Entre 800 y 1.200 euros al mes por vivir en locales comerciales convertidos en viviendas que no sobrepasan los 25 metros cuadrados. Esta es la situación que se vive desde hace tiempo en Ses Figueretes, una zona que ha visto cómo en los últimos años se han disparado los alquileres de infraviviendas sin cédula de habitabilidad cuya comercialización como piso es ilegal.
«Llevamos tiempo sufriendo este problema de vivienda que, lejos de solucionarse, parece haberse enquistado en esta zona», destacó Karol Pino, la propietaria de un estudio de tatuajes ubicado en el mismo bloque que el resto de bajos «ilegales». Varios tendederos de plástico, plantas en macetas, juguetes o aparatos de aire acondicionado en las fachadas colman el exterior de estas infraviviendas de la calle Periodista Francesc Escanellas.
«El cambio de uso a vivienda implica cumplir la normativa urbanística y la mayoría de estos bajos no tienen licencia», explicó Araceli Colomar, la administradora de una de las comunidades de vecinos más afectada por esta coyuntura de la vivienda.
En este sentido, apuntó que uno de los casos más clamorosos ocurre en el edificio Galaxia, ubicado en la avenida de Pere Matutes, en el barrio de Ses Figueretes. Según Araceli Colomar, solo quedan dos locales comerciales en el bloque, puesto que el resto de bajos, muchos sin cédula de habitabilidad, se llevan tiempo alquilando como apartamentos.
La crisis de la vivienda
La escasez de vivienda asequible y las duras condiciones para alquilar están empujando a muchos residentes a vivir en locales comerciales como los que alberga este edificio. «Vivir en un local sin cédula de habitabilidad impide al inquilino poder empadronarse o acceder a ayudas sociales, pero la situación les ha obligado a vivir aquí», explicó Colomar mientras señalaba aquellos bajos sin licencia de cambio de uso.
En este sentido, subrayó que estas infraviviendas no cuentan con condiciones de habitabilidad. No hay habitaciones separadas, no disponen ni de ventilación ni de luz», puntualizó. Debido a esta problemática, apenas quedan negocios de proximidad en esta zona. «Están desapareciendo los comercios y parece que todo es ajeno al control del Ayuntamiento», subrayó el propietario de un local en la calle Periodista Francesc Escanellas.
Asimismo, apuntó que las administraciones podrían hacer más para lograr que se cumpla la ley, porque legislación sobre el tema existe. Sin ir más lejos, explicó que para poder convertir un local en vivienda se ha de realizar un largo camino administrativo que muchos locales comerciales no pueden recorrer, debido a sus «propias características». Entre estos requisitos, el dueño del local, y vecino también de Ses Figueretes, recordó que para que estos los locales puedan tramitar la cédula de habitabilidad para viviendas deben sobrepasar los 35 metros cuadrados y 25 para hacer un estudio.
En esta línea, la administradora de la comunidad añadió que para obtener la licencia es obligatorio tener ventilación y huecos de luz natural. «El estatuto de la comunidad de vecinos en la que se encuentren estos bajos debe autorizar este cambio de uso», puntualizó Araceli. Un consentimiento que no está autorizado en el escrito vecinal. Por este motivo, desde la agrupación han llamado en varias ocasiones a los técnicos municipales para que comprueben que los cambios realizados no se ajustan a la legalidad vigente. «No hay rastro de estas viviendas ni en el registro de la propiedad ni en el catastro», explicó Araceli mientras Yolanda Paredes, vecina e inquilina de uno de estos locales, salía por la puerta.
«Todo es legal»
«Somos conscientes de esta problemática, pero nosotros estamos empadronados. El propietario nos dice que todo es legal. Hace cuatro años que estamos aquí», explicó esta residente anual. En este sentido, la mayoría de locales se alquilan anualmente y no como estancia vacacional. «Si no nos echan, queremos vivir aquí durante mucho tiempo», apuntó Paredes.
Los que sí tendrán que abandonar sus viviendas son los inquilinos que viven desde hace años en varios bajos de la calle Galicia. «Tenemos que desalojar nuestros hogares en octubre porque van a demoler estos bajos, puesto que no son habitables», explicó Erika indignada. En esta línea, según esta inquilina, el propietario, dueño de todos los locales del bloque, no informó a los inquilinos de que estos espacios no tenían cédula de habitabilidad.
Asimismo, explicó que el Ayuntamiento de Vila sancionó a este propietario con una multa de 126.00 euros. «No sabíamos nada del incumplimiento urbanístico. Ahora tenemos que buscar otra vivienda a contrarreloj», explico Erika en su pequeño salón que también hacia la función de dormitorio.
La pequeña cocina, con su botella de butano a la vista, estaba a un costado del estrecho pasillo que albergaba otras viviendas en el edificio. Unos bajos que, junto al resto de estos inmuebles, forman un mosaico de infraviviendas en la zona de Ses Figueretes.
«Hace poco tiempo vinieron los técnicos de urbanismo a inspeccionar mi negocio y soy la única que tiene un local legal aquí. Es un lástima, esta situación está acabando con el tejido empresarial de esta zona», puntualizó Karol Pino. Por su parte, desde el Ayuntamiento de Vila adelantaron a Periódico de Ibiza y Formentera que los servicios técnicos están estudiando si estos locales cumplen la normativa relativa al uso, concretamente los bajos del edificio Galaxia. «A raíz de una denuncia por parte de la comunidad, los técnicos inspeccionaron el sótano de este inmueble, detectando tanto un uso irregular como una serie de tabiques compartimentados de manera muy peligrosa en este espacio», señalaron.
En este sentido, apuntaron que se precintó el esta parte del edificio y que se está tramitando un expediente de demolición. Además, puntualizaron que también se está trabajando en varios expedientes de bajos que se encuentran alrededor de este bloque, después de la inspección de los servicios técnicos.