La mañana del sábado ha empezado con una misa solemne y terminó con una gran comida de hermandad para más de 350 vecinos de Santa Eulària que, eso sí, debían cumplir un requisito: tener más de 80 años. Con esta celebración, el Ayuntamiento quiso rendir homenaje a sus mayores en un acto que, en palabras de la alcaldesa Carmen Ferrer, es «una muestra de respeto y humildad hacia ellos».
Ferrer consideró que es una de las actividades del programa de fiestas «más emotivas» puesto que «aquí estamos tratando con la historia, pero también con el futuro porque hay que pensar en todo lo que tienen que decir a sus hijos y nietos. Les tenemos que dar gracias por lo que somos, así que este homenaje es más que merecido».
Nada más terminar la misa, que contó con el Coro Rociero de Santa Eulària y con los sonadors de Es Broll, Ana esperaba a su nieto para acercarse al Palacio de Congresos donde iba a tener lugar el suculento ágape. «Me parece un recuerdo bonito hacia nosotros», señaló.
Los valencianos Miguel, de 85 años, y Manuela, de 89, residen en Santa Eulària desde 1965. «Vamos a pasar un día estupendo», señaló él. De la misma manera se refirió a la celebración José Tudela, de 81 años y residente en Siesta. Para él, la fiesta dedicada a los mayores es «muy bonita y esto lo tenían que hacer más a menudo».
«Me duele todo y me da ya igual todo, pero es cierto que gusta juntarse con los compañeros», concluyó este ex trabajador de la construcción.
También Eulària Marí consideró que «cada año esta fiesta es más bonita». Josefa Tur, acompañada de una amiga, señaló que el homenaje a los mayores es «lo más bonito que se puede hacer» en Santa Eulària. En su caso, explicó que es la primera vez que participa en una fiesta «donde veo que hay mucha gente».
Ana Guasch y Catalina Ferrer tampoco se quisieron perder una celebración que conocen bien puesto que es la «tercera o cuarta vez que venimos». «Mientras podamos, eso significa que todo va bien», comentaron.Tres amigos: Joan, Vicent y Toni, disfrutaron entre risas de la celebración, sin parar de contar anécdotas sobre años pasados y sus antiguas profesiones. También comentaron cómo había cambiado Santa Eulària en todos este tiempo: «Desde la calle principal hacia el mar, todo era campo que se trabajaba. Mirad si lo he conocido yo cambiado».