El presidente de la Asociación de Clubes Náuticos de Baleares, Antoni Estades (Mallorca, 1967), lamenta que actualmente la situación de estas entidades es «desesperada» y pide soluciones de inmediato para evitar la gentrificación definitiva e irreparable de las instalaciones.
—La Asociación de Clubes Náuticos de Baleares ha lanzado un SOS asegurando que su situación es desesperada.
—Sí, más en unos casos que en otros y, sobre todo, en relación a los que dependen de Autoridad Portuaria. Ya lo comenté en mi intervención durante el acto reivindicativo del Club Náutico Ibiza. También pretendemos hacer ver la singularidad de estas entidades puesto que, al final, lo que ofrecemos y mostramos a la sociedad no tiene nada que ver con lo que las empresas mercantiles ofrecen como modelo de gestión.
—¿Qué opinión le merece el acto celebrado el pasado sábado en el Club Náutico Ibiza?
—-Me pareció que hubo mucha asistencia y es muy interesante la repercusión mediática conseguida, con una gran sensibilidad de la prensa de Ibiza hacia el tema.
—La unión de la sociedad ibicenca será fundamental para conseguir el objetivo del Náutico Ibiza.
—-Evidentemente, es un arma clave y no sólo desde el aspecto deportivo, sino también social y, más, si hablamos de entidades centenarias.
—Ustedes reclaman cambios legislativos que reconozcan su función.
—-Todo surge de un congreso que se celebró en abril del pasado año, cuando se impulsó el Pacto de la Palma y se llegó a la conclusión por parte de Puertos del Estado y de los diferentes náuticos de que debía llevarse a cabo algún tipo de modificación legislativa en este sentido, no sólo reconociendo la importancia de los clubes, sino también su trabajo para evitar su desaparición. Este Pacto tuvo un recorrido complicado puesto que en junio se convocaron elecciones y lo cierto es que durante el periodo electoral y después de los comicios nadie hizo caso y ahora, que ya se ha conformado un Gobierno, pensamos que sería el momento para retomar este Pacto de la Palma. Además, el director de Puertos del Estado es la misma persona, una noticia positiva puesto que no debemos volver a plantear el tema. Los dos partidos mayoritarios -PP y PSOE- también registraron dos Proposiciones no de ley por separado, aunque al final el contenido es prácticamente el mismo. En ellas, se insta al Gobierno estatal a que se modifique la legislación. Ahora desconozco su curso parlamentario, pero lo normal es pensar que se dará trámite a estas proposiciones desde el Parlament balear hacia Madrid.
—¿Por qué se ha llegado a esta situación?
—-Por dos motivos. Primero, porque estamos en dominio público y administrativamente se nos obliga a hacer concursos, una condición necesaria. Segundo, porque existe la circunstancia de que en Baleares la lámina de agua o el metro cuadrado de agua tiene un gran contenido económico y ello provoca que existan unos intereses económicos muy potentes, con ‘lobbies' que desde Madrid aprietan para que las concesiones se vayan adjudicando a empresas mercantiles que dirán que hacen lo mismo que nosotros, pero nunca será así puesto que los criterios que emplean son mercantiles, no sociales ni deportivos, y su finalidad es ganar dinero y no aportar a la sociedad y a los deportistas un valor añadido. Sobre el papel dirán que lo van a hacer. Ya dice el refrán que el papel todo lo aguanta, pero al final no lo van a hacer. Es un tema de ADN y las asociaciones deportivas como los clubes náuticos tenemos ese ADN también social y cultural, pero no es así en el caso de las empresas mercantiles puesto que buscan sacar beneficios y poder repartirlos entre sus accionistas.
—¿Se ha dado el caso que otros náuticos en España hayan acabado en manos de estas empresas?
—-El de Mahón, que desapareció en 2008 cuando acabó la concesión. No fue un caso tan complejo como el de Ibiza, pero terminó esa concesión y se la quedó una empresa que hizo unas obras y al tercer año ya no pagó el canon pertinente. También se demostró ahí que somos diferentes porque nunca un club ha dejado de pagar una tasa por una concesión. Nuestra morosidad es cero y, sin embargo, entidades mercantiles que dicen que pagarán una cantidad muy importante, se encuentran después muchas de ellas que en unos años no pueden pagar. Mahón perdió la concesión y ahora la ha recuperado en parte, pero casi después de 15 años.
—Estos días se ha sabido que el Club ha trasladado a Marina Botafoch decenas de barcos para protegerlos hasta finales de abril de posibles inclemencias, evidenciándose que Autoridad Portuaria no ejecuta las obras necesarias en el puerto.
—-La incongruencia es esto. Si se deben ejecutar obras de este tipo como un dique de contención, o bien las hace APB y después saca la concesión o pide que las ejecute la concesionaria, pero con un concurso a largo plazo. Es imposible exigir este tipo de inversiones en concursos que son para un año y prorrogables hasta tres. Es contradictorio y lo del Náutico Ibiza hace ya años que se está haciendo todo mal por parte de la APB y, al final, sigues poniendo parches, continúas teniendo mal el Club, no lo arreglas correctamente y no es manera.
—¿Qué mensaje final lanzaría a toda la sociedad?
—Pediría un poco de conciencia social hacia los clubes náuticos. Es verdad que históricamente siempre se han confundido con marinas y la sociedad no vinculada al mar no se ha preocupado en conocer las diferencias entre un náutico y una marina, que son gestionadas por empresas. Los clubes no tienen nada que ver con este tipo de negocios y nuestra actividad está enfocada al deporte federado, con temas ambientales y con la enseñanza en general. De alguna manera, garantizamos además que pueda haber una náutica recreativa para los ciudadanos de Baleares a precios normales, entendiendo por ello precios que un residente con una economía media puede permitirse. Si ya nos vamos al modelo de marina o empresarial, los precios se disparan y los residentes de Baleares terminarán mirando desde tierra cómo navegan los extranjeros adinerados, pero se nos cerrarán muchas puertas al mar.