Balears lidera, junto a otras cinco provincias y territorios administrados por el Estado español, el ránking de sentencias condenatorias a menores de edad. Así lo reflejan las estadísticas judiciales del año 2004 publicadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE). En concreto, las estadísticas judiciales, que son las últimas disponibles que recogen los datos comparativos de los diferentes territorios del Estado español, señalan que durante 2004 hubo 603 sentencias condenatorias de menores en Balears. Esta cifra supone que tres de cada 1.000 menores de nuestra comunidad autónoma fueron condenado por un juzgado en el año 2004. Esta proporción de condenas sólo se ve superada por la de Ceuta, donde 11 de cada mil menores fueron condenados durante 2004; por la de Segovia (donde en 2004 hubo 3'4 sentencias condenatorias por cada mil), y por las de Càdiz, Ciudad Real y Melilla.
Por contra, Balears queda mucho lejos de situaciones como la de Navarra y Cuenca, donde no hay ni siquiera una sentencia condenatoria por cada mil menores (0'93 en Cuenca y 0'97 en Navarra). Igualmente, la situación de Balears es sensiblemente peor que en el conjunto del Estado, donde tan sólo hay 2'11 condenas por cada mil menores. Por otra parte, las estadísticas judiciales del año 2004 también recogen el número de menores que se han beneficiado de sentencias absolutorias.
En concreto, según el INE, 88 de los 691 menores fueron sentenciados en el año 2004 con una absolución. En este caso, el número de absoluciones es también de los más altos del Estado y sólo en Madrid, Barcelona, Sevilla y Málaga hubo más sentencias de este tipo. Esta situación coincide con otros indicadores de la población infantil y juvenil de Balears que se han publicado durante los últimos tiempos y que añaden preocupación a la situación. De hecho, nuestra comunidad autónoma también se encuentra entre los territorios con más alumnos que fracasan en la escuela y que más pronto se inician en el consumo de alcohol y de drogas. Igualmente, también lidera Balears el porcentaje de población infantil inmigrante, que en muchos casos crece en hogares que todavía no se han integrado en nuestra sociedad.