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«La vivienda se nos ha ido de las manos porque no ha habido ningún control»

Alfonso Rojo. | Irene Arango

| Ibiza |

Alfonso Rojo (Reinosa, 1964) ha sido reelegido este viernes como presidente de la patronal Pimeef. Su discurso es reivindicativo y realista. No duda en exigir soluciones para los empresarios y comerciantes de la isla pero tampoco a la hora de defender, por ejemplo, los derechos de los inquilinos. Una postura no habitual en estos tiempos, en los que parece que solo son los propietarios los que están en problemas.

—La Pimeef acaba de presentar los resultados de la Encuesta de Actividad 2024 y uno de los resultados más llamativos ha sido el de la percepción de inseguridad que tienen los empresarios. ¿Hay miedo?

—Miedo como tal no hay. Pero en las Pitiusas siempre hemos utilizado la seguridad como bandera y la verdad es que, a poco que hay un aumento de inseguridad, crece esa sensación. Pero no creo que sea miedo. Es más molestia. Tenga en cuenta que, a nivel empresarial, no estamos hablando ni de grandes robos ni de robos con violencia. Lo que sí hay es intranquilidad.

—La patronal que usted vuelve a presidir ha reclamado en numerosas ocasiones una mayor presencia de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado en Ibiza y Formentera.

—La primera perversión en todo esto es que tenemos las ratios que nos dan por población. En Ibiza tienes 180.000 residentes pero en temporada puedes llegar a los casi 400.000. Si tus números de servicio son para 180.000, siempre tendrás carencias y déficits.

—La postura del Estado es que si se tiene en cuenta la población real, el porcentaje de delitos bajaría bastante.

—Puede ser. Al final, esto son matemáticas. Pero, contra un informe, siempre habrá otro informe. Lo que está muy claro es que nosotros tenemos que pedir unas dotaciones justas. Cuando comienza la temporada, nosotros siempre hablamos con Policía Nacional, Guardia Civil y policías locales. Los refuerzos que pedimos para el verano vienen. Pero vienen casi para cubrir las plazas de los que han pedido cambio de destino. La Policía Nacional y la Guardia siempre nos han tranquilizado diciendo que las emergencias se cubren. Y si tiene que venir personal puntual, viene. Pero parece que siempre estamos un poco en precario. De todas maneras, en Pimeef siempre hemos confiado en que al final esto saldrá adelante. Pero la foto que nos gustaría sería bastante diferente.

—La Encuesta de Actividad 2024 ofrece también datos que invitan a una cierta prudencia.

—Sí, venimos de años como 2022, que fue de récord. En 2023 se normalizó un poco. Hay que analizar muchas cosas. Fue un verano muy caluroso y vimos que no se llegó a aquellos porcentajes del 105%. Pero se estiró al inicio y al final. En 2024 tuvimos los Juegos Olímpicos y la Eurocopa. Históricamente, estos eventos nos quitan clientes. Y el turismo joven, que se ha desplazado a esos eventos deportivos, ha venido también pero con menos dinero para gastar. En la encuesta, una de las quejas de los asociados es que hubo mucho flujo de gente pero con un menor consumo. Los jóvenes dedican más dinero al ocio que a esa otra oferta. En nuestra opinión, los topes ya se han tocado.

Alfonso Rojo, durante la entrevista con Periódico de Ibiza y Formentera. Créditos: Irene Arango.

—¿Se puede subir más?

—Yo no creo. Hemos llegado a nuestro tope. A los empresarios tal vez nos gustaría trabajar menos pero, evidentemente, con una rentabilidad similar. Si recibimos menos turistas con una rentabilidad similar, seguramente necesitemos menos mano de obra y podremos pagar más a los empleados.

—La situación internacional es endiablada en estos momentos. ¿Cómo cree que afectará esto a Ibiza?

—Históricamente, hemos dicho que la gente busca tranquilidad y seguridad en un destino turístico. Si en destinos como los árabes las cosas no están bien, tenemos los que llaman un turismo prestado.

—Pero ahora no estamos hablando de destinos competidores como puede ser Turquía. Hablamos de un posible conflicto bélico contra Rusia y con nuestros principales mercados aparentemente dispuestos a todo.

—A mí me cuesta mucho pensar que vayamos a entrar en conflicto. Además, ahora mismo estamos en invierno y el turismo busca el sol. Cuando Europa tiene inviernos muy crudos, la gente espera que salga el sol para venir de vacaciones. Es cierto que el panorama político es muy inestable. Pero hay que esperar a ver qué pasa. Yo confío en que todo se empiece a tranquilizar un poco. Ahora mismo cada mañana lo primero que te preguntas es a ver qué se le ha ocurrido a Trump. Lo de America First está muy bien pero llegará un momento en el que temas como los aranceles afectarán a las empresas norteamericanas y a lo mejor él tendrá que rebajar el tono.

—La falta de personal es uno de los quebraderos de cabeza de las empresas pero la maquinaria sigue funcionando. ¿Cómo se adaptan a esta situación?

—En las empresas hay un autónomo y los trabajadores. Un trabajador tiene un tope de horas extras y has de adaptar el equipo que tienes a tu maquinaria. El resto del tiempo, sois tú y tu familia los que tenéis que echar más horas que un reloj. Esa es la realidad. Las empresas nos tenemos que adaptar a las herramientas que tenemos. Ahora ya no tienes figuras como el pinche, que empezaba a trabajar contigo a los 16 años y aprendía un oficio. Estaban contigo siete u ocho años trabajando y luego se iban a otras empresas ya como profesionales cualificados o montaban las suyas propias. Ahora dependes de poder contratar a alguien para cuatro o cinco meses.

—La vivienda es el gran problema de la isla. ¿Cree que tiene solución?

—Tenemos algo que se nos ha ido a todos de las manos porque no había control ninguno. Se han puesto las normas pero no las ha cumplido nadie. La primera que se incumple es la de las fianzas del alquiler que hay que depositar en el Ibavi. Hace un par de años me dijeron que solo estaban depositadas el 3% . Se me cayó el alma al suelo. ¿Para qué queremos leyes si luego nadie se encarga de hacerlas cumplir?

Alfonso Rojo, durante la entrevista con Periódico de Ibiza y Formentera. Créditos: Irene Arango.

—¿Y qué hay que hacer?

—Hasta que el alquiler no se declare un actividad económica estaremos igual y la especulación seguirá pasando. Yo soy muy crítico con todas las personas que se quejan de que tenemos problemas endémicos en la isla, de que hay saturación, de que así no podemos vivir, que nuestros chicos se van… y tienen una vivienda en propiedad y la alquilan a cualquier precio. Es legítimo que cada uno haga con su propiedad lo que quiera. Pero tú no vives de esa vivienda. A lo mejor estás pagando una hipoteca pero son los menos. Cuando tienes una vivienda que seguramente se ha pagado con el esfuerzo de tus progenitores y tú haces negocio con ello, no puede ser. Si tú quieres hacer negocio con esto, date de alta como empresario y tributa por ello. Y si tú quieres que la sociedad vaya bien y tú no necesitas eso para comer, haz que esa vivienda esté dignamente alquilada a un vecino tuyo que pueda progresar. Hemos entrado en un bucle en el que parece que todo vale y hay que explotar todo al precio que sea. Me parece fenomenal pero hagámoslo como actividad económica. Vende tu producto a 1.800 euros y tributa el 35%.

—¿Por qué cree que ninguna solución ha funcionado?

—El anterior equipo de Gobierno de Vila hizo un estudio sobre las viviendas cerradas en la ciudad. Lo hizo Aitor Morrás con muy buen criterio. Salían unas 5.000 viviendas cerradas. De esas, 2.000 están cerradas porque o se están alquilando en el mercado negro o porque los propietarios tienen inseguridad jurídica. La Administración tiene herramientas para comprobar qué pasa. Por ejemplo, a través del consuno de luz y agua. Si hay consumo, hay alguien viviendo. Y, si hay alguien viviendo, lo primero que hay que ver es si está dentro de la legalidad con un contrato en vigor. Al final, es querer hacer cumplir las normas que ya existen. La Constitución dice que todo el mundo tiene derecho a una vivienda digna y eso no se está cumpliendo. No podemos ampararnos en normas que puedan dar derecho a la okupación. Es la Constitución la que dice que todos tenemos derecho a una vivienda digna. Una vivienda que, como mínimo, no supere lo que dice la cédula de habitabilidad. ¿Alguien comprueba si en una casa hay seis personas o 16? Eso hay que comprobarlo.

—Muchos ciudadanos piensan que no se quiere resolver el problema.

—Yo no quiero creerlo. Pienso que es porque hay una burocracia excesiva y un tema de competencias. Al inquilino le amparan todos los derechos. No podemos estar robándole y ese robo se produce desde el momento en el que se le cobran 600 euros por una habitación y sin contrato. Esto pasa porque no hay control. Mire, la vivienda es de alguien. Hay unos papeles que dicen que hay un propietario. Y hay que tirar del hilo y ese propietario tiene que tener un contrato firmado con las personas que están ahí dentro. Y no puede haber más personas de las que marca la cédula de habitabilidad. Vamos a cumplir las normas que ya están. No creemos más.

—Hace muchos años, la preocupación de la Pimeef sobre el intrusismo se centraba en problemas como la venta ambulante en las playas. Ahora el intrusismo está en prácticamente todos los sectores. ¿Cómo observan ustedes la situación?

—Todo ha ido evolucionando. Sigue habiendo vendedores ambulantes en las playas y sabemos que los ayuntamientos trabajan en esto con las policías locales para perseguir a los infractores. Los niveles de incautación han subido una barbaridad porque cada vez hay más gente haciendo esto. Pero luego hay intrusismo de todo tipo. Por ejemplo, gente reparando vehículos en casas privadas en el campo o en bajos en cualquier sitio, cuando a los talleres reglados se les exigen un montón de cosas. Lo mismo pasa con el charter. Parece que cualquiera que hoy tenga un barco puede alquilarlo. Las fiestas ilegales que se siguen celebrando. Parece que estamos en una isla en la que se permiten todo tipo de ilegalidades. La Administración está luchando con las herramientas que tiene para ello. Pero volvemos a lo mismo. Cuando vas a una fiesta ilegal y las fuerzas de seguridad no pueden acceder porque es una actividad privada… ¡Están haciendo una actividad económica! Yo no tengo amigos para hacer cumpleaños de 120 personas. No nos pueden tomar por tontos. Aquí estamos todos trabajando para que la temporada sea buena y el que la va a liar ni siquiera está ahora aquí. No podemos permitir que todas esas ilegalidades jueguen con el nombre y la calidad del destino que estamos creando y que estamos manteniendo. Pero estamos en lo de siempre, la Administración no tiene suficientes medios y los procedimientos son muy garantistas para el infractor.

—Son demasiadas cosas hasta para la Oficina de Lucha contra el Intrusismo.

—Esta oficina tiene un director, Enrique Gómez, con el que ya hemos trabajado durante la pandemia y conocemos su capacidad. Lo que nosotros pedimos es que esta oficina pueda abarcar el máximo. Pero se tiene que ceñir a las competencias que tiene el Consell, que son muy limitadas. Lo que nosotros pedimos es que el director pueda trabajar incluso con cosas que no son competencia del Consell, que pueda instruir y derivar a quien corresponda. No podemos estar viendo de quién es competencia cada cosa.

—¿Está Ibiza saturada?

—No lo creo. Estos últimos años, con el calor, hemos visto que la isla no está tan llena como estaba antes. Y tampoco sabemos realmente la cantidad de gente que hay en la isla. Tenemos unos datos del Aeropuerto de entradas y salidas, que pueden ser manipulables por el tema de que vienen más turistas pero con las mismas pernoctaciones. A nosotros no nos cuadran los números del Aeropuerto con los de la Federación Hotelera y las camas regladas. Ellos te dicen que es posible que tengamos unas 100.000 camas ilegales en la isla. Eso es una auténtica barbaridad. Si nosotros tuviéramos una planta hotelera con 140.000 camas en total y 140.000 visitantes, sabríamos que necesitamos 40.000 personas para dar servicio a todo eso. Pero si tenemos esas 40.000 personas y 200.000 visitantes, no llegas. La saturación se crea porque no sabemos realmente la necesidad de mano de obra que tenemos.

Alfonso Rojo, durante la entrevista con Periódico de Ibiza y Formentera. Créditos: Irene Arango.

—¿Siguen dándose los robos de trabajadores entre empresas?

—Sí, se dan. Hay que tener en cuenta que el 70% de las pymes de Ibiza y Formentera abrimos todo el año. Mantenemos la estructura y el personal durante todo el año. Y lo hacemos para mantener la base de la plantilla en la temporada alta. Otros negocios, no todos, abren solo en temporada y suelen ser de propietarios extranjeros o de fondos de inversión. Cuando abren necesitan a lo mejor 200 personas para la plantilla del hotel y solo para tres o cuatro meses de trabajo. Lo consiguen pagando sueldos que están fuera de lo que habitualmente se mueve en estos sectores.

—¿Qué opina de la limitación de acceso de vehículos a la isla?

—Es una buena medida. Nos va a dar datos. Nuestros compañeros de los rent a car llevan tiempo quejándose porque no saben qué porcentaje de vehículos meten en la isla las empresas que vienen de la Península. No sabían si tenían 1.500 coches o 12.000. nuestros rent a car están aquí, sus plantillas son de aquí y pagan el impuesto de circulación aquí. Pero tienes empresas de la Península que ni siquiera pagan aquí los impuestos de circulación. Solo pagan el local y la oficina. Es una competencia totalmente desleal. Tú tienes un pequeño rent a car y compras 80 coches nuevos para dos o tres años. Pero estas compañías tienen otros negocios como la reventa de esos coches sin tener que pagar los impuestos de un vehículo nuevo. Son prácticas que desvirtúan un sector.

—Los empresarios también se quejan del problema del absentismo, que se está dando en todo Occidente. ¿Qué está pasando y cómo cree que se puede solucionar?

—No hay una sola clave para justificar esto. Nos hemos dado cuenta que suele darse por el menor arraigo del personal a la empresa. Ya no hay ese aprendiz que empieza en tu empresa y acaba formando parte de la empresa. Cuando el año pasado comenzamos a denunciar que el absentismo se estaba desbocando, una de las primeras cosas que pusimos sobre la mesa fue que esto perjudica a los compañeros, que son los que tienen que asumir esa carga de trabajo. Y hablamos de casos de absentismo que no está justificado. Esto crea mucho malestar en las plantillas y mal ambiente laboral. Esto antes no pasaba porque la gente tenía un mayor arraigo en la empresa. A ver, nosotros no queremos a un trabajador enfermo. No es productivo y, además, puede contagiar a sus compañeros. A la vez nos encontramos con una sanidad pública que es lenta. Todo se alarga. Esto no es una foto bonita. Ahora mismo tú puedes estar cuatro días en casa sin necesidad de presentar una baja médica. Pero nosotros conocemos a nuestros trabajadores, estamos codo con codo con ellos y sabes lo que está pasando. Ves al trabajador que se va el día anterior medio mal y ya sabes que al día siguiente no vendrá. Pero estamos hablando de esos trabajadores que te fallan en el último momento y el compañero te dice que a ver si la fiebre es resaca. Son los propios compañeros los que desconfían de la baja.

—¿Tiene solución?

—Se da la paradoja de que a tu empresa va un trabajador con signos de haber bebido y tú, como empresario, no puedes asegurar que está bebido. No le puedes hacer soplar para hacerle una alcoholemia. Hay mucha indefensión. Pero el empresario, a la vez, sí es responsable de las incidencias que pueda provocar ese mismo trabajador. En colaboración con los sindicatos uno de los deberes que nos hemos puesto es ver dónde están esas malas prácticas. Es algo que hemos de poner encima de la mesa y ver cómo se puede atajar. Luego tienes problemas como las agresiones que sufren los médicos porque no dan la baja. Yo no creo que estemos en una selva. Lo que hemos aprendido nos ha valido. Pero yo quiero en mi empresa a gente en la que pueda confiar y que, a la vez, se gane un sueldo que le sirva para progresar. Sin embargo, veo que antes pagaba 400 euros por una habitación y este año le van a cobrar 600 por una habitación compartida. ¿Qué puedo hacer yo?

—Subirle el sueldo, ¿no?

—Sí, yo puedo subírselo pero entonces le cobrarán 1.000 euros. Al final, yo tengo que vender m producto y tendré que subirlo de precio. Al final estamos haciendo una isla de ricos porque en lugar de pagar 45 euros por comer tienes que pagar 85.

—Para acabar, los empresarios siempre se quejan mucho. Dígame algo positivo.

—(Risas) Como positivo, le diré que la mayoría de los empresarios prevé que la próxima temporada será igual o mejor que la de 2024. Más del 60% va a mantener plantilla y un 25% piensa aumentarla. Eso quiere decir que, aunque todo está complicado, hay confianza. Nosotros somos una federación apolítica y trabajamos igual con todos los colores políticos. Queremos que la Administración nos entienda y sepa cuáles son nuestras necesidades. Pero no vale todo, no vale el discurso enfrentado de los dirigentes políticos. Es algo que socava las ganas de invertir o de hacer cosas. Lo estamos viendo con lo de las 37,5 horas o lo del registro horario.

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