Calle Sant Llorenç recorre el centro de Santa Eulària de norte a sur desde la intersección entre la calle Margarita Ankermann, Camí de Misa, Ramon Llull y Frigolars hasta el mismo paseo marítimo. Sus 445 metros de recorrido albergan diferentes zonas.
Si bien la parte alta de la calle es prácticamente residencial, al cruzarse con la calle Sant Jaume, a medida que nos acercamos al mar, vemos aumentar tanto la actividad comercial como la afluencia de vecinos.
Nahim trabaja en uno de los locales destinados a la hostelería, ‘Project Social' de la parte sureña de esta calle. «Es una calle muy turística donde hay mucha afluencia de gente», describe el hostelero que considera que «tener la entrada del puerto justo delante y el paseo aquí al lado influye mucho». Nahim añade que «aunque, obviamente, se nota bastante, el contraste de gente entre el verano y el invierno no es tan exagerado: pasa gente todo el año».
Oscar también es hostelero y lleva 10 años como responsable de ‘El Puntal'. También es vecino «de la parte de arriba de la calle» y considera que «hay muchos cruces en toda la calle y, por mucha preferencia que tengas, siempre hay alguien que se la salta». Reivindica «más aparcamiento para motos» y «más espacio para los repartidores, que les multan a la mínima que se paran a descargar» mientras reconoce que «es una calle que está muy bien: limpia, con los jardines bien cuidados y con buen ambiente entre vecinos».
Satu es vecina de Santa Eulària y coincide en subrayar que «la calle está siempre muy limpia, además todas las aceras tienen sus rampas para los carritos y las sillas de ruedas». Tras pensarlo bien, en el lado negativo de esta calle, Satu observa que «nos quedan un par de años de ruidos y molestias por las obras», señalando la esquina con la calle Sant Joan donde los ruidos delatan la construcción de un nuevo edificio.
Este es el mismo punto negativo al que apunta César, también vecino de Santa Eulària, mientras pasea a su perra, Blanca. «Lo peor es este ruido, que es bastante molesto», opina el vecino que subraya que «lo mejor de la calle es la gente que hay por aquí, todos tenemos buen rollo».
Raquel es la responsable de la cafetería Tapearte desde hace siete años. En la misma línea que César, opina que «no es que sea bonita, pero hay muy buena gente y bastante movimiento, hay un equilibrio muy chulo entre vecinos y turistas». «Estaría muy bien que pudieran hacerla peatonal de alguna manera para que tuviera todavía más movimiento», apunta la hostelera que explica que «hay mucho tráfico de coches, aunque es normal por la entrada al puerto».
Uno de los veteranos de esta calle es Pepe, que lleva 30 años trabajando en Motos Antonio. De nuevo, el mecánico reitera que «hay muy buenos vecinos», mientras aclara que «trabajo en un taller, un oficio que suele tener problemas con los vecinos y aquí nunca se ha venido a quejar nadie». «También es cierto que hago todo lo posible porque no haya ninguna queja», apunta Pepe mientras define esta calle como «muy completa: hay de todo»