El precio de la gasolina alcanzó este jueves un nuevo máximo histórico tras encadenar siete semanas de subidas y llegando a superar los dos euros el litro, pese a que esa cantidad incorpora la bonificación de 20 céntimos por litro impuesta por el Gobierno. El precio medio del combustible, a nivel nacional, es de 1,848 euros el litro.
Las gasolineras ibicencas no son una excepción y los precios de la gasolina oscilaban ayer entre los 2,159 y los 2,219 euros el litro en las gasolineras más barata y más cara de Ibiza respectivamente.
A pie de surtidor, el enfado de los conductores a la hora de hacer frente al pago por llenar su depósito es más que evidente.
«Cada semana dura menos»
David estaba este jueves llenando una garrafa de gasolina. «La lleno para mi barca; me dedico a hacer servicios a yates y estoy notando muchísimo la subida que está habiendo», explicaba David, quien aseguraba que debe invertir más de 300 euros a la semana en combustible para su negocio. En cuanto a adaptarse a la situación, apostando por motores eléctricos, considera que «es una inversión muy importante. Esta situación ha sido tan repentina que, de momento, todavía no sabemos a ni a qué atenernos»
Stephan acaba de echar 20 euros a su furgoneta, con la que reparte pan y bollería. «Cada semana me duran menos los 20 euros que le echo a la furgoneta, aunque de 20 sean 22 por las subvenciones», explicaba el panadero que, a la vez, se quejaba de la subida de precios es generalizada «no solo de la gasolina». No tiene pensado cambiar su vehículo o buscar alternativas: «No puedo, es mi herramienta de trabajo».
Carlos, acabando de gastar 143 euros en unos 70 litros de gasolina para su furgoneta, aseguraba que «no me durarán ni una semana con lo que pesa esta furgoneta». De momento, no se plantea buscar ninguna alternativa al uso de su vehículo de carga: «Lo que toca ahora es salir a la calle a protestar, porque esto no puede ser».
«Vengo de la bahía de San Antonio para llenar el depósito en la gasolinera más barata», reconocía Mariló sin dejar de quejarse del precio desbocado de la gasolina: «¡Si es que está a más del doble que el otro día!». Mariló lamentaba la falta de alternativas al coche en una isla en la que, según ella, «el transporte público es horrible; está siempre lleno y su puntualidad y eficiencia deja mucho que desear. Ojalá funcionara bien, ¡lo que me ahorraría en colas!».
En este mismo sentido se pronunciaba Juanvi, de manera asertiva, al ser cuestionado sobre la alternativa del transporte público: «Si el precio de la gasolina es una vergüenza, el funcionamiento del transporte público, también». «Además, vivo en el campo y necesito coger el coche para cualquier cosa que quiera hacer, hasta para ir a por el pan», añadía Juanvi sin dejar de llenar el depósito ni perder de vista, cada vez con los ojos más abiertos, el contador de gasolina. «Se ha parado: ¡159.46 euros!», se interrumpe Juanvi, que aseguraba que este depósito que acaba de llenar le durará, «como mucho, cerca de tres semanas. Al mes necesito, por lo menos, 250 euros de gasolina, si es que no hago más kilómetros de la cuenta». Como solución, vuelve a reivindicar el transporte público, coincidiendo con un buen número de los conductores consultados: «Si hubiera un servicio público en condiciones, de la misma manera que lo tienen en la Península, la gente se podría ahorrar mucho dinero».
Roque es fisioterapeuta y visita a sus pacientes a domicilio: «Ahora tengo que cobrar más por las visitas. Entre lo cara que está la gasolina y el tiempo que pierdes para entrar o salir de Ibiza, no queda más remedio». El fisioterapeuta asegura que se está planteando buscar otro lugar en el que ejercer su profesión: «Estuve trabajando mucho tiempo fuera y ahora seguramente me tenga que volver a ir; es que no me sale rentable».
Alicia Prats es la encargada de la nueva estación de Carburantes Ibiza, la que ofrece el precio más económico de la gasolina. «El Gobierno debería haberlo hecho de otra manera. Los 20 céntimos de subvención ya se los han comido las subidas; yo creo que debería haber rebajado impuestos», aseguraba la trabajadora de la gasolinera, que no dejaba de recordar que los sueldos, al contrario que los precios, no han subido. Prats reconocía ayer a Periódico de Ibiza y Formentera que, hace tan solo cuatro meses, «ni me podía imaginar que los precios llegarían a estos extremos. Cada vez que tenemos que cambiar los precios en los carteles es que no nos lo podemos creer». Prats recuerda que, hace 20 años, cuando comenzó a trabajar en este sector, la gasolina valía 0.63 euros el kilo, algo que parece ahora un imposible.