«La esencia del nacionalismo vasco y del que se está viviendo en las Baleares y en otras comunidades autónomas es la misma, es el afán de imponer un proyecto totalitario y excluyente por medio de todas las técnicas que se puedan utilizar: coartar la libertad de elección del idioma entre los jóvenes, adoctrinar en la escuela y adoctrinar en la televisión pública». De esta forma se ha manifestado el cineasta Iñaki Arteta a la hora de hablar de la presentación de su libro Historia de un vasco, que tendrá lugar a las 18.00 horas de este jueves en el Centro Cultural de Jesús en el marco de la presentación ante la sociedad ibicenca de la asociación Sociedad Civil Balear.
Arteta, en declaraciones a Periódico de Ibiza y Formentera, destacó que todas esas «técnicas» para imponer un proyecto político «las hemos vivido en el País Vasco, aunque allí de una manera más salvaje porque la influencia de ETA» para imponer el proyecto ultranacionalista «ha sido dramática y, además, larga en el tiempo». Pese a esta diferencia, reconoció que «el esquema de transformar una sociedad por medio de esa manipulación es el mismo. Es un interés político por alterar las normas que ha adoptado una sociedad para vivir tranquilamente y de libertad de elegir el idioma por otras que impone una determinada ideología y que es una especie de trabajo de ingeniería social».
El cineasta vasco subrayó que su salto del celuloide al papel se debe a la editorial Espasa, «que me ofreció la posibilidad de escribir un libro que tuviera que ver con mi propia historia». Y es que Iñaki Arteta nació en los últimos años del franquismo, vivió la transición y siempre dentro en el País Vasco, donde se empapó de la cultura del nacionalismo, que es lo que se vivía en su familia. «Con el tiempo, ya pasados los veintitantos, sentí que iba transformando esa cultura en algo más libre y más atento con lo que estaba pasando, sobre todo con un afán de separarme del nacionalismo y, sobre todo, con un afán absoluto de separarme de cualquier cosa que tuviera que ver con la violencia amparada en ese nacionalismo». De eso trata el libro, de esa «transformación» de un joven que ha vivido años tumultuosos en el País Vasco. «Es un análisis desde el punto de vista de adulto de lo que uno fue de joven: por qué fui nacionalista, por qué dejé de serlo, qué pasaba a mi alrededor y cómo vivíamos todos los jóvenes lo que estaba pasando», relató Arteta.
«Los nacionalismos, de una manera u otra, van trabajando sobre todo en la juventud, influenciando en lo que puedan de esos valores antidemocráticos que postulan. Eso lo hemos vivido en el País Vasco pero con la inmensa potencia de la fuerza violenta», apuntó.
El cineasta señaló a su vez que asociaciones como Sociedad Civil Balear «son absolutamente necesarias». «Los mejores y mayores momentos del movimiento cívico se dieron en el País Vasco en los años 2000, en los últimos coletazos del terrorismo, que fueron terribles. Ahora no existe ese dramatismo de la violencia y del asesinato, pero creo que hay una situación, atenuada por esa ausencia de violencia, que parece menos grave. Pero es igual de grave y se necesita que esos movimientos sociales, que normalmente están constituidos por pequeños grupos de personas, intenten expandir su mensaje. Una sociedad como la española, en la que distintos puntos de su geografía se ven atenazados por el nacionalismo intolerante, necesita más coraje cívico para contrarrestar ese impulso», concluyó.