Alrededor de 1.200 plantas de Posidonia se van a sembrar estos días en una extensión de 120m2 del canal de nado de Es Molins de la mano de la Fundación Blue Life para tratar de restaurar el fondo marino. Se trata de un proyecto piloto respaldado por el CSIC IMEDEA que se inició hace unos meses en el Puerto de Sant Miquel con la recolección de semillas de esta planta marina por parte de voluntarios. Tras meses de germinación en acuarios, estas plantas ya han empezado a enraizar y a producir sus primeras hojas, momento en el que se está procediendo a su siembra en el fondo marino. Una fase que comenzó este jueves y que se alargará durante toda la semana.
A la presentación de esta fase del proyecto, en el hotel THB Los Molinos, acudieron representantes del Ayuntamiento de Eivissa, del responsable de la Fundación Blue Life, Oscar Caro, y del biólogo e investigador del IMEDEA, Jorge Terrados.
Caro no quiso dejar de poner en valor la labor de los voluntarios, entre los que se encontraban miembros de la APNEF así como empresas privadas, a la hora de llevar a cabo la labor de recolección de las semillas de Posidónia en diferentes playas de la isla.
«Es un momento muy importante, tanto para la Fundación como para la isla de Ibiza, ya que se va a hacer una restauración activa de una pradera de Posidonia», celebraba el responsable de la Fundación Blue Life y adelantar que «vamos a ampliar el proyecto en otras dos zonas, también en Formentera». «Es un momento muy dulce tras tres años de trabajar de manera titánica y a pulmón para sacar esto adelante» concluyó Caro antes de dar la palabra al biólogo e investigador del IMEDEA, Jorge Terrados.
«Uno de los puntos más importantes de este proyecto es su filosofía, la de abordar la restauración de la Posidonia desde un punto de vista que no es el profesional, sino desde una perspectiva de ciencia ciudadana», apuntó Terrados en la presentación para poner en valor la colaboración ciudadana que implica este proyecto. El investigador, con una amplia experiencia en la plantación de Posidonia, reconocía que «siempre hemos hecho nuestras investigaciones a pequeña escala, por lo que este es un ejemplo de cómo se puede abordar una investigación científica desde una iniciativa de la sociedad».
Terrados explicó la complicación de este tipo de restauración porque «la disponibilidad de material para plantar es limitada, no florece todos los años sin que se sepa muy bien qué es lo que controla la floración». «Además, es una especie muy frágil y de un crecimiento muy lento», apuntaba el biólogo en la presentación de la segunda fase de este proyecto. Una fase que los científicos aprovecharán para «tratar de responder alguna pregunta sobre el efecto de la densidad de plantas por metro cuadrado».
Sin embargo, el lento crecimiento de esta planta hará que, tal como explicaba el investigador, «no se convierta en una pradera tal como las conocemos hasta dentro de décadas o siglos: el ritmo al que crece un rizoma de Posidonia es de uno a tres centímetros al año». «Por eso es tan importante tener que restaurar lo mínimo y conservar lo máximo», coincidían en concluir tanto Caro como Terrados.