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Amigos y familiares del desaparecido en Tailandia mantienen la esperanza

Un hermano viaja hacia Bagkok para encontrarse con su cuñada y su sobrina y buscar algún rastro de Manel Vila, arrastrado por un tsunami

Cristina Tur y Antoni Tur atendieron a los medios de comunicación a su llegada al aeropuerto de Eivissa. Foto: GERMAN G. LAMA

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Familiares y amigos de Manel Vila Peris, el empresario de Santa Eulària de 51 años que desapareció en Tailandia arrastrado por un tsunami el pasado domingo, mantienen la esperanza de que se encuentre vivo en algún centro médico de la zona y que, por alguna razón, no pueda comunicarse con ellos. «Pienso que sí debemos tener esperanza, porque podría estar herido en algún hospital y no puede hablar», dijo ayer desde Madrid uno de los amigos del desaparecido. Pero también son conscientes de la magnitud del desastre y de las pocas posibilidades que existen de que Vila lograra sobrevivir a la ola -la primera de todas-que lo arrastró mar adentro según su esposa, Monika Sandberg, de nacionalidad sueca y también residente en Santa Eulària, que se encuentra a salvo pero herida de consideración en un pie y pendiente de ser repatriada e intervenida quirúrgicamente. Ana, la hija de ocho años del matrimonio, se encuentra a salvo e ilesa gracias a la ayuda de unas turistas suecas que la encontraron en medio del desastre y se han encargado de llevarla junto a su madre. Ahora, los amigos de la pareja están intentando acelerar al máximo la repatriación de la madre y su hija, sobre todo para que Sandberg pueda ser operada en Europa. A última hora de ayer llegó a Bangkok el hermano de Manel Vila, que ha volado a Tailandia para intentar localizar al desaparecido y reunirse con la niña y su madre, que se encuentra en estado de shock. La pareja se encontraba de vacaciones con su hija en la zona costera de Khao Lak cuando llegó un tsunami de unos seis metros, según explicó ayer Ramón Barreiro, amigo de Vila que ha podido hablar con la esposa de éste. Sandberg, hospitalizada en Bangkok, ya ha narrado a las autoridades españolas lo que le ocurrió a su marido y es ésta la única información con la que cuenta el Gobierno. En el Ministerio de Asuntos Exteriores no tienen noticia de que haya españoles fallecidos en ninguno de los países afectados por el gran terremoto y los tsunamis que ha provocado, aunque sí tienen constancia que por esta zona del sureste asiático hay unos 400 españoles, entre ellos varios ibicencos. El Gobierno dijo ayer que hay, oficialmente, siete españoles desaparecidos. No hay constancia de que ninguno ibicenco esté herido, aunque este diario sí ha tenido noticias acerca de que los familiares de una joven barcelonesa que reside por temporadas en la isla están intentando, por ahora sin éxito, ponerse en contacto con ella. Los problemas para comunicarse con la zona agravan aún más la preocupación de los familiares de los turistas que se encontraban de vacaciones en cualquiera de los países del golfo de Bengala. Se tiene constancia de que al menos otros cuatro ibicencos más se encontraban en el sureste asiático cuando se produjo el seísmo, que alcanzó los 8,9 grados Richter, y también de que se encuentran fuera de peligro. La pareja formada por Cristina Tur y Antoni Tur escapó por muy poco del desastre y anoche llegaron a la isla. Jordi Fernández Riera y su madre, que el pasado domingo se encontraban en Bali, han conseguido hablar con sus familiares en España y han explicado que se encuentran sanos y salvos en la capital tailandesa. El portavoz del Consell Executiu, Joan Marí Tur, y el conseller de Bienestar Social, Vicent Serra, explicaron ayer que la máxima institución insular está en contacto con las ONG de la zona para coordinar las ayudas que se enviarán desde Eivissa a través del Fons Pitiús de Cooperació, informa Europa Press. Marí Tur se mostró pesimista en cuanto a las posibilidades de encontrar con vida al empresario. «Poco podemos hacer, ya que las previsiones no pueden ser más pesimistas, pero intentaremos ver como podemos ayudar a su familia», declaró. Cáritas ha puesto en Eivissa varias cuentas bancarias a disposición pública para recabar fondos para la zona devastada.

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