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Fiestas Ilegales

«Ocurren cosas peores en una discoteca y sobre eso no se dice nada»

Uno de los «organizadores» de fiestas ilegales en Eivissa niega que se actúe por intereses económicos

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«La gente se atrincheró para que los guardias y la policía no llegaran hasta el DJ. Se pusieron agresivos, pero logramos que no llegaran hasta él. Luego, lo escondimos todo». Este es el testimonio de quien se presenta como Pedro. Afirma que siempre forma parte de la «organización» de las fiestas ilegales. Está en todas y también estuvo en Santa Agnès, en la que perdió la vida el joven argentino que se lanzó al mar desde un acantilado de 50 metros para darse una baño. «Fue un accidente que pudo ocurrir en cualquier sitio.

Es como lo de las drogas. En las fiestas hay familias enteras. Hay quien toma y quien no. Lo mismo que en una discoteca, habrá también quién haga negocio .la diferencia es que sobre la discoteca, donde ocurren cosas peores, nadie dice nada», comenta. Pedro dice que ni él ni sus amigos ganan un duro. «Nosotros nos buscamos la vida, trabajamos y ponemos el dinero porque queremos pasarlo bien.

No hacemos nada malo. No vendemos estupefacientes ni nadie viene a traficar. Vamos a oír buena música y a estar en un marco incomparable como las Puertas del Cielo, un sitio donde el mar y el cielo se confunden. Vamos a continuar haciendo fiestas», destaca. Pedro asegura que representa a un importante grupo, «cansado de la represión». «En Santa Agnès tiraron gases lacrimógenos cuando la montaña estaba invadida. Nos quitaron la luz y se creó una situación de pánico. Creo que no actuaron bien».

Un mundo que mueve siempre a 300 personas
«Viene todos los años gente hasta de Japón para asistir a las fiestas que hacemos en Eivissa. Esto no se puede perder», dice Pedro.
El joven que dice organizar fiestas en la isla explica que todos los años llegan a la isla unas 300 personas con este mismo objetivo. «Entre nosotros lo montamos todo». Al preguntársele por la presencia de turistas y de un posible negocio tras ello argumenta que «a nosotros no nos viene bien, pero se enteran. Una vez en la fiesta, no les vamos a decir que no. Nosotros no podemos saber quién los ha invitado y qué pueden traer». Pedro es una de las personas que pide, como hicieron varios jóvenes en la plaza del Parque, un sitio natural, donde sí se les autorice hacer fiestas.

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