Tras casi dos años de impago, Joan Marí recuperó el piso okupado de Cas Serres de su propiedad. Se trata de un piso de tres habitaciones y dos baños ubicado en el edificio Balboa, de la calle Jacint Aquenza cuyo alquiler, tal como relata su propietario a Periódico de Ibiza y Formentera, «hace cerca de dos años que no se pagaba el alquiler». Marí aclara que «primero había una persona italiana que dejó de pagar el alquiler que al mandarle la orden de desahucio ya no estaba y en su lugar había otra persona de origen marroquí». Por esta razón, tal como explica Marí a este rotativo, «a partir de ese momento hubo que comenzar todo el proceso judicial desde cero».
Cansado de la lentitud de la justicia («ni el abogado ni en los juzgados me sabían decir cuándo se podía llevar a cabo el desahucio de esa persona que, además, había presentado un contrato falso a la Policía Nacional», según relata), Marí optó por contratar los servicios de desokupación de la empresa Hispaval para conseguir así desalojar al okupa.
El dispositivo de la empresa Hispaval se puso en marcha este miércoles a primera hora de la mañana con un control de acceso al edificio. Una jornada larga en la que el okupa fue informado de que no podría volver a entrar al piso una vez abandonado al salir del edificio.
Sin embargo, tal como explican desde la empresa Hispaval, «el individuo trepó por la terraza con la complicidad de un vecino durante la tarde». Fueron dos las ocasiones en las que se requirió la presencia de la Policía Nacional durante la primera jornada del dispositivo de la empresa de desokupación Hispaval.
Pero no fue hasta la mañana de este jueves cuando el individuo, «tras estar intentando acceder al piso durante toda la noche», abandonó definitivamente el piso.
El precio
«Me voy a tener que gastar 2.000 o 3.000 euros para reparar todos los desperfectos del piso», lamentaba el propietario tras poder acceder y examinar, por fin, el piso de su propiedad.
«La suciedad era impresionante, además hay desperfectos por todos lados», lamentaba Marí mientras hacía inventario mentalmente: «Hay puertas rotas, los armarios de la cocina están destrozados, puertas y ventanas de aluminio estropeadas, baldosas rotas, el timbre estropeado a mala idea…». «La verdad es que podría estar peor; encima debería dar gracias», se consolaba Marí con ironía.
Más allá de las rentas no recibidas durante cerca de dos años, («es un piso grande, con tres habitaciones y dos baños que en el mercado alcanza los 1.500 euros mensuales de alquiler», según calcula), Marí añade a los gastos de esta okupación ilegal de su propiedad «alrededor de 12.000 euros entre la empresa de desokupación y la de seguridad, más los gastos del abogado durante todo este tiempo».
Una suma que hace reflexionar al propietario, quien afirma que «a uno se le quitan las ganas de alquilar; me hubiera salido más rentable dejarlo vacío». Joan Marí reclama que «la Justicia debería protegernos un poco más; ha sido todo muy desagradable y esta noche apenas he dormido». «Esta noche voy a dormir mucho mejor», concluía Marí con alivio tras recuperar su propiedad.