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Bares de siempre

Las Dalias, «la esencia de Ibiza»

Durante más de 70 años, Las Dalias ha evolucionado de manera paralela a la isla sin perder su esencia

Actualmente, Las Dalias recibe más de 30.000 visitantes semanales. Los conciertos llenan aforos en verano con artistas como Macaco, Ki-Mani Marley o Bersuit y en el 60 aniversario actuó Manu Chao | Foto: Toni P.

| Ibiza |

El 4 de noviembre de 1954, festividad de Sant Carles, el pueblo celebraba su día grande. Ese mismo día, dos de sus vecinos, Francisca Juan y Joan Marí de Can Besora, inauguraban el local que habían levantado ellos mismos durante ese mismo año en un solar recién adquirido.

El entorno del actual kilómetro 12 de la carretera de Sant Carles era entonces muy distinto: un camino sin asfaltar, las tiendas de Can Curreu y Can Gat, la escuela del pueblo y, junto a la iglesia, Can Anita. Ni siquiera existía suministro eléctrico.

Álbum del ayer y hoy de Las Dalias.

Para la inauguración, Francisca y Joan contrataron una orquesta. La música en directo quedaba así como seña de identidad. Las copas costaban una peseta, dos si eran de marca. Joan recordaba con orgullo: «Ese día facturamos 4.400 pesetas».

Beber, comer y bailar

«Mi padre abrió con el objetivo de que la gente pudiera beber, comer y bailar», explica Juanito, hijo del matrimonio y actual rostro de Las Dalias. Resalta la iniciativa de Joan, nacido en 1927, huérfano desde niño y marcado por la Guerra y la posguerra.

En los primeros años, Las Dalias acogió sobre todo bodas, que solían celebrarse en casas particulares. «Mis padres ponían el local, sillas y mesas; las familias traían los animales vivos, el vino, las orelletes y la cocinera. Se hacía un arroz y un bullit de carn».

El espacio también dio cabida a otros usos: una peluquería en un rincón y una carpintería que Joan llevaba con su hermano.

Infancia entre mesas

Los cuatro hijos del matrimonio crecieron entre las paredes de Las Dalias. Toni y Marilina ayudaban desde pequeños; Juanito y Lucía nacieron ya en el local.

«Recuerdo a los payeses jugando a cartas y nosotros cogíamos sus Mobilettes para dar una vuelta hasta que nos pillaron. Eso acabó con un bofetón», bromea Juanito. También evoca las tardes en torno al televisor apagado: «Nos sentábamos delante esperando a que mi padre pusiera en marcha el generador para ver Bonanza o Tarzán».

Turismo

A finales de los sesenta, Las Dalias se amplió con un salón —hoy sala Akasha— y poco después con restaurante y bar. En los setenta, Joan se puso de acuerdo con Guillem, de Viajes Ibiza, para llevar autobuses de turistas que disfrutaban de barbacoas y menús completos por 150 pesetas, con ensalada, pollo, cava y sangría.

La fórmula se extendió a otros pueblos, lo que redujo la afluencia en Sant Carles. Aun así, el negocio se mantuvo como restaurante: entre semana con clientela local y los fines de semana con visitantes de Vila.

La apertura de los Estudios Mediterráneo supuso un revulsivo. «Después de grabar, artistas como La Frontera, Los Rebeldes, Gato Pérez, Obús, Charly García o Medina Azahara venían a tocar con el equipo que nos prestaba Mariscal Romero», recuerda Juanito.

Tras volver del servicio militar, Juanito tomó las riendas del negocio. «Mi padre me dijo que tenía que aprender a sacarme las castañas del fuego», recuerda. Entre sus iniciativas estuvo el mercadillo, surgido tras un intento fallido de abrir una galería de arte con Helga Watson Todd. «Al principio no nos gustaba la idea, pero fue un éxito».

Hoy el mercadillo reúne cerca de 200 puestos de sábado a martes y atrajo un nuevo público: «Hasta entonces era un sitio de ibicencos, luego empezaron a venir más peluts», recuerda. Reconoce, sin embargo, que los ochenta fueron «años duros».

Actualmente, Las Dalias recibe más de 30.000 visitantes semanales. Los conciertos llenan aforos en verano con artistas como Macaco, Ki-Mani Marley o Bersuit, y en el 60 aniversario actuó Manu Chao.
La marca ha viajado con Las Dalias on the Road, llegando a llenar el Wizink Center de Madrid. «El modelo de Las Dalias es único y funciona», afirma Juanito. La clave, dice, está en «evolucionar en paralelo a la música», desde el folk hasta el trance, el house y la electrónica, con propuestas como Namaste o la sala Akasha.

«Confío en las nuevas generaciones, aunque les tocará equivocarse y aprender», resume sobre el futuro.

Esencia

Para clientes como Laura, Las Dalias trasciende lo comercial: «He sido trabajadora, estuve en el mercadillo y ahora vengo cada día como clienta. Mis hijos prácticamente nacieron aquí; trabajé detrás de la barra hasta el último día de embarazo».

Su conclusión sintetiza más de siete décadas de historia: «Estar aquí es estar en familia. Las Dalias representa la esencia de todo lo bueno que se dice de la isla».

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