Tener un buen paladar y buen ojo para la cocina son requisitos básicos para quien quiera elaborar una olla de cuinat, el plato típico por excelencia de la Semana Santa pitiusa. «En la cocina ibicenca no se pesa nada. Se hace todo a ojo», afirmó la cocinera Catalina Riera del mítico restaurante Can Alfredo.
Éstos son algunos de los consejos que recibieron este sábado por parte de Riera los asistentes en ses Figueretes al taller de elaboración del tradicional cuinat. Cerca de 20 personas participaron en esta iniciativa que nace con vocación de continuar.
«La idea es organizar talleres de cocina sobre platos tradicionales. Una de las vecinas del barrio me comentó que le gustaría aprender y todo ha sido preparado por voluntarias. Rápidamente, se inscribieron hasta 19 personas», explicó Carolina Rodríguez de la Asociación de Vecinos de Figueretes.
Catalina Riera recordó que el cuinat es un plato «muy típico y desde que era niña siempre lo he visto hacer en casa». La experta cocinera destacó que, para elaborar esta receta, antiguamente se utilizaba la verdura o collejas que solían crecer de manera salvaje en los huertos de las casas. «Ahora la vas a comprar y cuesta carísima», comentó.
«Lo que antes era un plato humilde que no valía nada, ahora es un capricho», aseguró también Riera, destacando que los turistas que llegan a probarlo suelen apreciarlo.
Además de la verdura, las acelgas, los ajos o las habas, son algunos de los ingredientes que nunca pueden faltar en un buen plato de cuinat. Más que dificultad, su elaboración necesita bastante tiempo y paciencia, según la experta. «No podemos decir las horas que necesitamos para cocinarlo porque no todos tenemos las mismas cocinas ni las mismas ollas», insistió.
En el taller de este sábado, los asistentes cocinaron hasta 30 raciones de cuinat. Riera les recomendó que «aprendan porque esto no puede perderse nunca». Las dos hermanas Antonia y Pepita, vecinas del barrio, quisieron también participar en el taller de cuinat. En el caso de Pepita, lo cierto es que partía con cierta ventaja puesto que «me enseñó a cocinarlo mi suegra, aunque cada casa y familia tiene su forma de cocinarlo y quería ver cómo lo hace Catalina». Antonia, por su parte, aprendió en el taller todos los secretos de este tradicional plato, «pero no lo he visto difícil de elaborar».
Denise, otra de las participantes, recordó también cómo había aprendido a cocinarlo de su suegra. Tras unas horas de trabajo, los asistentes disfrutaron de esta delicia ibicenca, pensando ya en el próximo plato que van a aprender a cocinar. «Me encanta. Está buenísimo», reconocieron.