La calle Asturias del municipio de Ibiza es paralela al paseo de ses Figueretes y no tiene más de 200 metros de longitud. Sin embargo, el flujo de peatones y vehículos que abarca es elevado. Al hablar con los vecinos se puede comprobar rápidamente que se trata de una zona que o bien te engatusa, en la que te sientes acogido, o en la que no terminas de sentirte cómodo y cambiarías muchas situaciones o como dicen: un lugar en el que se ven cosas extrañas. Lo que sí es un hecho en este mundo globalizado y, por ende en esta calle se repite, es que los comercios locales van cerrando y con ellos se llevan la vida de barrio.
Marta es de las primeras que habla con este rotativo. Ella pasea a su Tibol todas las mañanas y le encanta: «Yo vivo aquí desde hace tres años y estoy muy bien. En verano todo tiene más ajetreo siempre pero es verdad que en esta calle hay muchos edificios y ninguno es hotel. De hecho, yo duermo con las ventanas abiertas todo el año y no diría que no duermo en verano». Reconoce que hay habladurías, pero para ella se ciñen en eso ya que esta madrileña no ha visto ni sufrido ningún contratiempo en esta calle de ses Figueretes: «Siempre ha tenido muy mala fama el barrio de ses Figueretes, pero entiendo que con el tiempo se le ha quedado esa fama; dicen que había una zona con prostitución y venta de drogas pero yo ya te digo que yo llevo tres años aquí y no he visto nada que no haya pasado en otro municipio».
Barrio popular
Eileen se acaba de mudar de zona pero vivió en esta mucho tiempo y sigue pisando sus baldosas a menudo. De hecho, en el momento de las declaraciones paseaba a su perro con un amigo y explica: «Veníamos hablando justo de lo lindo que es ses Figueretes; hay como otro aire, está todo a mano, tienes la playa hermosa al lado. La verdad que es todo bonito». Su amigo Alessio, por su parte, sigue viviendo en esta calle, que le maravilla: «Es un barrio popular. A mí me encanta, será porque yo soy de un barrio malo de Milán… hay a veces algún problemita pero yo no lo cambiaría por Botafoch. Hay mucha gente que lo define como un guetto o como que está sucio pero a mí me gusta». Él es vecino hace 10 años y, además, tiene un supermercado en sus aledaños. Explica que es un sitio donde la gente vive todo el año y sucede que «tú sales a comprar el pan y regresas después de tres horas porque conoces a los vecinos y te paras a charlar todo el rato».
Otro viandante recurrente del lugar es Gabriel a quien le atrae el paseo marítimo que se hay apenas a 100 metros: «Yo vivo por el centro pero me doy un paseíto por la mañana con el sol porque el paseo marítimo con el mar es increíble y me da mucha tranquilidad y mucho relax». Del mismo paseo llega ‘Diego el músico', un cantaor que lleva viviendo casi 40 años por aquí y su mujer e hijos son todos autóctonos. Para él, «la calle Asturias está perfecta; es muy tranquila, por la noche es otra cosa porque hay muchas discotecas, pero esto es Ibiza, que lo que tiene son las discotecas sino, no valdría nada».
«La intersección en donde corta la calle que viene de Platja d'en Bossa es muy complicada porque tienes que subirte un poco a la acera para cambiar de dirección», comienza Lucas, quien trabaja en la vía y la considera como «uno de los lugares donde se ven las cosas más extrañas». Así, según explica: «Una vez estaba caminando sobre las cinco de la mañana, se para un taxi y bajan dos personas completamente desnudas, pero completamente, y yo pensaba ‘esto está pasando de verdad o me lo estoy imaginando'». De la misma forma, Leonardo, que sí habita en la zona, indica que siempre está pasando algo y no en el buen sentido: «Debajo de mi casa hay un local de apuestas deportivas. En verano vemos pasar a la patrulla de la policía como diez veces al día, entonces yo no diría que es tranquilo. En el bloque de mi casa intentaron robar hace dos años también, siempre se ven trapicheos de drogas y en verano la playa huele mal». Este vecino lo recomendaría para vivir por el precio, pero no por el ambiente.
Para Daniela es muy bonita la calle Asturias porque hay mucha gente, sobre todo son latinos y pasea a su perro por allí todos los días. Sin embargo, la joven ratifica las opiniones negativas, pues no siente su calle como una zona familiar: «No lo siento familiar, lo veo como más de turismo y de gente… rara, porque es un ambiente en el que hay como mucha gente que fuma y todo eso».
Tranquilidad invernal
Es el segundo año en el que Pierre y Natascha regentan el Pina Bar en esta calle. Ambos dan la certeza de haberse sentido «muy acogidos por la gente, porque los vecinos son súper amigables y es una zona muy cosmopolita». Ellos se mostraban muy sorprendidos por la tranquilidad y la vecindad que se respira: «En invierno es mucho más tranquilo porque es totalmente lo contrario, recorremos mucho más la zona y descubrimos cosas nuevas, aquí al lado por ejemplo hay una verdulería de buenísima calidad en la que compramos siempre y apoyamos el comercio local, igual que hacen ellos cuando salen de trabajar y viene a nuestra coctelería a visitarnos y tomar algo».
Para Cristina, la zona ha cambiado mucho en este siglo, sobre todo lo atribuye a que los pequeños comercios locales han cerrado y con ellos se ha ido parte de la vida del lugar: «Cuando llegué hace más 20 años me gustaba muchísimo; ahora también me gusta, pero antes más, ha sido muy triste porque la gente ha ido cerrando los negocios y ha perdido la esencia». Según esta vecina, solo queda abierto ‘Comestibles Asturias', abierta desde 1966: «Antes estaba La Sirena, una perfumería que quedaba en la esquina y ahora pusieron más locales de alquiler de coches, un gimnasio, han quitado también el banco que quedaba en la esquina y ya no es lo mismo. Solo queda creo que esa tiendita de ahí que si es súper típica de esta la calle. La verdad que antes era una calle muy bonita».