Paloma Medina es la psicooncóloga de la Asociación Española Contra el Cáncer de Ibiza y Formentera. Esta mujer palentina, que lleva cinco años afincada en la isla, atiende a decenas de pacientes con cáncer en las Pitiusas y señala que estos usuarios necesitan sentirse seguros y acompañados durante toda su enfermedad. Desde la AECC trabajan cada día para poder ofrecerles una atención de calidad y poder cubrir las necesidades tanto de los usuarios como de sus familiares. La psicooncóloga habla también durante la entrevista de la situación de déficit de médicos que padece Can Misses, resaltando que la falta de continuidad de los oncólogos en Ibiza genera «miedo» e «incertidumbre» en los pacientes.
—La falta de oncólogos fijos en Ibiza ha obligado a muchos pacientes a llevar a cabo iniciativas para mejorar la situación. ¿De qué manera esta lucha puede afectar sus emociones?
—Para los pacientes es un gran desgaste. No son ellos los que tienen que luchar para cambiar las cosas, les corresponde a otros. Pero, por supuesto, que el usuario tiene derecho a reclamar sus necesidades. A ellos, lo que más miedo les da de esta situación es que no puedan ser atendidos cuando más lo necesitan. Precisan sentirse siempre acompañados durante la enfermedad.
—El movimiento de facultativos que sufre este servicio, ¿cómo influye en los pacientes oncológicos?
—Tener unos facultativos de referencia les ayuda mucho. Estar cambiando de especialistas cada cierto tiempo añade a la enfermedad una incertidumbre que no les beneficia. Se sienten muy intranquilos porque tienen miedo a la falta de asistencia. El aumento de las visitas de los oncólogos de Mallorca asegura una mayor asistencia, pero no es la solución.
—¿Cree que será suficiente para atender las necesidades de los usuarios?
—No solo se necesitan más oncólogos con plaza fija, también son necesarios más especialistas para las intervenciones y para las pruebas diagnósticas. Además, es fundamental también la Atención Primaria decisiva en la detección precoz porque si el cáncer se diagnostica en las primeras fases siempre tiene mejor pronóstico.
—¿Repercute mucho la carga de trabajo para garantizar la calidad asistencial?
—Sí, cuando los oncólogos llegan a tener una gran carga de trabajo no pueden dedicar todo el tiempo que necesitan sus pacientes. El diagnóstico precoz y las revisiones son muy importantes, hay que cuidar mucho esta parte. Si hay problemas en la sanidad repercute en el diagnóstico, la atención médica y el seguimiento.
—Al hablar de la atención médica, ¿qué valoración haría sobre las consultas telefónicas que denunció una paciente oncológica?
—No hay nada como la atención personalizada. Se puede hacer alguna consulta puntual o concreta por teléfono, pero si existe una implicación más fuerte siempre que sea posible ha de ser presencial. La asistencia personal no se debe sustituir. El contacto directo les ayuda a sentirse más seguros y más acompañados. Esto hace que puedan afrontar la enfermedad mucho mejor.
—Cuando vienen a la consulta, ¿trata con los pacientes esta incertidumbre por el déficit de médicos?
—Esta situación es muy actual y no es la que mas he tratado. Vienen especialmente tras el diagnóstico porque se quedan con muchas dudas. También lo pasan muy mal por el retraso de las revisiones porque les dan cita y tardan mucho en llamarlos. Pero, sobre todo, trato con los pacientes la aceptación de la enfermedad, sus miedos y la adaptación a su nueva situación.
—¿Cuáles son las fases por las que pasa un paciente que padece cáncer?
—En la mayoría de pacientes se repiten las mismas fases. Cuando se lo diagnostican, puede haber una etapa de negación, no se lo quieren creer, y después puede aparecer la rabia. ¿Por qué a mí? Si yo me cuido. Esta es una de las preguntas más difíciles de contestar. Todo esto se une al miedo y a la incertidumbre. Tienen que enfrentarse a lo que supone el cáncer, a los tipos de tratamiento, a los cambios físicos, al tema laboral y los cambios en la familia. Otra fase muy importante se presenta una vez superan la enfermedad porque aparece el miedo a la recaída.
—¿Cuáles son las pautas con los pacientes que llegan a sufrir un estado depresivo?
—Debido a todos estos cambios en su vida, algunos pasan por un estado más depresivo. Tardan un tiempo en poder aceptar la enfermedad y necesitan una esperanza, confiar en que todo va a ir bien. Y aquí es donde entra el trabajo de todos los profesionales sanitarios.
—Para llevar a cabo este trabajo conjunto, ¿qué papel esencial desempeña un psicooncólogo?
—Nosotros realizamos distintos tipos de consulta con el paciente de cáncer. Le ayudamos en todo el proceso. También programamos consultas con los familiares. Pueden ser reuniones conjuntas o por separado. En ocasiones se hacen talleres grupales que les ayudan a compartir su experiencia con otras personas que están en el mismo proceso.
—Y para usted, ¿cuál es el peor momento del proceso que viven los usuarios?
—Para mí, la parte más difícil es la del tratamiento, lo que supone para ellos. Lo más complicado es ayudar a la hora de afrontar estos cambios en su vida y el momento de las pruebas periódicas.
—¿A qué se refiere?
—Los pacientes sienten mucho temor a la recaída cuando han superado la enfermedad. Los días antes de las revisiones periódicas suelen ser complicados para ellos. Luego, si todo sale bien, es un alivio para los pacientes. Siempre digo que es importante que aprendan a vivir con la enfermedad e intentar normalizarlo. También es esencial la forma de cómo un paciente afronta el cáncer porque influye mucho en su recuperación.
—¿Qué otras necesidades tienen los pacientes a la hora de recurrir a la Asociación?
—En la Asociación hay varios servicios. Además de ofrecer asistencia social, también está el servicio de nutricionista y un fisioterapeuta. También hay talleres para pacientes, familiares y voluntarios. Además, estos últimos hacen acompañamiento a los pacientes en el hospital Can Misses. Y disponemos de un teléfono de información gratuito las 24 horas todos los días del año para pedir información y resolver dudas. Es el 900 100 036.