Enrique Sánchez Navarrete (1972, Granada) ha trabajado durante años como psicólogo de prisiones. Él era el responsable de los Programas de Tratamiento en Prisión para Agresores en Ibiza y se encargaba de evaluar y tratar a los reclusos para su futura integración en la sociedad. Es por eso que con motivo del día 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, ha querido participar este jueves en un acto celebrado en CEPA Sant Antoni con la charla Cultura de la violación y masculinida.
—¿Qué conceptos clave destaca de su charla en Sant Antoni?
—Aunque actualmente soy el director insular de la Administración General del Estado en Ibiza y Formentera, participé en este acto como psicólogo penitenciario. La verdad es que ha sido un proceso de reflexión para explicar conceptos relacionados con la cultura de la violación y su conexión con la violencia sexual y con la masculinidad.
—¿A quién va dirigida esta búsqueda de reflexión?
—Al público general.
—Ha estado muchos años siendo el responsable de los Programas de Tratamiento en Prisión para Agresores en Ibiza. ¿Hasta qué punto son eficaces?
—La violencia es muy heterogénea. No existe una única violencia, existen muchas formas de poder ejercerla, puesto que es una conducta multicausal. Hay una serie de factores de riesgo que son esenciales, son los pilares sobre los que se asienta esta violencia. Y en base a ellos están desarrollados los diferentes programas.
—¿Qué pilares son?
—La identidad masculina, la cultura machista que defiende la idea de que la mujer es inferior al hombre y la utilización de la violencia para gestionar los conflictos, especialmente para imponer el poder. Nosotros ayudamos con la gestión de emociones, el trabajo de las creencias, los valores y los estereotipos.
—¿Qué tipo de tratamientos penitenciarios y qué programas de intervención se desarrollan actualmente?
—Estos programas se diversifican en prisión en función del delito cometido. Si es un delito vinculado a la violencia de género, hay un programa que se llama PRIA en el medio abierto penitenciario. Es el programa más extenso en España porque se aplica en todos los centros del país, tanto en las Secciones Abiertas, como en los Centros de Inserción Social y en los Servicios de Gestión de penas y Medidas Alternativas. También hay otro programa para agresores sexuales y otro específico para los consumidores de pornografía.
—¿Y en el Centro Penitenciario de Ibiza?
—Aquí en la isla especialmente aplicamos el Programa para agresores de violencia de género en medidas alternativas PRIA-MA. Está destinado a aquellos hombres cuya condena judicial por violencia de género supone una pena inferior a dos años de cárcel siempre que no tengan antecedentes. En lugar de ir a prisión, el juez impone medidas alternativas a su entrada a prisión enviándolos a una terapia psicológica.
—¿Cuánto suelen durar estas terapias?
—Como he dicho hay tres programas extensos y éstos suelen durar entre un año y dos años y medio. El tiempo se va modulando en función de las necesidades de los hombres condenados.
—Aparte de estos programas, ¿existen más medidas para reinsertar a los agresores de género?
—También hay talleres cortos porque las condenas son más leves. Sin ir más lejos, los hombres que realizan el programa PRIA-MA están en libertad, pero cada semana tienen una sesión de más de dos horas.
—¿Es suficiente?
—No. Lo que hacemos es establecer tareas entre sesiones para que trabajen los conceptos. Es importante el trabajo continuo para poder abrir oportunidades de cambio.
—¿Es obligatorio para los agresores realizar estos programas?
—Cuando son condenas de menos de dos años y no son reincidentes pueden decidir si quieren entrar en prisión o quieren sustituir esta pena por el programa de tratamiento. Si eligen lo segundo, sí es obligatorio. También tienen la oportunidad de realizar el programa aunque en un principio escogieran entrar en prisión. Está claro que si participan estarán mostrando una conducta más favorable a la reinserción.
—¿El porcentaje de participación en dichos programas es alto?
—Si ya han entrado en prisión es muy baja. Los que han decidido sustituir la pena, la participación es alta porque ya es obligatorio. Todos cuando llegan creen que no tienen ningún problema, que no deberían estar ahí. Hay otros que están más abiertos y aprovechan esta oportunidad de cambio. Se dan cuenta de que no es un castigo sino una herramienta para dejar de ejercer la violencia.
—¿Sobre qué ejes giran estas sesiones?
—Están orientadas por dos principios fundamentales. Uno es reducir el riesgo de la reincidencia y el otro es poder mejorar la vida de estas personas desde la perspectiva de la socialización.
—Tres programas, talleres, terapias individualizadas… ¿hay recursos suficientes de intervención?
—La verdad es que desde las instituciones penitenciarias llevaron a cabo estrategias inteligentes con las que involucraron a asociaciones que, a través de subvenciones, prestan estos programas en los centros penitenciarios.
—¿Cuántos medios tiene Ibiza?
—Aquí en Ibiza hay un psicólogo en el Servicio de Gestión de Penas, también contamos con la colaboración de Cruz Roja y dentro de la prisión trabaja otra psicóloga.
—¿Cuántos hombres hay en prisión por violencia machista en la isla?
—La verdad es que la violencia de género representa un porcentaje alto de los delitos por los que están encarcelados los hombres. En el Servicio de Gestión de Penas es el grupo más numeroso, casi a la par con los delitos contra la seguridad vial. Dentro de prisión es el segundo delito más numeroso, junto al tráfico de drogas.
—Y las denuncias por violencia machista, ¿han aumentado?
—Desde el año 2018 diría que se han moderado. Lo que sí ha aumentado han sido las denuncias por violencia sexual. La valentía de las mujeres en este sentido se ha incrementado.
—Parece que las medidas en materia de protección y asistencia funcionan.
—Hay varios factores como la valentía, la confianza, y que se sienten arropadas socialmente y jurídicamente. Lo que sí me preocupa es el repunte de la violencia sexual entre los más jóvenes. Mira lo que pasó hace unas semanas en el Colegio Mayor Elías Ahuja con esos gritos machistas.
—En el caso de estos programas de reeducación contra la violencia de género, ¿cuál es la tasa de reincidencia una vez finalizan la terapia?
—En principio, los programas tienen una tasa de éxito bastante potente. No obstante, si consideramos reincidencia el hecho de que nunca más volverán a ejercer cualquier tipo de violencia, los porcentajes cambian. Estos programas hacen que bajan 10 puntos la probabilidad de que vuelvan a ejercer la violencia. En 2005 empezaron a aplicarse los primeros programas, desde entonces ha habido tres modificaciones diferentes. Hay que invertir porque meterlos en la cárcel sin ningún tipo de intervención no produce cambios.