Símbolo de la época del ladrillo, de la construcción desmedida y de la especulación inmobiliaria, se alza en Cala de Bou un proyecto inacabado, que comenzó su obra en 2006 para ser paralizado posteriormente con motivo de la crisis económica que azotó el país. Con ello, el bloque ha quedado ahí como un símbolo del abandono de la zona, pero con un grave problema añadido para los vecinos. Y es que la parte inferior de esta construcción se ha convertido en un improvisado asentamiento más de la isla en el que, según los vecinos, durante la temporada viven en torno a unas veinte familias, es decir, más de medio centenar de personas.
Desde las calles colindantes se pueden observar las tiendas de campaña que se han instalado en las ruinas del lugar. Algunos han hecho pequeñas remodelaciones del entorno para realizar cerramientos a sus particulares viviendas. Los más aventurados incluso han tabicado para cerrar e individualizar los espacios. Según explican los vecinos de la zona, estas personas son, en su inmensa mayoría, trabajadores que vienen a la isla a hacer la temporada. Solo una familia parece residir ahí de manera permanente.
Este problema dista mucho de ser nuevo. Y es que ya hace en torno a una década que se encuentran con esta problemática de okupas en el edificio abandonado. Sin embargo, son cada vez más las personas que se agolpan en el interior de este edificio. Además, explican varios de los vecinos, cada vez llegan antes. «Hace apenas unos días, escuchaba los palos de las tiendas de campaña montándose. Pero es que dentro de unos días habrá mucha más gente de los que hay ahora», apunta una de las vecinas.
Incluso, algunos de ellos, pese a no tener pruebas concluyentes, tienen la sospecha de que podría existir algún tipo de negocio detrás de este particular asentamiento. «Desde hace unos días los traen en coche y los dejan aquí. Parece ser el mismo para todos. No sé si es el boca a boca o que alguien está sacando provecho, pero cada vez hay más», señala una de las vecinas.
Los problemas que se derivan de esta situación son varios, aseguran los vecinos de la zona. Uno destaca nada más llegar al lugar, y es el fuerte olor que se desprende, llegando a ser realmente molesto. El motivo es claro: la cantidad de basura que se acumula. A duras penas se limpia el asentamiento cada cierto tiempo por parte del Consistorio. Cuando parten después de la temporada, los montones de basura se quedan en el lugar y los residuos se amontonan por doquier «En unos días, con el calor, será todavía peor y el hedor se notará aun más», afirma un vecino del lugar. De esta acumulación de residuos, surge otra problemática. Y es que los vecinos de la zona han tenido problemas con las ratas. A raíz de una limpieza que hizo en su momento el Ayuntamiento de Sant Josep, estas empezaron a salir del lugar para empezar a invadir las casas de los propietarios.
Otra gran cuestión para los vecinos es el tema de la seguridad. En primer lugar, la del propio lugar, porque temen que pueda pasar algo similar a lo que sucedió en el edificio okupado de Es Viver, en el que un incendió acabó con la vida de una mujer en el año 2019.
En segundo lugar está, obviamente, la suya propia. Aunque no hayan tenido un incidente frontal propiamente dicho con los okupas del edificio, sí que se sienten observados por ellos. «Ellos están ahí prácticamente todo el día, saben de nuestros horarios, cuando estamos o no estamos. Además, esto son casas bajas en las que pueden entrar sin problema», explica otro de los vecinos hartos de la situación. A raíz de esta sensación de vulnerabilidad, muchos de ellos han pasado a instalar cámaras y alarmas en su casa. Además de una sensación que apuntan de «falta de intimidad», porque desde el bloque se ven sus viviendas.
Pese a que no haya existido por el momento un conflicto directo con ninguno de los propietarios, los vecinos explican que sí que tuvo que acudir el año pasado la Policía porque «una chica encontró la señal de un móvil que le habían robado, y encontraron aquí a un hombre con varios teléfonos y sustancias estupefacientes».
Sobre el perfil de las personas que viven en el edificio, apuntan los vecinos que se trata de personas del norte o del centro de África, que probablemente sean «trabajadores de la restauración o de las obras». En ese lugar no tienen ni agua corriente, ni electricidad, lo cual causa todavía más problemas de salubridad.
Son muchas las veces que han tratado de hablar con el Ayuntamiento o la Policía Local para que traten de poner solución. «Sin embargo, no se soluciona nada. Han pasado en estos años de todos los colores políticos, y seguimos en la misma situación. Todos los años nos dicen que van a hacer algo, que van a intentar ponerle solución, pero seguimos igual». Están ya hartos de que pase el tiempo y no solo no se le ponga remedio al asunto, sino que este siga creciendo todavía más.
Pepe ArribasY quien se ha cargado esa Ibiza de antaño?? 4 ibicencos avariciosos y sus inversores blanqueadores saqueadores de mafias mil