Tots Sants es, habitualmente, una festividad triste en la que recordamos a los ya no están. También disfrutamos de dulces típicos de estas fechas como los panellets o los huesos de santo. O de tradiciones que no son nuestras pero que, por la vía del cine, hemos convertido en propias como Halloween. Hay quienes, incluso, consideran que es un buen día para visitar sin motivo aparente los cementerios porque es la jornada en la que, dicen, más bonitos están. En Vila, y de la mano del concejal de Cementerios, Manu Jiménez (Ibiza, 2001), Tots Sants será también a partir de ahora un día ideal para conocer la historia de la ciudad en el entorno del Cementeri Vell. El proyecto El silenci del record tiene precisamente ese objetivo, el de poner en valor una parte importante de nuestra historia en un entorno atípico pero en el que, como bien dice el edil más joven de la Corporación municipal, «acabaremos todos».
—¿Qué es El silenci del record?
—Es el título del proyecto que estoy haciendo. La intención es dar al Cementeri Vell una visión más cultural y patrimonial, que no sea solo un sitio al que vas por Tots Sants o cuando fallece alguien. Es un proyecto para que tanto los de aquí como los de fuera puedan visitar el Cementeri Vell y conocer nuestra historia.
—¿De dónde sale la idea? Parece que es usted muy joven como para reparar en la importancia de los cementerios.
—El alcalde, Rafa Triguero, me puso al frente del área de Cementerios y, como es obvio, me encargo de actualizarla y mejorarla lo máximo posible. Cuando empecé y visité los cementerios que tenemos en Vila me di cuenta de que teníamos cosas como la capilla de los Puget o la de los Llobet, las tumbas de muchísima gente que era importante. Tenemos un museo Puget y también están ahí enterrados. Ahí están Isidor Macabich e Ignasi Wallis, que tienen sus calles. Tenemos la Casa Broner y resulta que en este cementerio está enterrado Erwin Broner. Pero también la persona que cedió la casa al Ayuntamiento, Gisela Broner. Se trata de dar una referencia y una importancia a este cementerio. Ahí hay gente de todo el abanico político, artistas, joyeros como Viñets o Can Afro, médicos como Vilàs… Es verdad que un cementerio es el lugar en el que descansan los restos de una persona que ha fallecido pero, a la vez, podemos remontarnos hasta 1832, que es el año del que tenemos los primeros documentos sobre este lugar. Ahora vamos a poner 61 placas con los datos de las personas que están ahí enterradas. Y, además, hemos puesto dos vitrinas en la capilla municipal del cementerio. En una de ellas, se expondrá la documentación que ha encontrado la archivera del Ayuntamiento, Fani Tur, sobre el cementerio. Le hablo de documentos como el expediente económico para la apertura y construcción del cementerio o los planos de las capillas. En la otra capilla habrá diversos elementos como balas, monedas o la suela de un zapato, que se encontraron en las excavaciones de los planes de fosas que se llevaron a cabo en Ibiza por lo de la memoria democrática.
—Es un proyecto interesante.
—Sí, se trata de concentrar todo el valor y el potencial cultural que tiene el cementerio y lucirlo. Muchas veces hablas con gente de aquí que te cuenta, por ejemplo, que ha estado en Mérida y que allí lo tienen todo expuesto para conocer la ciudad. Nosotros, como ayuntamiento, tenemos que luchar al máximo para exponer lo que es nuestra ciudad y nuestra isla. El Cementeri Vell es el más antiguo de la isla.
—Pero los cementerios no cuadran mucho como lugares turísticos o culturales teniendo en cuenta la manera en la que nosotros vivimos la muerte.
—Nosotros tenemos esta forma de vivir la muerte porque somos cristianos. Pero en Buenos Aires también son cristianos y el Cementerio de Recoleta es conocido mundialmente. Lo mismo pasa con los de Milán o París. Ellos tienen la cultura de visitar y exponer sus cementerios. Otro ejemplo es el Cementerio Judío de Praga, en la República Checa. Todo el que va a Praga, entra. Nosotros también queremos exponer la historia de nuestro cementerio. Es un área pequeña pero muy importante porque todos tenemos que pasar por ahí sí o sí.
—¿Cómo lo van a promocionar?
—Hemos hecho esto de las placas. Nos gustaría hacer visitas guiadas en días especiales pero siempre teniendo claro que hay que respetar. Se trata de introducirnos en la historia que guarda este lugar.
—Ibiza tiene ya más de 50.000 habitantes. ¿Cómo afecta este crecimiento de la población a la gestión de los dos cementerios de la ciudad?
—El Cementeri Vell no se puede ampliar porque dentro del núcleo urbano no se pueden crear instalaciones funerarias. Hemos de mirar más hacia los límites del municipio. Habrá que crear más nichos y columbarios en el Cementerio Nuevo y habrá que ampliar la parcela actual. Le hablo de un plazo de siete años.
—¿Qué es lo que más le ha sorprendido de gestionar este área?
—Bueno, realmente nadie quiere relacionarse con algo tan triste. Pero una vez que el alcalde me asignó este área, la verdad es que ha acabado gustándome. Mis abuelos están enterrados en el Cementerio Nuevo y mis bisabuelos en el viejo. El Cementerio Nuevo está en una zona que forma parte de la Xarxa 2000 y que está protegidísima a nivel forestal. Ver esas montañas o Platja d’en Bossa desde allí es increíble. Lo mismo pasa cuando estás en el Cementeri Vell y ves toda la historia que hay ahí. Además, es una gestión que ha de ser totalmente flexible. Normalmente, la ciudadanía ha de adaptarse a la Administración, que es la que, por ejemplo, te dice que de tal hora a tal hora puedes ir a buscar un certificado. Pero en Cementerios todo cambia. Cualquier urgencia, cualquier accidente, hace que el departamento se tenga que activar enseguida para dar la cara y apoyar a las familias.
—Desde fuera da la impresión de que es un área en la que no hay muchas posibilidades de innovar.
—No, la verdad es que hay lo que hay. Pero, por ejemplo, hay cementerios en los que, en la entrada, hay un dispositivo en el que introduces el nombre del difunto y te indica exactamente dónde está. Es algo que queremos implantar también en los cementerios de Ibiza. La verdad es que es un sistema que facilita mucho las cosas a los familiares. Ahora mismo tenemos el proyecto planteado a corto plazo y yo creo que estará implantado a finales del año que viene. Por otro lado, cada día fallece gente y se van ocupando las instalaciones. La semana que viene vamos a instalar 32 nuevos columbarios para urnas de cenizas en el Cementerio Nuevo. Además, tenemos también un proyecto con la asociación Tribu de Estrellas, que está dedicada a lo relacionado con la muerte perinatal. Ahora mismo el único espacio que tienen está en Sant Josep y queremos hacer una zona para ellos en breve.
—Poco a poco sí que se van implantado novedades.
—Sí, es que realmente yo no veo este área como una asignatura María. Es un área más. Yo cada día trabajo en esto, en Jardines y en Bienestar Animal.
—¿Usted cree que deberíamos vivir la muerte de otra manera?
—Yo creo que no. Cuando fallecieron mis abuelos yo lo pasé mal porque es muy triste. Nunca más vas a volver a verlos. Pero la muerte es así. Y, para los vivos, después de la muerte, ¿qué? Tienes la opción de no ir más al cementerio o de ir a recordar a los que han fallecido pero ya pasada la pena.
—Ibiza es una ciudad multicultural. ¿Cómo se refleja esto en sus cementerios?
—Es verdad que cada religión tiene sus ritos y demanda sus tradiciones. Pero vivimos en un lugar que tiene su propia tradición. Nichos, columbarios, criptas y capillas son para nosotros de una manera y yo soy partidario de que no hagamos divisiones en este caso. El Ayuntamiento, obviamente, ofrece a todos las mismas posibilidades pero, por ejemplo, los musulmanes no aceptan la incineración y prefieren llevar los cuerpos a sus países.
—Para acabar, ¿es leyenda urbana eso de que no hay chinos en nuestros cementerios?
—Pues la verdad es que no tengo ni idea de qué pasa con ellos pero, ahora que lo dice, nunca he visto ninguna lápida con el nombre de alguna persona china. No sé realmente qué hacen con ellos. Es raro.