Joan Torres Marí (Ibiza, 1952) es el director de Cáritas Ibiza desde junio de 2022. Durante estos tres años ha mostrado una gran implicación al frente de esta entidad. Una organización que, según destaca, es un pilar fundamental de apoyo para las personas más vulnerables de la isla. Desde el acompañamiento social y la atención básica, hasta programas de empleo, vivienda, formación y apoyo psicológico, Cáritas Ibiza, indica, pone a disposición de los usuarios una red de recursos que busca no sólo cubrir necesidades inmediatas, sino también ofrecer herramientas para recuperar la autonomía y la dignidad. Torres aprovecha la entrevista para lanzar un «mensaje de esperanza» a quienes necesitan apoyo directo y a aquellos que están preocupados por el rumbo de la sociedad.
—Estas últimas semanas las Pitiusas han vuelto a vivir una nueva avalancha de pateras. ¿De qué manera actúa Cáritas Ibiza ante esta situación?
—En cuanto a todas estas rutas migratorias, nosotros no intervenimos directamente en la recepción. Es la entidad de referencia Cruz Roja, por motivos obvios, quien hace este trabajo. Nosotros sí que recibimos los posibles efectos. Por ejemplo, en el centro socioeducativo Betania hemos estado con 50 menores no acompañados procedentes de estas rutas migratorias. Les hemos atendido y les hemos impartido clases de castellano. No atendemos la llegada, pero sí que nos hacemos cargo de estas necesidades. Hace poco acogimos en nuestro centro de acogida Nazaret a dos mujeres migrantes con cuatro niños.
—Durante la estancia en Nazaret, al ser un recurso habitacional temporal, ¿se valoran otras alternativas?
—Normalmente estas personas son trasladadas a centros de acogida de migrantes de la Península. Por este motivo, no suelen estar mucho tiempo en nuestro centro. Esto nos permite, también, poder atender a más personas porque Nazaret no está pensado como un centro habitacional, sino como un espacio de acogida para las personas más vulnerables. Todo ello, mientras se intenta solucionar sus problemas sociales. En total, nosotros tenemos 21 plazas para adultos en este centro. Personas que se alojan temporalmente, ya que el objetivo es repartir el beneficio que aporta este lugar. Desde luego, cuando existen casos con mujeres que tienen bebés, son situaciones perentorias y tienen que prevalecer estas necesidades a la hora de ofrecer una habitación en Nazaret.
—Cada vez hay más demanda social en la isla. ¿Considera que el centro de acogida cubre las necesidades actuales?
—Sí. El centro de acogida cubre las demandas actuales. Por ejemplo, el desalojo de Can Rova fue una urgencia y nosotros pusimos a disposición este centro de acogida para todas las personas que necesitaron alojamiento. Todo ello sin tener ninguna financiación. Por lo tanto, el personal y el material está sufragado con los fondos de Cáritas. También, por el ingenio de los trabajadores de la entidad, que se duplican y sacan recursos de donde no hay. Gracias al equipo se consiguió un milagro desde el minuto en el que nos entregaron las llaves de este espacio hace más de un año. Atendimos a todas estas personas porque fue una urgencia, pero también es importante dejar espacio a otras personas vulnerables, especialmente a mujeres con menores o en periodo de embarazo.
—Tras el desalojo de Can Rova, ¿Cáritas tuvo que afrontar un caso de este tipo?
—Cuando abrimos este centro tuvo lugar el primer desalojo de Can Rova y había mujeres embarazadas. Había una chica que dormía en un coche y tenía que dar a luz en diez días. Finalmente, tuvo que parir en Nazaret y para nosotros fue una gran satisfacción pensar que pudimos ayudar a este niño.
—Actualmente, ¿está completo este centro de acogida?
—Sí, ahora está completo. Cuando vienen familias migrantes adultas a Ibiza, enseguida se busca el traslado a la Península. Sin embargo, cuando vienen menores no acompañados, se quedan en la isla y empiezan a formar parte de nuestros servicios, como es el caso de Betania. Este año, como se está reformando este centro, hemos acogido en Santa Cruz una gran afluencia, llegando a tener 50 menores recibiendo clases de castellano, entre otras formaciones. Desde luego, como no haya financiación para gestionar esta realidad, no sé cómo se asumirá toda esta situación porque se está desbordando.
—El Govern denunció que la llegada de migrantes desborda las capacidades de Baleares, especialmente en Formentera.
—Si todo estuviera planificado y fuera previsible, se podría gestionar mejor por parte de las administraciones competentes, pero estamos cayendo en la improvisación y estamos subsanando todos los parches.
—Además, esta ruta migratoria está coincidiendo con el aumento de personas que están en exclusión social en la isla. Incluso usted dijo durante la presentación del último balance anual de Cáritas que la nacionalidad española era la más atendida a día de hoy.
—Sí, y nos parece un dato muy preocupante. Esta circunstancia está relacionada con el aumento de personas que hemos tenido en Cáritas debido a sus problemas para poder llegar a final de mes. Este incremento es un indicativo y cuadra con esta cifra de españoles que han recurrido a la entidad. A estas personas les ayudamos a la hora de proporcionarles comida, ropa, asistencia… En verano se reduce un poco esta ayuda porque las oportunidades de trabajo o pluriempleo son mayores.
—Usted dijo en una entrevista que, al terminar la temporada, la cola de personas que necesita ayuda aumenta en Cáritas.
—Sí, aumenta tras el verano porque hay personas que se han quedado sin trabajo y necesitan alimentos y ropa, especialmente donaciones de comida. Actualmente, hay una tendencia grande hacia las tarjetas solidarias de Cáritas.
—Al respecto, explicó que desde que el programa es gestionado en su totalidad por las comunidades autónomas existen problemas.
—El cambio de gestión sí que generó varios problemas. Estas tarjetas monedero se financian a través de fondos europeos para que el Gobierno español reparta alimentos. Antes estaba gestionado en Ibiza por Cruz Roja y Cáritas. Cruz Roja nos entregaba los alimentos y nosotros repartíamos la donación a las personas que vienen a la entidad en busca de apoyo. ¿Qué pasó? Que hubo un cambio y las comunidades autónomas empezaron a gestionar el reparto de alimentos con la implantación de condiciones, especialmente dos requisitos básicos. El primero es que estas tarjetas sólo se podían entregar a personas en exclusión social con menores y segundo es que este reparto recae sobre el área de Asuntos Sociales de las administraciones. Usuarios venían a Cáritas pidiendo esta ayuda, y les derivábamos a los ayuntamientos imposibilitando el seguimiento que hacemos aquí.
—¿Este programa deja fuera a personas mayores y a vecinos vulnerables de la isla?
—Exacto. Dejaba fuera de este programa a otras personas vulnerables. Por lo tanto, se lo hicimos saber al Govern balear y ha puesto de su parte con aportaciones para la compra de alimentos. También tenemos el compromiso del Consell d’Eivissa, que nos ayudará ante esta situación que ha afectado a nuestros usuarios. Aunque ambos requisitos se mantengan, hemos trasladado a ambas instituciones que no sólo las personas vulnerables con menores necesitan ayuda. Antes de este cambio de gestión, se estaba ofreciendo apoyo con fondos europeos a muchos colectivos. El Govern recibió esta preocupación a la hora de trasladarles que no podemos abandonar a personas mayores que vienen a pedir ayuda o a más personas con otras vulnerabilidades. Hemos seguido atendiéndolas con fondos propios. Al final, el déficit de Cáritas es un elemento consustancial con nuestra manera de afrontar la situación.
—¿Cuánto déficit tiene la entidad?
—Creo que el déficit era de unos 13.000 euros. Esta cantidad en una entidad como Cáritas, que no gana dinero y que sólo gasta, es positiva. Además, nuestro objetivo no es ganar dinero. Al contrario, nuestra finalidad es gastar todo el dinero que tengamos. Lo que pasa que nos hemos pasado un poco (Ríe). En la repartición de alimentos, por ejemplo, llevamos entregados este año 40.000 kilos de comida.
—¿A cuántas personas se han atendido en estos ocho meses de 2025?
—A día de hoy llevamos 2.131 beneficiarios en todos los programas. De ellos, el 52 % son mujeres y el 48 % son hombres. El 16 % son españoles y sigue siendo una cifra alta porque este dato no es comparado con el grueso total, sino que se compara nacionalidad por nacionalidad. La segunda nacionalidad que ha solicitado más ayuda fue la paraguaya.
—¿La mayoría de personas que recurre a Cáritas es para demandar alimentos, ropa, formarse o conseguir un trabajo? ¿Cuál es el servicio que más personas atiende?
—Las personas que vienen aquí lo hacen porque necesitan ayuda. Desde la propia entidad se realiza un análisis de acogida para ver qué tipo de ayuda se les puede ofrecer. Les damos una cita para analizar su situación. Es muy raro que una persona venga aquí, pida algo y no la volvamos a ver. Nosotros hacemos un acompañamiento desde varios programas. Aunque también, con una necesidad que cubras, equilibras lo que esa familia necesita. Lo que está claro es que hay que analizar cada caso. Los voluntarios recogen los datos y determinan qué trabajadoras sociales tenemos y cómo está el horario de cada una. Luego se analizan esas necesidades para realizar el acompañamiento. También hay personas que vienen por problemas de papeleo. Tenemos una voluntaria que es abogada y ayuda a las personas que lo necesitan. Es decir, dependiendo de la necesidad, se actúa de una manera u otra.
—El programa de Cáritas que ayuda a los usuarios a encontrar un empleo, como vía de inclusión social, ha obtenido buenos resultados.
—Exactamente. El año pasado ayudamos a conseguir 80 empleos, que no es fácil porque son personas que llevan sin trabajar mucho tiempo. La empresa de inserción social de Cáritas ofrece una gran posibilidad de empleo para todas esas personas que están buscando trabajo. Muchos usuarios necesitan formación desde lo más básico. Por este motivo, disponemos de la finca agrícola Can Pep Xico donde se lleva a cabo un programa de formación e inserción sociolaboral. Además de este programa, desde Cáritas Ibiza también ofrecemos diferentes servicios gracias a las distintas áreas. Cubrimos la parte socioeducativa con Betania, que es un centro ejemplar de gestión y resultados. También tenemos formaciones más específicas. Ahora estamos llevando a cabo un proceso que nos permita ofrecer talleres subvencionados por la Fundación Abel Matutes, que están enfocados en las necesidades de las empresas. Sería acabar la formación y, prácticamente, tener la opción de entrar a trabajar. Por lo tanto, ofrecemos servicios asistenciales, laborales y socioeducativos.
—Siempre se ha destacado desde la entidad la falta de más voluntarios.
—Siempre se necesita más voluntarios. Aunque sí que es verdad que los voluntarios, normalmente, no tienen esa estabilidad duradera. También necesitamos socios porque nosotros recurrimos a la ayuda que nos llega y, si no tenemos socios o entidades comprometidas, cuesta más. Cáritas es una entidad que está en Ibiza desde hace muchos años, pero la cantidad de socios ha ido disminuyendo. A medida que aumentaban las necesidades, los socios disminuían. La esencia de Cáritas es la Iglesia y, cada vez, hay menos personas de parroquia. Es crucial tener a personas comprometidas financieramente con lo que hacemos en la entidad porque si no contamos con ayuda, es muy difícil.
—¿Cuesta conseguir financiación por parte de las administraciones para poder invertir en diferentes proyectos?
—Sí. Cuesta conseguir financiación por parte de las administraciones porque existen trámites, requisitos y justificaciones. Nosotros para funcionar tenemos una póliza y tenemos que utilizarla mientras esperamos que lleguen los fondos necesarios para continuar con nuestra labor al frente de todos los servicios y programas. Luego tenemos que cubrir el gasto, y esto tiene un coste financiero. Hay que pagar intereses, pero si no lo hiciéramos, no podríamos funcionar. Nuestra labor se sostiene gracias al compromiso de voluntarios, donantes y colaboradores. Me gustaría destacar que nuestra gestión está avalada por auditorías externas y certificaciones de calidad, como la ISO, lo que garantiza la transparencia y la fiabilidad de la institución.
—Parece ser que el nuevo centro de baja exigencia de Es Gorg empieza a ser una realidad después de tantos años de espera.
—Sí, estamos muy contentos porque será una gran ayuda, pero habrá que aprovechar al máximo todas las posibilidades de este centro. Tiene que ser un sitio digno, que tiene que cubrir todas las necesidades posibles.
—En comparación con otras regiones, ¿Ibiza tiene más personas en situación de pobreza?
—Cada región tiene su idiosincrasia. Por ejemplo, si comparamos esta isla y Mallorca, en Ibiza hay más necesidades porcentualmente que en Mallorca. Es un apreciación que tengo cuando nos juntamos cada tres meses en el seno de Cáritas Baleares y tenemos nuestro intercambio de actividad. Cáritas Mallorca, por su dimensión, es más importante, pero, en cuanto a necesidades, en Ibiza hay más demanda.
—Una demanda motivada, entre otras cuestiones, por la emergencia habitacional.
—Sí, y lamentablemente no veo una solución a esta situación a corto plazo. No es un tema exclusivo de Ibiza; se ha trasladado al conjunto de España. Por ejemplo, la presencia de asentamientos era algo inimaginable hace años aquí. Estamos sobredimensionados en todo, tanto en necesidades como en precios. No sé cómo se podría resolver esta situación, lo que nos toca a nosotros es ayudar a toda la gente que está sufriendo. Nuestra capacidad para amortiguar estas carencias es casi imposible porque la tendencia de ese aumento de familias que no llegan a final de mes se está registrando en la isla desde hace dos o tres años.
—Puede adelantarme más datos de Cáritas registrados en este 2025.
—Claro. Hasta ahora, hemos servido más de 20.000 menús en el comedor social. En el programa de empleo llevamos 267 beneficiarios. Me refiero a personas que están realizando diferentes cursos. También te puedo adelantar que de las 274 personas sin hogar que atendemos, el 15 % son mujeres, ya que esta situación está muy masculinizada. Otro dato destacable de los beneficiarios de Cáritas es que el 22 % de usuarios son parejas con hijos y otro 22 % conviven sin relación alguna. Es decir, están conviviendo en ‘pisos patera’ con extraños, aunque hay bastante solidaridad entre ellos.
Y nuestros hijos , nietos y nosotros incluidos clases de defensa personal .