De sus humildes casas cerca de Bucarets (Rumanía) a Austria, y de ahí por carretera hasta Barcelona, para luego llegar a Palma vía marítima. Ésa era la ruta que realizaban adolescentes rumanas que eran captadas y engañadas por una banda de trata de blancas que ha sido desarticulada por el Cuerpo Nacional de Policía. La operación, una de las más importantes relacionadas con la prostitución de menores, sigue abierta y se ha saldado de momento con ocho detenidos y numerosa documentación intervenida.
La organización cuenta con ramificaciones internacionales y los encargados de elegir a las víctimas en Rumanía tenían muy en cuenta que las adolescentes procedieran de familias muy pobres; de esta manera estaban casi obligadas a aceptar un trabajo en España, supuestamente como bailarinas o trabajadoras de bar. La banda les adelantaba 2.000 euros para el viaje y en Palma sus sueños se desvanecían rápidamente: eran escondidas en un piso de la calle Golfo de Vizcaya y luego, tras ser debidamente «aleccionadas», entraban a trabajar como prostitutas de alto standing en un burdel de Cala Gamba. La policía ha averiguado que el principal reclamo era precisamente su edad.
En este sentido, los proxenetas insistían en sus «charlas» con las extranjeras en que debían mentir siempre sobre ese detalle, en el caso de ser paradas en la calle por la policía. En caso contrario, les advertían, tendrían problemas. Hace algunos días, una llamada telefónica puso sobre la pista a los agentes de la UCRIF (Unidad Contra las Redes de Inmigración y Falsificación) de la Brigada de Extranjería, que abrió una investigación y encontró a tres de las menores. Una de ellas había conseguido huir y deambulaba por Palma. La operación, según fuentes judiciales, fue espectacular, ya que algunos de los detenidos iban armados y la policía actuó sin miramientos, encañonándoles para evitar que pudieran resistirse. A partir de ahí 'cayó' el resto de implicados.