Antonio M.S., de 31 años, se sentó ayer en el banquillo para enfrentarse a una acusación de homicidio por imprudencia que le puede costar una pena de dos años de prisión.
Él era la persona que en septiembre de 2004 conducía un Seat Marbella en el que iban otros tres jóvenes y que volcó en la carretera de Santa Gertrudis a Sant Mateu, poco después de las ocho de la mañana, al salirse de una curva después de una noche de fiesta. El accidente se saldó con la muerte de José Antonio Ribas Juan, quien presumiblemente no llevaba puesto el cinturón de seguridad.
El acusado aseguró que la culpa del accidente la tuvo el sol, que lo deslumbró. La Guardia Civil consideró esta hipótesis poco factible y atribuyó más bien el siniestro a la velocidad inadecuada a la que rodaba el conductor. Antonio M.S. dio negativo en la prueba de alcoholemia aunque en su coche se encontró una botella de hierbas y uno de los ocupantes dijo haberle visto beber durante el trayecto.
Según este informe, ratificado ayer por un agente de Tráfico que elaboró el atestado, el vehículo atravesó diez metros antes de chocar sucesivamente contra un talud y un muro, acciones que motivaron nuevos vuelcos y el arrastre del automóvil contra el firme durante 31 metros. «No había huellas de frenada», explicó a la responsable del juzgado de lo Penal 2 de Eivissa, la magistrada Martina Rodríguez, el agente durante su declaración. El indicado aseguró, además, que era la primera vez que atravesaba esta carretera. En el mismo siniestro resultaron heridos dos italianos, un chico y una chica. «Le advertimos varias veces que iba demasiado rápido. Nos dijo que no nos preocupáramos porque él sabía conducir muy bien. Íbamos por lo menos a 80 km/h cuando tomamos la curva. Volvíamos de fiesta, con la música alta, y él quería demostrar sus aptitudes», relató el italiano que viajaba con el acusado.