pero, con las cosas que están pasando, sí que puedes decir que es importante educar a los ciudadanos en el ámbito de las relaciones democráticas, de la preocupación por la igualdad... Son cosas que echas en falta en la formación de los chavales. De manera transversal o de forma específica, Educación para la Ciudadanía es imprescindible. Se trata de conseguir que tengan aprecio por sus instituciones, que entiendan bien las reglas del juego democrático.
—La pandemia ha generado más desafección hacia las instituciones de la que ya había antes de marzo de 2020.
—Ahí nos salimos del ámbito puramente educativo. Desde la política se ha de hacer un esfuerzo por acercar las instituciones a las preocupaciones de los ciudadanos y potenciar su participación. Precisamente, una de las cosas que más me atrajo de este nuevo cargo fue el gran esfuerzo que la ministra entiende que hay que hacer por bajar el ministerio a las aulas. Ese esfuerzo de cercanía a mí me parece apasionante.
—¿Hay muchos lugares como España, donde tenemos 17 sistemas educativos diferentes?
—La descentralización está instaurada en países como Alemania o Irlanda. La autonomía en distintas escalas está vista por las grandes organizaciones internacionales como un factor de calidad porque adapta la educación a la realidad más concreta y más cercana de los alumnos. En este sentido, el recorrido que lleva el Estado de las Autonomías en España es un sistema que ha funcionado en general con éxito. Francia, que es un país más centralista, está ahora mismo realmente interesada por cómo lo estamos haciendo aquí con la educación. Creo que esta es la tendencia y es la que va a predominar en toda la UE.
—Usted es responsable del sistema nacional de becas. Buena parte de los universitarios de Ibiza han de salir fuera de la isla a estudiar. Y, aunque hay ayudas, estas no son muy elevadas. ¿No se plantean algún tipo de incremento?
—Las becas son una de las cosas de las que yo me siento más orgulloso. Seguiremos avanzando pero en los últimos cuatro años se han incrementado un 43 %. Suponen ahora mismo el 42 % del presupuesto de todo el Ministerio de Educación. Más de 2.000 millones de euros. Y con la convocatoria que se va a sacar para el curso 2022-2023, alcanzaremos la cifra de un millón de becados. La beca media está alrededor de los 2.500 euros. Hay que seguir avanzando, sí. Pero ha crecido mucho el número de becados y también el número de becas.
—¿No puede tener en cuenta el ministerio que los estudiantes de una serie de territorios del país necesitan más ayudas por su ubicación?
—Sí, pero una parte importante de las becas ya es para el transporte. Es verdad que no siempre es suficiente pero es una ayuda muy importante que está permitiendo que muchos estudiantes de Ibiza estudien fuera porque, de otra manera, no podrían hacerlo. Hay otras ayudas complementarias del Consell o ayuntamientos.
—Hombre, la de los 89 euros del Govern no creo que ayude mucho.
—La principal es la que da el Ministerio de Educación y está claro que muchos alumnos no podrían estudiar fuera sin esta beca.
—Usted pidió en noviembre ante la Unesco más inversión en Educación pero la verdad es que todos los gobiernos llegan prometiendo que lo harán y luego eso no sucede.
—Ahora está en el marco de la Agenda 2030 lograr invertir más, invertir mejor, seleccionar prioridades en las que se está invirtiendo y, sobre todo, invertir juntos. Y creo que es una consigna muy importante que todos los países europeos se pongan de acuerdo para invertir en determinadas prioridades en educación. Hay elementos que preocupan y sobre los que hay que trabajar como es la digitilización. No se tratar de invertir solo en que los aparatos lleguen a las aulas sino también en la formación digital. Vinculada a la Agenda 2030 está también la educación para cuidar el medio ambiente. Estamos en un momento de emergencia climática y esto hay que contemplarlo. Y hay temas como intentar que haya más mujeres en las carreras técnicas. Son temas con los que Europa tiene un compromiso.
—Cómo experto en educación, ¿qué opina de la gestión educativa del Govern?
—Por los datos que yo tengo, en este presupuesto se ha batido el récord. La inversión ha crecido muy sustancialmente y eso es una buena noticia. Esto se acompaña del esfuerzo legislativo que se está haciendo. Ahora mismo está a punto de aprobarse una nueva ley educativa. Son las dos caras de una misma moneda: más inversión y, además, establecer políticas educativas renovadas. Me llama la atención y valoro muy positivamente el esfuerzo de consenso y cohesión. A la ley se le está dando muchas vueltas para llegar al máximo acuerdo posible. Los gobiernos cambian pero la educación sigue y es importante que haya acuerdo entre todas las fuerzas políticas. Yo creo que el mundo educativo está cansado de tanta confrontación política y deberíamos intentar hacer un esfuerzo en cohesión y acuerdo en los temas principales. Luego cada gobierno puede introducir sus matices pero la educación necesita paz.
—Es difícil de entender que cada gobierno quiera hacer su propia ley educativa.
—A mí gustaría que hubiera más acuerdo y que las leyes tuviesen una aspiración de mayor duración. Yo he vuelto al Congreso y al Senado a presenciar debates sobre el mundo educativo y me llamó la atención que han perdido calidad y se han convertido en consignas y frases hechas. La oferta educativa que se hacía desde el Ministerio de Educación no tenía su contrapartida en argumentos educativos sino en otros de una simpleza extraordinaria. La cultura del esfuerzo debería empezar por los propios políticos. Por eso valoro también el esfuerzo de la ministra de tender la mano para el acuerdo. Ahora tenemos una oportunidad y hemos de aprovecharla.
—Usted conoce perfectamente bien el mundo educativo de las Pitiusas. ¿Cuáles son sus virtudes?
—Tiene muchas y es un sistema con sus peculiaridades. Tenemos una oferta educativa amplia que tendrá que seguir aumentando. Ahora se le va a dar mucha fuerza a la FP. También destacaría la calidad de los centros y de los equipos docentes. De esto podemos sacar pecho. Los resultados han mejorado mucho en los últimos años. Y otra cosa que a mí me llama la atención es el descenso del abandono escolar.
—¿Cómo se ha logrado?
—Hay muchos factores que influyen pero se ha hecho un gran esfuerzo inversor. Se han puesto programas específicos para alumnos con especial vulnerabilidad. Y se ha hecho una oferta educativa más atractiva. Hablamos de estudiantes que acaban la Secundaria y no lo completan con el Bachillerato o la FP.
—Hasta ahora eso lo facilitaba el hecho de que se podía encontrar trabajo muy rápido. Pero en una Ibiza que turísticamente va hacia una calidad muy alta, las empresas buscarán a trabajadores con más formación.
—El compromiso del empresariado con la nueva FP, que ahora completará su tramitación en el Senado, es esencial. Antes, en Ibiza o bien se requería poca formación o el empresario formaba él al trabajador. Creo que ahí ya vamos viendo un giro. La nueva FP tiene muchas ventajas pero una de ellas es la dualidad, que el alumno aprenderá en la empresa y en el centro educativo. Esto hará al empresariado mucho más corresponsable.
—¿Y cuáles son las debilidades de nuestro sistema educativo?
—Tenemos mucho alumnado no nativo y que va y viene. Hay mucha incorporación tardía y eso es difícil de gestionar. La diversidad que tenemos en las aulas es tremendamente educativa y nos da perspectivas de futuro. Es difícil gestionarla y el profesorado tiene que tener el apoyo correspondiente. Esto es común a todo el arco mediterráneo, aunque en lugares pequeños como Ibiza y Formentera, se nota más. De todos modos, yo prefiero verlo más como una oportunidad que como una debilidad siempre que haya medios.
—¿Qué piden los docentes para ello?
—Hay temas en los que se está haciendo un esfuerzo importante como el de intentar bajar las ratios. Cuando hablamos de esto, deberíamos referirnos más a alumnos profesor. Debemos ir hacia sistemas de codocencia,
Punto de vista
Nuevas formas para una nueva educación
José Manuel Bar defiende sistemas como el de la codocencia para mejorar los resultados de la educación en España. En un mundo cambiante, la educación no puede quedar al margen y se experimenta con nuevas fórmulas que logren sacar lo mejor de los alumnos. La presencia de más de un docente en el aula es una de ellas. «Hay que superar ya la visión del maestro que trabaja dentro del aula haciéndose cargo él solo de todos los problemas», afirma Bar, «eso es el pasado. El futuro de la educación va por el trabajo cooperativo, colectivo, a pie de aula. Se van haciendo experiencias con éxito».
Defiende también los nuevos sistemas empleados para conseguir que sean los propios alumnos los que muestren al profesorado cuáles son sus fortalezas y cuáles sus debilidades. Se comienza a trabajar en lo que llaman «ambientes» y en entornos que nada tienen que ver con lo que conocíamos hasta ahora. «Cuando hablamos de reformas educativas», afirma en este sentido, «tenemos que pensar en visiones más sistémicas. No se trata de cambiar solo el currículum. Hay que abordar la forma de hacer y organizar. Por ejemplo, las aulas tradicionales pertenecen a un paradigma educativo bastante superado.
Ahora se están imponiendo las aulas abiertas, más permeables. El mobiliario cambia. Se trabaja por ambientes. Son talleres que buscan un ámbito más familiar. El esfuerzo se debe basar en la motivación. Y para eso tenemos a unos docentes magníficos a los que hay que darles toda la confianza».