El presidente de la Asociación Náutica de Ibiza y Formentera, Ramón Díaz, confirmó ayer que la crisis mundial de suministros nada ha mejorado para el sector en estos últimos meses. De hecho, los plazos para hacerse con una nueva embarcación «se han alargado mucho», retrasándose las entregas a finales de 2022 o incluso para el próximo 2023.
Ante la inminente temporada, la incertidumbre para esta patronal se centra ahora en descubrir si serán capaces de llevar adelante el mantenimiento de barcos y la reparación de motores, pudiendo evitar los efectos de un probable desabastecimiento de piezas.
«A fecha de hoy sigue habiendo problemas, sobre todo en relación a microchips y componentes electrónicos. Hay una gran duda, aunque confío en que pase como en 2021, cuando teníamos el mismo miedo y al final pudimos cumplir y dar servicio a los clientes», relató el presidente.
El pasado noviembre, la patronal lamentó que la falta de componentes era un problema generalizado, motivado principalmente porque China no alcanzaba a producir todo lo que se demanda, provocando a nivel mundial un desabastecimiento y encarecimiento de las materias primas.
De hecho, el presidente auguraba entonces un año 2022 pésimo para las empresas dedicadas en exclusiva a la venta de barcos, aunque «afortunadamente en Ibiza hay negocios que se dedican también al mantenimiento y tienen otros ingresos», reconoció Díaz a Periódico de Ibiza y Formentera.
Al mismo tiempo, destacó como nota positiva que, al no recibir nuevas embarcaciones, prácticamente todos los barcos en stock se habían logrado vender el pasado año, con lo que las empresas habían hecho algo de caja.
El presidente reconoció ayer que, en cuanto a stocks, «prácticamente todos se han quedado sin nada» y ahora el único segmento de mercado que queda a los negocios es el de segunda mano, con una oferta limitada y un encarecimiento del 25%.
«Muchas empresas se siguen encontrando que no tienen material para vender», lamentó Ramón Díaz.
Buenas previsiones
Sobre la próxima temporada turística, el presidente de la Asociación Náutica de Ibiza y Formentera no ocultó su optimismo, puesto que los parámetros que manejan en estos momentos indican que el sector vivirá un año igual de positivo que el 2021. Según reconoció, las reservas recibidas se asemejan ya a las registradas en 2019, un año de «récord» para el turismo pitiuso.
«La verdad es que hay muchas ganas de comenzar la temporada. No es que haya habido un gran incremento de peticiones por adelantado, pero ya estamos recibiendo reservas en fijo»», reconoció Díaz.
Las palabras del presidente contrastan con las de hace justo un año, cuando desde la patronal manejaban unas previsiones realmente pesimistas, principalmente por la incertidumbre que estaba causando la pandemia en sectores como la náutica.
También durante 2020, las empresas pertenecientes a la Asociación Náutica de la Pequeña y Mediana Empresa de Ibiza y Formentera pudieron trabajar de manera aceptable de junio a agosto.
En relación a su principal clientela en estos años, Díaz recordó ayer que, en las dos últimas temporadas, los charter fueron alquilados en su gran mayoría por turismo nacional. El presidente destacó que muchos de estos clientes alquilaron barcos por primera vez, constituyendo una «una semilla para el futuro porque prácticamente todos tienen intención de volver a alquilar».
Lejos de equivocarse, Díaz confirmó que «el mercado nacional ha llegado para quedarse», lo que le lleva a pensar en una gran temporada 2022. «No solamente habrá que contar con el cliente habitual, el extranjero, sino que ahora debemos sumar al cliente español», manifestó.
Sobre la competencia desleal, una de las grandes preocupaciones del sector, el presidente lamentó las «ventajas competitivas» que puede suponer para una empresa pirata no pagar amarres puesto que pueden llegar a ahorrarse cerca del 50 por ciento de la facturación. «Al mismo tiempo, es cierto que el cliente demanda cada vez más seguridad y profesionalidad y, si no hay un puerto base, no pueden ofrecerse», concluyó.