Lo que ha sido su vivienda durante los últimos 50 años ahora está reducida prácticamente a escombros. Los obreros trabajan para tratar de convertir ese lugar impracticable en una vivienda habitable de nuevo, pero no es tarea fácil. Las puertas han desaparecido, porque se hincharon como consecuencia del agua, los electrodomésticos han quedado completamente inutilizados y prácticamente todos los enseres se han perdido para siempre. Un mes después de las fuertes lluvias que azotaron Ibiza el pasado 30 de septiembre, viviendas como la de Gonzalo y Claudia en los bajos del Edificio Brisol, luchan por volver a una normalidad que hoy sigue pareciendo lejana.
El agua desbordó hoy hace un mes el torrente de Sa Llavanera, muy próximo a la zona, y entró en esta urbanización de Talamanca, anegando por completo garajes, trasteros y las viviendas ubicadas en las plantas bajas. En los vídeos grabados por los propios vecinos se puede ver como las zonas comunes, como los jardines y la piscina, eran devorados por una corriente constante de agua marrón, que no solamente provenía del torrente, sino que brotaba del propio sistema de alcantarillado, completamente superado por las fuertes lluvias.
Aunque son muchos quienes han perdido sus vehículos, inmovilizados todavía en los garajes a la espera de la visita del perito, o todo aquello que tenían en los trasteros, la peor parte se la han llevado, sin lugar a dudas, los vecinos de las plantas bajas, que vieron como ese agua se adentraba en sus viviendas, superando el metro de altura. Apenas unos días después, el agua volvería a sus viviendas, con la nueva DANA. Aunque no tan devastadora con la anterior, volvería a superar el medio metro de altura.
Ahora, Gonzalo y Claudia han tenido que irse a una vivienda de alquiler ante la imposibilidad de seguir viviendo en la que ha sido su casa durante tantos años. De hecho él no puede ni trabajar -se encarga de una empresa de catering- porque no tiene un espacio para ello. Han perdido todo lo material que tenían en su vivienda, además de todo el gasto que han tenido que hacer frente debido a los desastres provocados por el avance del agua.: desde carpintería, fontanería, electricistas…
Seguros
Desde el consorcio de seguros les han proporcionado una ayuda de 15.000 euros, que aseguran que es completamente insuficiente para todos los gastos que esta situación les ha generado: «con lo caro que es todo, apenas nos da para cubrir un mes de todo lo que gastamos». Para su pareja, Gonzalo, una de las partes más dolorosa es el sentir que están solo frente a esta situación: «nadie ha venido aquí para ayudarnos, lo hemos perdido todo y nos han dejado solos».
Y es que su vivienda ha quedado completamente arrasada. Las marcas de agua son presentes, un mes después, como un triste recuerdo de aquellas inundaciones. En la terraza se acumula todo aquello que se intenta salvar, pero es difícil que quede algo útil. El agua lo ha pudrido casi todo de manera irreversible, sin hacer distinciones del valor económico o sentimental de los objetos.
A escasos metros de esta vivienda, en otro de los bajos, Nestor y su mujer también han vivido la triste experiencia de perderlo todo en apenas unas horas. En su casa, completamente impracticable, los obreros trabajan a toda prisa para tratar de que todo este listo en el menor plazo posible. El motivo es que ambos se han ido a vivir momentáneamente a la casa que un amiga les ha cedido, pero solo pueden quedarse ahí hasta principios de diciembre, ya que en ese momento esta vivienda se alquilará.
Estos vecinos coinciden en que las ayudas que han recibido por el momento son claramente insuficientes ante la situación que han vivido. Además, Nestor es especialmente crítico con la situación que ha llevado a que esta desgracia personal ocurriera: «se tienen que depurar responsabilidades. Hay un torrente que no estaba limpio como tocaba, donde se ha encontrado un tubo que nadie conocía. El alcantarillado tampoco funcionó como tocaba».
Fuera de la urbanización, los contenedores están completamente desbordados de todos los enseres que se han tirado en los últimos días, que casi no dejan entrar y salir a los vehículos de los parkings.
Precisamente esos parkings son una buena muestra más de todo lo perdido a causa de esas fuertes lluvias. Muchos de los coches, algunos de ellos prácticamente nuevos, están inutilizados, con las puertas abiertas. «Desde el consorcio de seguros nos han dicho que tenemos que llevarlo nosotros a peritarlos pero cómo vamos a llevarlos si los coches no arrancan por el agua», explica uno de esos vecinos.
Es Pratet
Otra de las zonas más afectadas por las fuertes lluvias fue el barrio de Es Pratet. Aunque las consecuencias personales fueron menores que en El Brisol, debido a que no hay viviendas en los bajos, únicamente comercios, los efectos de la DANA también se hicieron notar.
«Llegué a tener miedo, porque el agua no paraba de entrar y no sabíamos cuando iba a parar», explica Carmen Cárcel, propietaria de la pastelería Bon Gust. Según cuenta, con lo inundada que estaba la zona, el paso de los vehículos provocaba olas que cogían una enorme fuerza, y que llegó a arrancar de cuajo la puerta de su negocio.
En la misma calle de Pere Francès, Gamer, una tienda de pinturas, vivió también ese día una jornada dramática. Según cuenta Maite, su propietaria, el agua comenzó a entrar desde primera hora, como consecuencia de las lluvias que cayeron durante la noche. Cuando consiguieron achicar por primera vez el agua, volvió a llover, inundando otra vez el almacén. Volvieron a ponerse a achicar pero, un poco más tarde, en torno a las 12, volvió a llover, cada vez con más intensidad. «En ese momento nos dimos por vencido, porque no dábamos abasto. Nos fuimos a casa, cuando pudimos abrir la puerta, porque con la presión del agua no podíamos abrir la puerta». Ese día, tras muchísimo esfuerzo, lograron achicarlo y posteriormente limpiarlo para que, ese fin de semana, volviera a inundarse por las lluvias. A día de hoy, un mes después, siguen notando esos efectos.
CaleroTu eres imbecil. Te deseo lo peor tolai