Las últimas actuaciones policiales han puesto de relieve que la presencia de traficantes colombianos en Eivissa es un hecho que deja de ser algo esporádico. Varios grupos han sido desmantelados por la Guardia Civil desde la pasada temporada turística y tras ellos se han descubierto estructuras incipientes de organización apoyadas por inmuebles (pisos y locutorios) y sistemas de recepción y distribución para la droga entre los consumidores. Hasta ahora, la presencia de sudamericanos se ligaba más bien a personas que se limitaban a actuar de «correos» para traficantes españoles de la isla y luego, tras concluir su trabajo, se marchaban de Eivissa.
La investigación más reciente, en este sentido, ha permitido desmantelar, en un trabajo de varias semanas llevado a cabo por la Guardia Civil y concretado hace menos de un mes, a un grupo de ocho personas que ya contaba con toda la infraestructura necesaria. Cerca de 400 gramos de cocaína se aprehendieron en este operativo. Muchas de estas investigaciones han concluido precisamente en Sant Antoni, localidad donde el año pasado ya se produjeron, por primera vez en mayores proporciones, peleas entre grupos de ingleses y senegaleses, acciones que también derivaron en policías heridos y en el caso del joven caído de un sexto piso tras un «ajuste de cuentas».
Otras zonas donde se registran índices de alerta son Cala de Bou y ses Figueretes, según evidencian las mismas investigaciones policiales. Las reyertas en la temporada pasada comenzaron coincidiendo con un aumento de las detenciones entre vendedores senegaleses a los que se les sorprendía con pequeñas cantidades de éxtasis, además del habitual hachís que se les decomisaba en años anteriores. Ello constató que los africanos, presionados por la policía en la venta ambulante ilegal, optaron por entrar en el mercado del éxtasis.