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Aumenta la tensión entre los vendedores africanos de Sant Antoni

Un numeroso grupo se concentró por primera vez en la madrugada de ayer en el Passeig de ses Fonts y por la mañana ante el Ayuntamiento contra la presión policial

Dos vendedores ambulantes ilegales, ayer, en el Paseo de ses Fons de Sant Antoni.

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Nunca hasta ahora se había producido una concentración importante de vendedores ambulantes en una situación delicada como la que se está dando en Sant Antoni al aumentar la tensión en el seno de este colectivo. Cerca de setenta vendedores se reunieron a primera hora de la madrugada de ayer en el Paseo de ses Fons, algunos con ánimos soliviantados, en una acción que motivó la puesta en marcha de un operativo policial de vigilancia montado de manera urgente y rápida por la Guardia Civil.

La reunión «improvisada» de vendedores volvió a producirse horas después, por la mañana, cuando otro importante grupo se manifestó delante del Ayuntamiento en defensa de lo que consideran sus derechos. Todas las fuentes consultadas, con explicaciones similares, coinciden en justificar que los vendedores ambulantes -sólo en Sant Antoni se cree que están operando ya alrededor de la centena- están «nerviosos» por la presión policial que están sufriendo.

El último capítulo de enfrentamiento directo habido con la policía en el que, como ya se informó ayer, un agente resultó herido de arma blanca en un tumulto, ha provocado más recelo entre los colectivos implicados. Las fuentes consultadas por este periódico coinciden en señalar en que este verano han aumentado espectacularmente el número de intervenciones de la Policía Local para combatir esta práctica, servicios que se están traduciendo en mayores aprehensiones de material y de droga en los distintos operativos que está montando tanto los funcionarios municipales como la Benemérita.

La «incomodidad» que están sufriendo los vendedores, en su mayor parte personas a las que también se relaciona con el tráfico de drogas a pequeña escala, se está traduciendo en este incremento de la conflictividad. En ésta converge el aumento de los controles, en los que los vendedores afirman que se está utilizando la violencia de manera desmedida, sobre todo por la Policía Local, y reclaman su derecho a defenderse.

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