Alberto Barber Pons, preso en la cárcel de Palma después de que la Guardia Civil desarticulara en 1998 una red de narcos de la que formaban parte tres vecinos de Eivissa, negó en la investigación que se lleva a cabo que intentara sobornar a un magistrado del Tribunal Supremo para que se cambiara las penas que la Audiencia Provincial dictó en su día y en las que se condenaba a los participantes en un desembarco de hachís.
El jefe de los «narcos» fue excarcelado días atrás para aclarar supuestas maniobras realizadas para intentar influir en al menos un magistrado del Supremo, hecho que supuestamente también beneficiaría a todos los miembros de la banda, incluidos los tres vecinos de Eivissa que tripulaban el barco que descargó 2.600 kilos de hachís hace tres años en la costa menorquina. Barber Pons, sin embargo, aseguró durante los interrogatorios que no había realizado ningún tipo de maniobras y avaló sus afirmaciones explicando que durante estas fechas ya se le había comunicado que el Tribunal Supremo no había considerado a su favor los recursos que se habían presentado y que, muy al contrario, había ratificado las penas impuestas.
El jefe de la banda, desmantelada en la denominada operación «Palacio Marino» y saldada con 11 detenidos, recibió la máxima pena de todo el grupo que fue juzgado. Alberto Barber Pons fue condenado a seis años de prisión. Los vecinos de Eivissa, uno de ellos natural de la isla, por su parte, recibieron penas que van desde los tres años y medio de prisión hasta los cinco años de cárcel. Las investigaciones que se abrieron por la supuesta implicación de Barber Pons en un delito de cohecho vinieron motivadas tras localizarse indicios de que las supuestas maniobras que se han citado anteriormente se llevaron a cabo desde la misma prisión donde el recluso cumple su condena.
El cabecilla de la red llegó a evidenciar signos de hostilidad contra la tripulación del «Wawey Lines», el barco en el que iban los tres hombres que fueron detenidos en el aeropuerto de Eivissa cuando regresaban a casa. Según las escuchas que fueron mostradas en el juicio, el propio Barber Pons pensaba que sus «socios» ibicencos le estaban estafando y que le iban a traicionar con el alijo.