Con la convicción de que «otro modelo turístico es posible», más de 300 personas de Ibiza han recorrido este domingo las calles de Vila en una manifestación que no sólo denunció los estragos del turismo masivo, sino que también propuso repensar radicalmente el futuro de las islas. Convocados por la plataforma ciudadana Canviem el Rumb, vecinos y activistas reclamaron cinco derechos básicos que se están poniendo en riesgo a causa del turismo de masas y de lujo. Estos derechos principales, según la plataforma, son la vivienda y trabajo dignos, los recursos hídricos, un patrimonio natural y cultural en condiciones y el derecho al descanso.
La marcha, organizada bajo el lema Dret a una vida digna, aturem la turistificació, representó la segunda gran movilización insular contra la turistificación, en el marco de una protesta internacional que se replicó en distintas ciudades del sur de Europa. Los manifestantes, entre los que destacaban jóvenes, trabajadores del sector servicios y colectivos sociales, portaban pancartas con consignas como Som una illa, no un parc turístic o No s’entén: gent sense cases i cases sense gent. El recorrido comenzó en el Portal de ses Taules y concluyó en la plaza de sa Graduada, donde se leyó un extenso manifiesto que abordó con crudeza la precariedad que viven muchos residentes. La protesta, según la portavoz de la entidad Agnès Vidal, no se trata de un rechazo al turista individual, sino a un modelo económico y político que privilegia el beneficio a corto plazo por encima de la sostenibilidad, el bienestar de los habitantes y el equilibrio ambiental.
Durante la manifestación, Agnès Vidal y Juanjo Torres, ambos portavoces de Canviem el Rumb, alertaron del colapso hacia el que se dirigen las islas. «Vamos directos al precipicio por seguir un modelo turístico suicida. Vivimos en un territorio limitado y como tal, necesitamos límites. No se están poniendo y, como resultado, nuestros derechos básicos están en peligro», afirmó Torres a Periódico de Ibiza y Formentera, resaltando cómo hay cientos de personas en la isla viviendo en infraviviendas, sin acceso garantizado al agua potable. «Tenemos pozos salinizados mientras se llenan piscinas privadas», agregó Vidal. Torres fue aún más tajante: «Estamos aplicando un modelo sin sentido. Ibiza y Formentera están soportando una presión turística descomunal: 21 turistas por habitante residente. Si lo extrapolamos a la Península, serían más de 1.000 millones de turistas al año».
Problema de la vivienda
A su juicio, se está asistiendo a un modelo turístico que podría expulsar en masa a los residentes, que ya hoy tienen dificultades para vivir en su tierra. Uno de los temas que más preocupación generó durante la protesta fue el de la vivienda. La combinación de la proliferación de alquileres turísticos, la especulación inmobiliaria y la falta de políticas públicas efectivas ha generado una «situación crítica», según el portavoz Juanjo Torres.
«Tenemos unas 13.000 viviendas vacías mientras se sigue construyendo. ¿Con qué agua las vamos a abastecer? ¿Con qué recursos?», cuestionó Agnès Vidal. «Hay quienes defienden que construir más es la solución, pero eso es maquillar la situación. Lo que necesitamos es poner orden: aplicar una moratoria turística, frenar la construcción innecesaria y recuperar viviendas vacías para el uso residencial», añadió con rotundidad. La manifestación también incorporó demandas del Sindicato de Inquilinas de Ibiza y la plataforma SOS Vivienda de Formentera, entre ellas la bajada del 50 % del precio del alquiler, contratos de arrendamiento indefinidos y la disolución de la SAREB, así como medidas contra la especulación y la empresa Desokupa.
Más allá de la vivienda, los manifestantes pusieron el foco en la crisis ecológica que vive el archipiélago, la sobreexplotación de acuíferos, el colapso del vertedero de Ca na Putxa y la saturación de infraestructuras básicas «son algunos de los síntomas de un sistema al borde del colapso». «El agua no es un negocio, es vida», se escuchó reiteradamente durante el acto. La preocupación es particularmente grave en un contexto de cambio climático y desertificación progresiva del Mediterráneo. Mientras tanto, la llegada de jets privados, yates y cruceros de lujo continúa sin restricciones, incrementando la huella ecológica de manera alarmante, según alertaron. Los activistas recordaron que Baleares ocupa el tercer puesto en Europa en llegada de jets privados, y denunciaron que la isla «tiembla» por el ruido constante de estos aparatos y de los megacruceros que atracan casi a diario en temporada alta.
Uno de los puntos que más aclararon los portavoces fue que no se trata de turismofobia. «No odiamos al turista, pero sí cuestionamos un modelo que convierte nuestra tierra en un parque temático donde no podemos vivir», explicó Vidal. «El derecho al descanso también significa no tener que soportar motores de cruceros bajo la ventana o aviones privados sobrevolando nuestras casas sin cesar», señalaba el manifiesto.
Otro de los ejes centrales del manifiesto fue la defensa de condiciones laborales dignas. Explicaron que en temporada alta, la sobrecarga de trabajo en el sector servicios se intensifica, generando situaciones de explotación que muchas veces no se denuncian por miedo a represalias. «Queremos solidarizarnos con todas las trabajadoras y trabajadores de la hostelería, que están negociando un convenio justo. Muchos sufren en silencio por miedo a perder el empleo», afirmaron.
TOURISTS GO HOME !!!