Con 88 años, Josep Ribas ‘Costera’, más conocido como don Pep, ofició ayer su última misa en la iglesia de sa Cala, el lugar al que llegó en 1962, cuando ni siquiera se había finalizado la construcción de la carretera. En septiembre de 2024, este querido sacerdote recibió la Medalla de Oro del Ayuntamiento de Sant Joan y ayer volvió a quedar demostrado el cariño de todo un pueblo, puesto que fueron muchos quienes le acompañaron en esta última celebración religiosa.
Don Pep, que también estuvo en otras parroquias del municipio, reconoció que retirarse a sus 88 años «no me da pena ninguna porque he sido muy feliz en sa Cala».
«Cuando llegué, no había ningún hotel. No había nada. Una vez se acabó la carretera, después comenzó el desarrollo de sa Cala», recordó.
Don Pep ya avanzó que, una vez retirado, pasará el tiempo entre su Sant Antoni natal y la casa de retiro para sacerdotes que la Diócesis tiene en Vila, además de seguir visitando a sus amigos de sa Cala.
Consciente de que no es habitual estar en activo y oficiar misas a los 88 años, ‘Costera’ bromeó asegurando que, como nadie le dijo nada, él continuó en esta pequeña parroquia «porque estaba muy bien».
«Yo he estado diciendo misa a diario, pero la gente viene los domingos. Entre semana, suele venir una persona, dos o tres, e incluso a veces he dado la misa y no venía nadie», comentó.
Tras tantos años en Sant Joan, son muchos los vecinos a quienes ha bautizado, casado y despedido. Entre ellos, muchos extranjeros que eligieron en su día establecerse en el municipio.
En esta jornada tan especial, los obreros de la parroquia quisieron organizar para don Pep una comida de despedida, «aunque, sin ninguna duda, seguiré viniendo a sa Cala, porque estoy muy agradecido y la gente de aquí es muy buena».
El obispo Vicent Ribas quiso resaltar la figura de don Pep, que ha estado acompañando «fielmente» a los miembros de las tres parroquias donde, a lo largo de los años, ha ejercido el ministerio sacerdotal. «Ha estado toda una vida dedicada a estos tres pueblos, con una dedicación constante a tantas generaciones y es una figura muy importante en este municipio», destacó.
Desde ahora, será el párroco de Sant Joan, Freddimmir Villavicencio, quien se encargará de la iglesia de sa Cala, «aunque don Pep seguirá ayudando», puntualizó el obispo.
También la alcaldesa de Sant Joan, Tania Marí, destacó de don Pep que «su compromiso ha ido mucho más allá del ámbito religioso», puesto que ha participado activamente en la vida social, cultural y educativa del municipio, impulsando iniciativas que han marcado un antes y un después en el desarrollo de Sant Joan: desde llevar la luz eléctrica a Sant Vicent, hasta promover la construcción de un cine-teatro o trabajar de manera decisiva en la restauración y conservación de las iglesias, comentó Marí.
«Sin duda, se trata de un ejemplo de dedicación y servicio que ha dejado una huella imborrable en Sant Joan de Labritja. Don Pep representa valores como la constancia, la generosidad y el compromiso con la comunidad y su legado seguirá muy presente entre nosotros», manifestó la alcaldesa, quien también quiso dar las gracias al sacerdote «por ser durante tantos años una luz, un referente y un faro que ha ayudado a construir el Sant Joan que hoy conocemos».