Síguenos F Y T I T R
Hoy es noticiaEs noticia:

Una tarde turquesa para dar voz a la dislexia en Santa Eulària

DISFAM Ibiza celebró una jornada llena de actividades para romper mitos sobre este trastorno del aprendizaje

El paseo de s’Alamera fue este miércoles el lugar elegido para celebrar el Día Internacional de la Dislexia con una tarde de talleres y actividades familiares | Foto: Naroa Sánchez

| Ibiza |

El paseo de s’Alamera de Santa Eulària fue este miércoles el lugar elegido para celebrar el Día Internacional de la Dislexia con una tarde de talleres y actividades familiares. La delegación de DISFAM Ibiza organizó una cita para la comunidad con juegos, cuentacuentos y actividades para los más pequeños. Durante la tarde, el paseo se convirtió en un punto de encuentro entre padres, madres y educadores con el objetivo de compartir experiencias, aprender y normalizar un trastorno que sigue siendo, en muchos casos, invisible.

Entre los stands, Xanti, María y Sabrina —miembros de la delegación de DISFAM Ibiza— atendieron a las familias que se acercaban con dudas y curiosidad. «Nos reunimos cada año en este día para dar información, visibilidad y acompañar a las familias», explicaba Xanti. «La dislexia no se ve, pero está ahí. Y muchas veces los niños hacen un sobreesfuerzo enorme en clase sin que nadie entienda lo que les pasa».

Procesan la información

Las tres coincidieron en la falta de formación tanto en el ámbito educativo como entre los propios padres. «En muchos colegios se habla de que el niño «madurará» o «irá a su ritmo», pero cuando los signos se repiten, hay que mirar más allá», contaba María. «Hay niños que no giran letras ni confunden la derecha con la izquierda, pero tienen grandes dificultades para comprender lo que leen. No es un problema de inteligencia, sino de cómo procesan la información».

A la asociación están vinculadas unas 150 familias, aunque sus responsables insisten en que «hay muchas más». «En cada clase podría haber varios niños con dislexia no diagnosticada», señalaba Sabrina. «En países como Reino Unido o Estados Unidos se calcula que afecta al 20% del alumnado. Aquí apenas al 10%, pero simplemente porque muchos casos no se detectan».

A lo largo de la tarde hubo un taller de hadas de lana, otro de chapas de collage, un espacio de letras de madera, juegos de mesa, un stand de la Biblioteca de Santa Eulària y la presencia de El Barco de Papel, librería que llevó cuentos y juegos educativos. El cuentacuentos reunió a decenas de niños sentados sobre el suelo, atentos, mientras los adultos conversaban con los voluntarios de DISFAM. Muchos vestían camisetas turquesas, el color que simboliza la dislexia, y el que se utilizó al anochecer para iluminar el Ayuntamiento.

Entre el público, Isabel, madre de un niño con dislexia, compartía su experiencia. «Tenía conocimientos mínimos sobre la dislexia», contaba. «Cuando mi hijo era pequeño empecé a notar que algo no funcionaba, pero no sabía qué era. En infantil todo fue bien, pero al empezar primaria surgieron los problemas. La profesora me dijo que creía que era disléxico, pero que no lo sabía seguro».

A partir de ahí comenzó su búsqueda de respuestas. «Hay pocos recursos y algunos solo te dicen que el niño es vago o que no tiene nada», explicaba. «Necesitaba un diagnóstico, pero no fue fácil. Al final tuve que ir a Palma, a la delegación de DISFAM de allí, donde tienen un equipo de valoración».

Su hijo, relataba, tiene especialmente afectada la comprensión lectora. «La parte espacial la lleva genial, pero cuando lee no entiende lo que está leyendo. Si se lo explicas o lo escucha, lo entiende sin problema», decía. «Es como una persona miope sin gafas. No es que no vea, es que necesita otro acceso a la información».

Sobre la respuesta en el entorno escolar, Isabel añade: «Hay adaptaciones, pero no curriculares, sino de acceso. El problema es que no todos los profesores están formados. No es que no quieran ayudar, es que no saben cómo hacerlo».

Asistía al encuentro, explicaba, «porque hay tan pocos recursos que necesitamos apoyarnos entre todos. Que los niños se vean, que entiendan que no son los únicos y que las adaptaciones no son algo malo». «Así se normaliza», añadía.

Sin comentarios

No hay ningún comentario por el momento.

Lo más visto