Entre la tristeza y la alegría, la jornada de este viernes ha sido una de las más especiales en las más de cuatro décadas de trabajo en el bar Mediterráneo del Mercat Nou de Vila. «Se acabó», zanjaba a última hora de la mañana Pepe Crespillo, responsable del establecimiento, que se hizo cargo del bar en noviembre de 1981 y que se dispone a disfrutar de su jubilación de manera inminente. «¡Ni pena ni hostias!», declaraba Pepe entre risas mientras Paula, una de sus clientes habituales, reconocía que «a mí sí que me da mucha pena, ahora no sé dónde voy a ir a que me hagan la comida». Y es que, tal como explicaba Paula, pescadera del Mercat Nou, lleva viniendo al bar de Pepe «desde que tenía cuatro años».
De esta manera, Pepe sí acaba reconociendo que si va a echar algo de menos es a su clientela ya que «muchos vienen desde el primer día, clientes de esos que no necesitaban ni pedir el desayuno, nada más sentarse yo ya les estaba preparando el café a su manera y a cada uno sus tostadas tal como les gustan». «Yo no me lo creía, pero este tipo de bares de barrio están desapareciendo», lamentaba Pepe mientras no paraba de invitar a cañas a clientes y amigos, como Yolanda o don Aurelio, que se acercaban a acompañarle en su último día de trabajo.
Recuerdo a Toni Cardona
De entre todos los clientes y amigos que ha cosechado en estas más de cuatro décadas, Pepe no podía dejar de nombrar a Toni Cardona que, «hace solo dos días se estaba tomando unos vinos aquí y hoy mismo [por el viernes] lo entierran en Sant Jordi».
Pepe no era capaz de ocultar cierta emoción a la hora de hablar de sus empleadas, Naty y Toñi. Naty, que también es nuera de Pepe, apenas lleva unos meses trabajando en el bar. En cambio Toñi lleva trabajando codo con codo con Pepe desde hace 15 años, de manera que éste reconocía que «no me extrañaría que me eche una panzada a llorar cuando nos despidamos para liquidar. Jamás he tenido ningún problema con ella». «Es el mejor jefe que he tenido jamás», declaraba Toñi a Periódico de Ibiza y Formentera, a quien también se le escapaba la emoción.
«En realidad, oficialmente, el último día va a ser el 31 de agosto», matizaba Pepe mientras explicaba que «ahora les voy a dar vacaciones a las empleadas y yo me voy a Granada unos días a una boda. A la vuelta estaré unos días para deshacerme de todo el mobiliario que tengo dentro y acabar de cerrar», precisa.
Pepe cuenta que «estoy aquí desde que era prácticamente un chaval, con 23 años. Me casé en el 80 con Loli, la mejor mujer del mundo y un año después ya estaba aquí».
Respecto a los planes que tiene previstos para disfrutar de su jubilación, Pepe cuenta que «voy a estar ‘entre Pinto y Valdemoro': me pasaré unos meses en mi pueblo de Sevilla, La Puebla de Cazalla, y unos meses aquí, que es mi casa desde que tenía ocho años». Tal como cuenta el veterano hostelero, «desde que llegué a Ibiza he estado trabajando en muchos lugares distintos: en Cala Leña, Punta Arabí, en el Augusta…», mientras pone el acento en la casualidad de que «el primer lugar en el que trabajé, con nueve años, fue de botones en el hotel Mediterráneo y ahora me jubilo en el bar Mediterráneo con casi 66 años».
De las más de cuatro décadas de actividad del bar Mediterráneo, Pepe explica que los peores años fueron los de la pandemia, sin dejar de reconocer que «gracias a los ERTE pudimos salvarnos de un buen descalabro, sobre todo con las empleadas». «La mejor época suele ser el verano, aunque este verano está siendo el peor de todos, estamos haciendo hasta un 35% menos de caja que las otras temporadas», concluye.