Libertad con medidas cautelares e investigado por un delito de agresión sexual. Tras más de tres años esquivando a la Justicia, el martes, agentes de la Policía Nacional detuvieron en es Viver a Michael B.C. Murray, un irlandés sobre el que pesaba un requerimiento para su arresto por este delito y que era un viejo conocido de la policía por otro caso escabroso.
El martes, el sospechoso fue reconocido en plena calle por un familiar de la mujer que le denunció por agresión sexual años atrás en Ibiza. Esta persona alertó a la Policía Nacional, que activó un dispositivo que desembocó en su arresto. La Policía trasladó al detenido a la Comisaría y tras verificar su identidad lo entregó a la Guardia Civil tras comprobar en la base de datos que el detenido estaba reclamado por este cuerpo a raíz de una denuncia y caso abierto en el juzgado de Instrucción número 4 de Ibiza, según apuntaron fuentes de la investigación.
A primer hora de ayer Michael B.C., de 58 años, fue puesto a disposición judicial y tras comparecer ante la juez de guardia quedó en libertad con cargos, indicaron fuentes judiciales.
Vejaciones y secuestro
El individuo cuenta con varios apuntes policiales y judiciales ya que además de la denuncia por agresión sexual por la que fue detenido tiene otras causas por delitos similares.
El requerimiento que tenía vigente estaba motivado por la denuncia de una mujer con la que había mantenido una relación y que denunció haber sido víctima de varios episodios de abusos físicos, psicológicos y una agresión sexual. El juzgado de Instrucción número 4 de Ibiza dictó una orden de detención.
Anteriormente, el 1 de marzo de 2018, la titular del juzgado de Instrucción número 1 de Ibiza, María Luisa Bustillo, ordenó su ingreso en prisión provisional por retener y vejar sexualmente a su pareja durante tres días. Por este caso también se arrestó a un hombre, originario de Mali, que habría colaborado en los hechos.
La mujer, también de nacionalidad irlandesa y de 47 años, logró escapar del domicilio y consiguió refugiarse en un comercio de la calle Bisbe Huix de Vila, donde se dirigió a la sección de menaje de cocina, cogió un cuchillo y se lo clavó en el abdomen, además de lesionarse las muñecas con un cúter.
En aquella ocasión el hombre fue acusado de un delito de maltrato en el ámbito familiar. El investigado estaba considerado como un «gurú o maestro espiritual» y formaba parte de una especie de secta asentada en Ibiza.
Tras quedar en libertad, el hombre vivía en la clandestinidad en Ibiza.