Varios centenares de personas acudieron ayer a la iglesia de Sant Jordi para despedir a Antonia Prats Riera, que falleció el pasado jueves a los 62 años en el hospital de Barcelona en el que convalecía de las heridas sufridas en el crucero «Grand Voyager». Amigos y familiares llenaron por completo la iglesia y muchos tuvieron que quedarse fuera durante la ceremonia. Tras la misa decenas de personas acompañaron a la familia de Prats hasta el cementerio, donde se le brindó el último adiós. A la ceremonia también acudió el grupo de amigas ibicencas con el que Antonia Prats realizó el malogrado crucero en el «Grand Voyager», y que ya anunciaron medidas legales contra el capitán del barco e Iberojet, al igual que la mayor parte del pasaje. Durante las horas que este barco pasó a merced del temporal, la noche del pasado 15 de febrero a unas 65 millas al oeste de Menorca, sufrieron heridas varios pasajeros, pero fue Antonia Prats la que resultó peor parada. A causa de un golpe sufrió una fractura de peroné y, en cuanto el barco tocó tierra, fue ingresada en el hospital Marino de Cagliari, la capital de Cerdeña, donde fue intervenida quirúrgicamente. En este mismo hospital fue ingresada también la también ibicenca Carmen Serra, que sufrió un amago de infarto al corazón.
Pocos días después, Antonia Prats regresó a España y fue trasladada al hospital Sagrat Cor de Barcelona, donde ha estado ingresada más de un mes hasta su fallecimiento. Junto a Antonia Prats y Carmen Serra, en el «Grand Voyager» viajaban las también ibicencas Eulalia Tur, Rafael Ruiz, Isabel Marí y Alicia Lorenzo.
Además de este grupo en el barco también iba junto con sus nietas la residente en la isla Maite Savater, que resultó muy afectada psicológicamente por las cerca de 30 horas en las que los 800 pasajeros y tripulantes del crucero llegaron a temer por sus vidas.