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El emotivo último adiós al papa Francisco en Ibiza

Más de 250 personas se congregaron para rendirle homenaje en una misa funeral presidida por el obispo Vicent Ribas

Momento del acto en la Catedral de Ibiza | Vídeo: Alejandro Mellon

| Ibiza | |

La Catedral de Santa María se llenó este jueves por la tarde para acoger la misa funeral en sufragio del Papa Francisco, fallecido el pasado 21 de abril. Presidida por el obispo Vicent Ribas, la celebración reunió a más de 250 personas, entre fieles, religiosos y autoridades locales, en una emotiva despedida.

Minutos antes de la hora establecida, ya era difícil encontrar un lugar libre. Se colocaron sillas supletorias hasta el fondo del interior, y, aun así, muchos permanecieron de pie. Se veían rostros conocidos, saludos breves entre quienes, quizás, se han encontrado otras veces. Familias con niños, personas mayores, grupos de amigos y algún turista despistado que preguntaba qué ocurría. Dos italianos, por ejemplo, se asomaron, sorprendidos por la cantidad de gente, y al saber que era una misa por el Papa, decidieron quedarse un rato antes de seguir su camino.

La ceremonia comenzó con las campanas marcando la hora. El murmullo de la gente fue desapareciendo poco a poco hasta dejar solo el sonido del coro. Una mujer mayor, de blanco, rompió a llorar en una silla cerca de la entrada, con las manos tapando su cara. Cerca de ella, un grupo de niños en silencio se abría paso hacia adelante al escuchar las primeras notas del coro.

Vicent Ribas recordó que fue el propio Papa Francisco quien lo nombró obispo. Durante su homilía, el clérigo destacó el testamento espiritual del Papa Francisco, en el que ofreció su sufrimiento por la paz y la fraternidad entre los pueblos. «Estas dos grandes preocupaciones fueron las que guiaron su vida y su pontificado», explicó Ribas, quien también subrayó que el Papa Francisco no solo hablaba a los creyentes, sino a toda la humanidad. «El Papa nos invitaba siempre a mirar al otro, a los más vulnerables, a los pobres, a los inmigrantes, a los encarcelados, a los incomprendidos. Su mensaje fue, y sigue siendo, un llamado a la esperanza y a la solidaridad».

«El Papa Francisco nos enseñó a vivir con un corazón abierto, a ser generosos, a luchar por la justicia, no desde el poder, sino desde el servicio. En muchas ocasiones, sus palabras incomodaron a los poderosos, porque no temía hablar con claridad sobre lo que significaba vivir el Evangelio de Jesús en el mundo actual», añadió Ribas.

En la parte delantera del altar se colocó un retrato grande del Papa junto a su solideo, el pequeño gorro blanco que había donado a la diócesis hace años. La imagen presidía la ceremonia.

La misa transcurrió con serenidad, entre lecturas, cantos y momentos de silencio. No hubo grandes gestos ni discursos largos, pero sí una muestra de respeto en la despedida hacia una figura que, para muchos, dejó huella.

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