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Entrevista

«Estamos en un momento de transición en el que no debemos utilizar la comunicación antigua y sí aquella basada en el respeto y la empatía>»

La experta participa el viernes en ‘La Aventura de Educar en Familia'

Patricia Ramírez. | Belén de Miguel

| Ibiza |

Patricia Ramírez (Zaragoza, 1971), más conocida como ‘Patri Psicóloga', inaugurará este viernes en Santa Eulària una nueva edición de ‘La Aventura de Educar en Familia', el ciclo organizado por el Ayuntamiento. La experta, que cuenta con más de 1.000.000 seguidores en las redes sociales, abordará en su charla la comunicación entre padres e hijos.

—Usted es escritora, conferenciante y divulgadora. No será fácil compaginar todas estas actividades.
—Vas compaginando a medida que vas diciendo que no a otras cosas que hacías antes. Con todo no se puede, así que hay que ir eligiendo aquello que te llena y yo me he quedado por ahora con divulgar, con las redes, escribir y con dar charlas y conferencias.

—En Ibiza su charla se titula ‘Cómo tener una buena comunicación para entendernos con los hijos'.
—La comunicación y el entendimiento con ellos es la clave de todo porque es lo que nos permite solucionar los conflictos o saber si están sufriendo o si tienen algún problema. También nos permite ayudarles y conocerlos mejor o incluso celebrar cosas juntos. Por tanto, los padres debemos hacer más que un esfuerzo. Es como un aprendizaje para poder comunicarnos con ellos de una manera respetuosa, empática y honesta, pudiendo llegar al corazón de nuestros hijos.

—¿Todos los padres son capaces de lograr esta buena comunicación o es algo utópico?
—Todos pueden lograrlo, aunque hay que invertir un tiempo porque, como padres, venimos de una educación que mayoritariamente ha sido más tradicional y jerárquica, muy condicionada por el castigo o el ‘aquí mando yo'. Debemos cambiar completamente el chip y comunicarnos con nuestros hijos pasa por seguir una pauta diferente de lo que tuvimos en casa y ello implica escucharles, darles la razón cuando la tienen, validarlos y no juzgarles o interrumpirlos. También, más que aconsejarles, pedirles permiso y consultarles si les interesa nuestra opinión. Hay muchas cosas que cambiar, aunque este mundo va tan rápido que la gente no tiene tiempo para nada. Cuando es necesario cambiar la comunicación, los padres ni se han entrenado ni se han formado para poder hacerlo y es algo a lo que hay que dedicar tiempo porque es muy importante.

—¿Cree que esta comunicación entre padres e hijos ha empeorado en los últimos años?
—No lo creo. No ha empeorado, sino que estamos en un momento de cambio en el que la educación del siglo XX no funciona porque las cosas son distintas y existe un cambio de valores. Estamos en un momento de transición en el que no debemos utilizar la comunicación antigua y sí aquella basada en el respeto y la empatía y estamos intentando aprenderlo. Creo que ahora hay mucha más confianza con los padres, pero todavía debemos hacer mucho más, aunque creo que vamos por buen camino.

—El uso de los móviles o de las redes sociales por parte de los jóvenes alterará esa relación entre padres e hijos.
—Las redes y la tecnología bien utilizadas son de gran ayuda para todos. Mal empleadas, por supuesto, nos aíslan. Hace años, cuando no existían las redes y sólo teníamos una televisión con un canal, todos nos sentábamos juntos a ver una película y compartíamos ese momento en familia. Ahora, todo el mundo tiene una ‘tablet' y los niños se aíslan para ver lo que ellos eligen, dejando de vivir ese momento familiar. Debemos usar las redes en la medida en que nos ayudan, pero también marcar en casa unos criterios y normas para evitar que nos separen, que haya un momento en familia y, para ello, los padres debemos animarnos a sacar juegos de mesa y demás. Yo tengo cuatro hijos de entre 19 y 23 años y si decimos en casa que vamos a jugar a las cartas, se apuntan los cuatro. Es importante que los padres también hagamos por realizar actividades que les involucren, que se lo pasen bien y que les apetezca pasar tiempo con nosotros. Ello favorece mucho la comunicación porque, en el momento en que tú cambias el chip y ya no sólo les preguntas por los estudios, surgen otros temas de conversación que enriquecen mucho la relación y los padres debemos hacer por crear estas situaciones.

—Cuando imparte este tipo de charlas, ¿qué inquietudes suelen transmitirle los padres?
—Normalmente son cuestiones relacionadas con la adolescencia porque su hijo se aísla o porque no quiere compartir nada con los padres, pero la pregunta es si uno mismo comparte cosas con sus hijos, si les haces partícipes de tus momentos tristes o dificultades y les pides consejo. También hay que mirar cómo se actúa cuando los hijos han intentado hablar contigo. Si lo han hecho y rápidamente has comentado que lo que estabas escuchando era una barbaridad y has hecho un juicio de valor, no les apetece seguir compartiendo nada. A veces, les preguntamos cómo están y nos responden que mal; nos dan una mala contestación y, en vez de interesarnos por lo que ha podido pasar, de inmediato les decimos que no nos hablen así y, desde ahí, nos perdemos un montón de información y cosas que nos podían contar, cuando son importantísimas en ese momento las emociones de tus hijos, que ya habrá tiempo después para hablarles del respeto.

—¿Qué pautas o mensajes va a lanzar a los padres en la charla del viernes?
—Hablaré de la empatía; del saber esperar el momento; de escuchar con atención en vez de terminar sus frases y de no interrumpir. Afortunadamente, la comunicación va por mejor camino porque hay mucho interés puesto que los padres están interesados en saber cómo mejorar las relaciones con sus hijos y poder estar más presentes en sus vidas y que haya ese interés, es un primer paso. No es fácil cambiar porque venimos de una educación distinta y el hábito nos lleva a repetir aquello que hemos recibido, aunque no nos guste. Sin quererlo, y debido a este ritmo de vida, repetimos pautas que no nos gustan, pero con un poco de atención somos capaces de cambiar modelos para tener una educación más profunda y respetuosa que va a dar a nuestros hijos más autoestima y confianza.

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