El sol asoma tímidamente entre dos nubes, prácticamente las únicas del limpio cielo de Sant Jordi, mientras los carros tradicionales portan a los integrantes del grupo folclórico de Sant Jordi de ses Salines a las puertas de la pequeña iglesia de la localidad. Las campanas del templo mientras tanto repican alegremente anunciando que este domingo es el día grande del pueblo. Residentes y turistas se dirigen hacia la plaza de la población josepina.
Allí los puestos más madrugadores se encuentran ya poniendo a la venta sus productos, especialmente los libros y las rosas, elementos fundamentales de esta jornada festiva. El vaivén de la gente se mezcla con los operarios y técnicos de sonido, que se afanan por tenerlo todo listo para la actuación de la Asociación Cultural Sarau Alcudienc tras la misa solemne y la procesión de la imagen del santo por las calles de la localidad.
El obispo de la Diócesis de Ibiza y Formentera, monseñor Vicente Ribas, espera pacientemente bajo el sol, que ya empieza a apretar con fuerza, a que los miembros del Grupo Folclórico de Sant Jordi le precedan en su entrada a la iglesia para oficiar la misa. Un sol justiciero que reconoce que no le viene nada bien porque está padeciendo un fuerte catarro.
También inundan los alrededores del templo políticos de toda ideología y de todos los municipios de la isla, muchos más que en otras ocasiones, pues saben que están a poco más de un mes de unos comicios electorales y cualquier oportunidad es buena para dejarse ver.
Mientras la misa se desarrolla en el interior del templo, la plaza de Sant Jordi ya es un hervidero de gente, especialmente de familias, que se preparan para todas las actividades previstas para la jornada y disfrutan de los primeros acordes del folclore mallorquín.
Tras la procesión, que ha recorrido las calles de la localidad, ha sido el turno para el vermut con la música de Aykia.