Las Pitiüses entraron a formar parte del Programa Fénix hace cuatro años cuando el Departamento de ADN-Biología e Identificación del Servicio Criminalístico (Secrim) de la Guardia Civil, a instancias de la unidad de Policía Judicial de Eivissa, requirió al juzgado la exhumación de cuatro cadáveres enterrados en la isla cuya identidad aún sigue siendo una incógnita.
Desde entonces, otros ocho casos de cuerpos y restos humanos encontrados sin pistas claras sobre ellos se han tramitado. Gracias a esta base genética imperecedera, dos de estas personas sí pudieron ser reconocidas.El resto espera atrapado en el tiempo con la esperanza de que una pista y un familiar que aporte muestras suyas sirvan para que su memoria pueda descansar plenamente.
Ninguno de los casos registrados tuvo muerte por una mano criminal. La mayor parte de ellos corresponden a personas que se cree perecieron ahogadas, por causas accidentales o enterradas hace muchos más años de los que cualquiera pueda recordar. Así, entre estos últimos, figuran unos restos de un varón hallados en s'Espalmador y que no se descartan pertenezcan a un púnico.
Los casos más antiguos elegidos para el Programa Fénix se refieren a tres varones y una mujer hallados entre 1990 y 1991 en la costa. La base genética guarda celosamente los datos de un hombre que apareció flotando el 5 de julio de 1991 a una milla del puerto de Sant Antoni. También custodia el ADN de otro cadáver hallado el 13 de noviembre de 1990 entre s'Espalmador y sa Platja de Llevant. Ambos cuerpos fueron exhumados respectivamente del cementerio viejo de Eivissa y del de Sant Antoni cuando el juzgado dio luz verde a la petición efectuada por la Guardia Civil. El Programa Fénix, sin embargo, no pudo contar con los restos de la mujer aparecida en aguas de Migjorn el 29 de diciembre de 1990. Sus huesos no pudieron ser localizados con certeza del osario común del cementerio de ses Figueretes. Sin embargo, sí se pudo con el cadáver de otro hombre que se recuperó el 26 de diciembre de 1991 en Benirràs y al que se dio acogida en el camposanto de Sant Miquel. La incógnita sobre dónde cayeron al mar es aún tan misteriosa como la de los nombres que hay tras ellos.La unidad de Policía Judicial de la Guardia Civil de Eivissa no se encontró hasta diez años después con restos cuya identificación fuera materialmente imposible.