Cuando José Benítez abrió su bar de tapas en la calle Madrid de Sant Antoni a finales de los años 80, Ángel Payán ya trabajaba en el bar Javi de ses Païsses junto a Joan ‘Verdera’. Ambos formaban un tándem muy apreciado en el municipio.
Desde su llegada a Ibiza en 1982, el hostelero granadino supo ganarse la confianza de los vecinos y cultivar amistades que todavía perduran. De ese primer año en la isla conserva un recuerdo muy especial: el partido de la Copa del Rey en el que el Portmany se enfrentó al Atlético de Madrid. «Me invitó Joan ‘Verdera’, que era abonado del Portmany, y vimos el partido desde primera fila», explica sobre quien siempre ha considerado su maestro y «un segundo padre».
Su experiencia en hostelería venía de lejos. Con apenas 15 años, Payán ya trabajaba como camarero en el Estartín, un establecimiento de la Costa Brava, donde aprendió las primeras lecciones de oficio. Aquella formación temprana, unida a su carácter abierto y trabajador, le permitió adaptarse sin dificultad al ambiente de Sant Antoni.
Relevo
Mientras José Benítez regentaba su establecimiento, también se convirtió en cliente y amigo habitual del bar Javi.
Cuando llegó el momento de jubilarse, pensó en Ángel como la persona adecuada para dar continuidad al negocio. No se equivocó. Payán aceptó con entusiasmo el reto de ponerse al frente del bar Benítez, acompañado en todo momento por Carmen, su apoyo fundamental, y por su hijo Ángel, que desde pequeño echaba una mano «barriendo y fregando vasos» hasta incorporarse de manera estable a la plantilla hace casi una década.
Foto: Toni P.
La transición resultó natural porque el bar mantuvo su espíritu de siempre. La clientela del pueblo encontró en Payán y en su familia la misma cercanía que había caracterizado a José. Con el paso del tiempo, ese sello de familiaridad se consolidó como una de las claves de la identidad del Benítez.
Evolución
El bar ha seguido el rumbo marcado por su fundador: «un bar de tapas y menús del día para la gente del pueblo», resume Ángel. Sin embargo, la incorporación del cocinero alicantino Juan trajo consigo una evolución significativa. Su receta de paella, servida cada miércoles y domingo, se convirtió en una tradición muy esperada en Sant Antoni. «Siempre hemos tratado de evolucionar y mejorar en cualquier aspecto del negocio», coinciden padre e hijo.
La apertura a las nuevas tecnologías también supuso un cambio notable. «Empezamos a publicar nuestros menús y a tener presencia en redes sociales y, desde entonces, nuestra clientela se ha ampliado a muchos extranjeros que nos descubren en TripAdvisor, donde tenemos más de 3.000 reseñas y la distinción de ‘recomendación del viajero’», señala Ángel hijo. Entre los clientes internacionales que ya son parte de la historia del bar, Payán recuerda nombres con cariño: «El señor Carter, el señor Gino, Terry, Steffan…».
El Benítez incluso fue escenario de rodaje: una de sus mesas apareció en una escena de la película Amnesia de Barbet Schroeder, rodada en 2015 en Ibiza.
Cocina
Además de la paella, Ángel padre no duda en mencionar otras especialidades que han hecho célebre al bar: «La tortilla de patatas, la frita de magro con tomate, la de bacalao, los calamares a la plancha…». Ángel hijo, por su parte, subraya la aportación de Juan y de David con recetas que complementan la tradición: «Las gambas al ajillo, los huevos revueltos, el jamón ibérico…».
Lo que más valoran los clientes, sin embargo, es el trato humano. Payán lo resume con una anécdota: «El otro día un cliente se acabó la paella en cuatro cucharadas; le gustó tanto que le serví más sin pensar siquiera en cobrarle».
Precios
Otro de los pilares del éxito ha sido mantener precios ajustados. «Es complicado y el margen es corto, pero una buena gestión de compras con proveedores que nos sirven el mejor material durante todo el año nos permite mantener precios adecuados para la gente del pueblo», explica la familia. En el Benítez, un café vale 1,20 euros; una caña con un pincho, 1,80; y un menú del día, 13. Esa política ha consolidado una clientela fiel que valora tanto la calidad como la honestidad en la factura.
Futuro
Hoy el bar funciona con un equipo de nueve empleados y un horario que va de ocho de la mañana a medianoche. Pese a la buena marcha del negocio, Ángel hijo observa con preocupación el futuro de este tipo de locales: «Tienden a desaparecer, las nuevas generaciones no aprecian una buena olla de garbanzos como la que hicimos ayer».
El próximo 31 de octubre, Ángel Payán pondrá fin a su larga trayectoria laboral. «Se retira estando en lo más alto, como los grandes campeones», asegura su hijo. Después de un merecido descanso, serán Juan y David quienes tomen el timón del Benítez, garantizando la continuidad de su espíritu en pleno corazón de Portmany.
Clientela
La clientela del bar es tan protagonista de la historia como sus dueños. «Le conozco desde que estaba en el bar Javi», asegura Parra, uno de los habituales, mientras Payán recuerda entre risas: «En esa época me llamaban Javi, ahora todo el mundo me llama Benítez».
Manuel, otro de los incondicionales, confiesa que acude cada día para comer y que sus favoritos son el solomillo y los garbanzos. Loli y Rogelio tampoco fallan a su cita diaria: «Una comida maravillosa, un ambiente familiar y un personal de lo más amable». En otra mesa, Antoni, Paquita, Ali y Miguel brindan con unas cañas por Ángel y por la continuidad del bar.