«Me han roto el cristal con una piedra, me han saqueado la caja y se han llevado botellas y un poco de todo lo que han podido pillar. Todavía tenemos que evaluar todo lo que se han llevado y la cifra exacta de dinero que nos han robado, pero entre 600 y 800 euros, seguro». Son palabras de Álex de Salvatore, responsable del bar Maravillas, reventado la madrugada de este jueves por un individuo, un asalto al que se sumaron otros dos hombres que habrían aprovechado la coyuntura.
El de ayer es el enésimo robo sufrido en los últimos tiempos. Uno de los individuos que participó en la fechoría fue atrapado por la Policía cuando se disponía a abandonar el escenario del robo. Según informaron fuentes policiales, los otros dos sujetos están identificados y su arresto sería cuestión de horas.
Las cámaras de seguridad del local captaron la imagen de la entrada de un primer encapuchado. Instantes después, otros dos hombres cubiertos con mantas aparecen en escena revisando los objetos ubicados detrás de la barra.
La UDEV de la Policía Nacional se hizo cargo de la investigación de este robo y de otro golpe perpetrado la misma noche del miércoles.
A primera hora de ayer la entrada del establecimiento ubicado en la calle Manuel Sorá lucía el precinto policial y en una esquina todavía se encontraba la piedra empleada para reventar el cristal.
«Si es que, en este barrio, siempre pasa lo mismo. Siempre rompiéndonos la cabeza con la terraza o con la música para que después, puedan pasar estas cosas continuamente sin que nadie lo controle», señalaba De Salvatore, hastiado por la «impunidad» con la que actúan los delincuentes. «Ni siquiera se molesta en ponerse capucha, aquí roban tranquilamente», señaló mientras mostraba un fragmento del vídeo captado por las cámaras de seguridad.
«En este barrio (La Marina) tenemos miedo», reconocía el responsable del Maravillas en referencia al elevado número de toxicómanos que asegura que transitan por esa zona. De Salvatore incidía en el hecho de que están «en pleno centro de Vila, con familias y turistas. No me explico que permitan que esté siempre con yonquis escalera arriba, escalera abajo». «Estamos hartos», repetía De Salvatore definía el barrio de La Marina como «un barrio sin ley. De hecho, hay una pintada allí que lo pone, sin que nadie la haya borrado y sin que nadie haga nada al respecto. Eso lo dice todo. Y nosotros pagamos los impuestos. ¿Para qué?, si no hacen nada», lamentó este hostelero.