Los residentes en un edificio del barrio de es Pratet andan estos días, además de preocupados por las inundaciones, intrigados por el intercambio de mensajes que algunos vecinos mantienen en las paredes del portal. El motivo del conflicto, al parecer, son las peleas que una pareja mantiene en el interior de su vivienda y que molestan a otros vecinos del edificio.
En un primer mensaje, es precisamente esta pareja la que se queja de que les hayan dejado una nota sobre sus conflictos domésticos en la puerta y hayan llamado a la misma para, después, irse «pitando». «La puerta no tiene la culpa», dice en el escrito, «si tienes algún problema lo hablas conmigo en persona. Lo que suceda de puertas para adentro en mi hogar no es el problema de nadie y, si te molesta el ruido o lo que venga a ti, no vivas en una comunidad de vecinos sino en una casa de campo donde escucharás los sonidos de los pajaritos cantar y piar».
En la misma nota, la pareja, además de quejarse de lo que parece considerar una intromisión en su intimidad, no duda en denunciar: «Mierda es el bloque, gente que alquila su vivienda, que esto parece el hotel Usuhaïa (no se sabe quién es vecino y quién no). Niños/chavales bajando las escalares a estampida, que parece esto salido de la película Jumanji».
Y el escrito acaba con lo que seguramente sea la clave del enfado: «No voy llamando a la policía para cuestiones absurdas ni voy cotilleando a otros vecinos de lo que sucede en casas ajenas».
Pocas horas después, los aludidos contestaron con otro escrito también pegado en la pared. En este caso, admiten que «nadie es perfecto» y que todas las parejas tienen peleas. Sin embargo, denuncian que «lo que no es normal es que lo hagáis a grito pelado». Añade que parecen «verduleros». Y advierte: «Los vecinos no tienen por qué aguantar los gritos de nadie y menos a altas horas de la noche. Todos trabajamos y tenemos derecho a descansar».
Y lo que parecía un mensaje conciliador, acaba siendo una provocación porque el autor no duda en recomendar a la pareja que se vayan «al bosque a gritar». Y añade: «Si estáis hartos vosotros el uno del otro, imaginaos nosotros, que tenemos que aguantaros gratuitamente».
El toma y daca, de momento, ha acabado con un nuevo mensaje de la pareja en el que acusan al vecino molesto de «falta de capacidad» de diálogo y de escribir cartas «incoherentes, basadas en la hipocresía y demagogia barata, llenas de contradicciones y faltas de respeto». En cuanto a lo de llamarles verduleros, dicen que «a mucha honra» y le piden que deje de golpear la puerta de su casa «como si de barrio bajo viniéramos». Y se despiden: «¡Harto te vas a quedar tú! Estimado vecino, porque a tu pesar nos vas a seguir viendo y escuchando hasta que el edificio deje de existir»
la vieja historia de siempre, ni contigo ni sin ti