«El acusado, obsesionado con que le había sido infiel, discutió fuertemente con ella, preguntándole repetidamente qué es lo que había hecho durante su ausencia al tiempo que la sujetaba fuertemente por los brazos, zarandeándola. Todo ello a la vez que le mordía los dedos, le tapaba fuertemente la boca para que no pidiera auxilio, al tiempo que llegó a introducirle un trozo de sábana en la boca. Toda esta situación se prolongó por espacio de más o menos de una hora».
La jueza Martina Rodríguez, responsable del juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa, recoge así como probados los hechos que han llevado finalmente al banquillo a un vecino de Eivissa de 34 años acusado de maltratar durante ocho meses a su pareja.
Éste fue denunciado después de que la comunidad de vecinos en la que la pareja vivía, harta de las continuas broncas que se producían en el domicilio (algunas de ellas a altas horas de la madrugada), instara a la víctima a que llevara a los tribunales lo que estaba ocurriendo. En la sentencia, la jueza Rodríguez impone penas por malos tratos que en su conjunto suman tres años de prisión.
Esta sentencia se basa no sólo en los continuos malos tratos que se le atribuyen al acusado sino también en dos capítulos de violencia doméstica que también han merecido sendas penas. El imputado, con problemas con las drogas y el juego, tampoco podrá acercarse o comunicarse con su ex pareja ni con la hija de ésta durante cinco años.
La propia víctima aseguró en el juicio las buenas relaciones de su hija, de 4 años, con su entonces compañero. Sin embargo, en la sentencia se recoge la situación de la pequeña.De esta manera, se hace referencia a un vecino que testificó en la vista. «Eran tales los gritos de miedo y angustia y el llanto de la niña que si hubiera podido hubiera entrado en la casa», argumenta la magistrada. Ante ello, el presunto maltratador afirmó que las discusiones eran mutuas sin que mediara agresión alguna: «¿Qué saben los vecinos de lo que ocurre tras las paredes? Después de estas broncas, estamos fenomenal en la cama».
La realidad que se recoge por la sentencia es bien distinta. Los vecinos, que declararon masivamente en el juzgado cuando se detuvo al sospechoso tras la última pelea el pasado 10 de septiembre, atestiguaron que vieron varias veces a la víctima cubierta con gafas de sol y con moratones en el cuerpo que evidenciaban agresiones. La afectada, incluso, tuvo que pedir la baja voluntaria al no poder asistir al trabajo.
Informe médico
Un reconocimiento médico al que se sometió a la mujer en es Viver
acreditó «policontusiones, edemas y mordeduras, intensa ansiedad y
agitación con ideas depresivas». La última pelea, la que motivó la
detención, tuvo lugar después de que el acusado se gastara todo el
dinero que había en la casa en las máquinas tragaperras y su
compañera se lo reprochara. Cinco días antes ocurrió el episodio en
el que elacusado retuvo durante a una hora en su pareja
introduciéndole un trozo de sábana en la boca para que no gritara.
Días antes, el día 15 de agosto, se había producido otro capítulo
del que informó la policía, pero, entonces, la afectada tampoco
quiso denunciar.
La jueza concluye que no se puede aceptar la eximente incompleta por adición a las drogas porque «el propio texto legal prevé que si se conoce el resultado de lo que pasara,y el acusado lo sabe no puede apreciarse atenuación alguna.