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El COFIB incrementará la vigilancia en Sant Josep ante el hallazgo de una culebra bastarda en Ibiza

La entidad recuerda que se trata de una especie que no afecta ni a humanos ni a mascotas

La culebra bastarda atrapada este lunes en Cala Tarida. | R.I.

| Ibiza |

El Consorcio para la Recuperación de la Fauna de las Islas Baleares (COFIB) incrementará la vigilancia en la zona de Sant Josep tras el hallazgo de un ejemplar de culebra bastarda (Malpolon monspesulanus) en una de las trampas destinadas a capturar este tipo de animales. El gerente del COFIB, Miquel Puig, ha señalado, en declaraciones a Periódico de Ibiza y Formentera, que en los próximos meses se prestará especial atención a esta zona para comprobar si existen o no otros ejemplares. En el caso de que así sea, se establecerán las actuaciones necesarias para luchar contra especie depredadora que se ha puesto en riesgo la vida de las sargantanes en la isla.

Puig ha recordado que en 2022 se constató la presencia vía fotografía de un ejemplar de la culebra bastarda. Años antes, además, se dio aviso de otro avistamiento que, sin embargo no pudo ser confirmado. El ejemplar hallado ahora por un cazador de Sant Josep mide 1,40 metros, lo cual podría indicar que se trata de una culebra joven dado que, según Puig, este animal puede llegar a alcanzar los 2,20 metros de longitud. «Es la serpiente más grande de las que hay en España», ha añadido Puig, «pero aún tenemos que estudiar a fondo el ejemplar capturado en Sant Josep». Esta culebra, ha recordado el experto, se encuentra presente en la Península y ya fue detectada en Mallorca, al igual que otros ofidios. «La invasión de ofidios en los archipiélagos es algo que está sucediendo en todo el mundo», ha señalado, «en el caso de Ibiza, tenemos ya la herradura, la escalera y ahora podría ser también la bastarda. Esto sucede porque hay más tránsito de mercancías y personas. Con la culebra de herradura, se hizo un estudio en detalle en Mallorca y se llegó a la conclusión de que había llegado a la isla en el transporte de los olivos. Pueden estar dentro de la tierra o del tronco y son difíciles de detectar».

Miquel Puig ha recordado que el problema con las serpientes en el archipiélago es que «como cualquier invasor, generan desequilibrios medioambientales»: «Los ecosistemas insulares suelen ser más delicados. Y estos depredadores van a por sus presas, que no están acostumbradas a hacerles frente. No tienen mecanismos de defensa. En la Península, esta serpiente no da problemas porque sus presas han evolucionado a la par. Todos han optimizado sus habilidades. Pero en Ibiza, la llegada de este tipo de serpientes es un proceso abrupto que puede tener consecuencias graves. De todos modos, hablamos de una primera captura y no se puede prever aún lo que sucederá en el futuro».

Difícil envenenamiento

El gerente del COFIB, por otro lado, ha dejado claro que la culebra bastarda no es peligrosa ni para los seres humanos ni para las mascotas. En este sentido, Miquel Puig ha explicado que esta culebra tiene un colmillo interior con el que inocula el veneno a sus presas cuando ya están dentro de su cavidad bucal. «Si muerde a una persona», ha añadido, «es muy difícil que le inocule la toxina. Puede pasar, claro, pero no es fácil. Además, se trata de una toxina leve que utiliza para adormecer a sus presas. El peligro para las personas y las mascotas es prácticamente inapreciable».

Puig, finalmente, ha recordado que las serpientes son «necesarias para el ecosistema porque cumplen, como todas las especies, un papel». Sin embargo, es cuando entran en un ecosistema diferente cuando se producen los problemas. «La culebra bastarda, en su ecosistema, tiene un papel pero el problema es que no debería estar en Ibiza», ha añadido en este sentido, «las serpientes están ya de por sí demonizadas y, en Ibiza, más por el problema con las sargantanes. Cumplen una función vital pero no en las Pitiusas».

En cuanto a las trampas vandalizadas, de las que se han sacado los ratones e, incluso, las serpientes atrapadas, Miquel Puig ha señalado que es un problema que obedece fundamentalmente a un animalismo mal entendido. «Los ratones que están en las trampas están alimentados, tienen agua y las cajas se colocan en lugares donde están protegidos. Además, no tienen en ningún momento contacto con las serpientes que entran en la trampa», ha explicado, «pero hay gente que tiene otra percepción y piensan que el ratón de estar libre. Así que nos encontramos con que sacan a los ratones o mueven las trampas de sitio o las abren. No piensan que detrás de estas trampas hay un trabajo importante desarrollo con criterios técnicos, científicos y ambientales porque lo que ellos valoran es la vida del ratón e, incluso, de la serpiente».

Ante esta situación, Miquel Puig considera, finalmente, que esa necesario ser «muy didáctico» para evitar que se siga produciendo este problema.

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