La calle Bonico de ses Salines se tiñó de sangre en dos ocasiones. Mateu Ferrer Barceló, de 65 años, y Andreu Burguera Vidal, de 70, fueron asesinados en dicha vía aunque en años diferentes. El primero recibió un golpe mortal en 1984 y el segundo, que vivía a pocos metros de él, fue cosido a puñaladas en 1993. La Guardia Civil relacionó estos dos crímenes y apuntó a un hombre y su hijo, también residentes en esa calle, como supuestos asesinos, aunque nunca se pudo comprobar.
La Benemérita indicó como móvil del crimen "rencillas triviales". Así, se creyó que el primero discutió por cuestiones vecinales y de escasa trascendencia y que el segundo se quejó al padre del comportamiento de su hijo antes de ser asesinado.
Similitudes entre las víctimas
Las similitudes entre los asesinatos de Mateu Ferrer y Andreu Burguera, que al parecer se conocían entre ellos, son evidentes: ambos eran jubiliados, vivían solos y llevaban una vida solitaria.
Mateu Ferrer, conocido como 'xeremier', vivía solo en su planta baja y a finales del verano de 1984 los vecinos lo encontraron muerto en su casa. Hacía días que no sabían nada de él y una mujer reparó en que la entrada de la vivienda estaba llena de moscas. Al mirar por una rejilla vio el cadáver tendido sobre un gran charco de sangre. Un cerrajero abrió la puerta y varios vecinos estuvieron presentes en el levantamiento del cadáver, entre ellos el que fue el principal sospechoso. La autopsia detectó un golpe en la cabeza pero la muerte se achacó a un infarto. Años más tarde se reabrió el caso, al tener relación con el asesinato de Andreu Buguera.
Conocido popularmente como 'Busques', Andreu Buguera fue asesinado la noche del 21 al 22 de octubre de 1993. Según las investigaciones policiales, horas antes de ser asesinado, el pastor jubilado habría estado viendo un partido de fútbol en un bar cercano a su casa y, finalizado éste, regresó a su casa en una bicicleta, momento en el que fue interceptado por uno o varios individuos, siendo golpeado en la cabeza con un objeto contundente y asestándoles posterioremente 13 puñaladas que acabaron con su vida.
Horas después, uno de los hermanos de la propia víctima fue quien descubrió el cadaver, dando aviso inmediato a la Guardia Civil, que se hizo cargo de la investigación.