M.C.R.R., vecina de Eivissa, se encontró con una desagradable sorpresa un año después de que el banco le enviara por error una tarjeta de crédito que realmente no le pertenecía. Durante este tiempo la tarjeta 'durmió' entre sus pertenencias, hasta que el pasado lunes deparó en ella y decidió aprovecharla para adquirir un televisor y una antena en un establecimiento de la Avenida de España, una compra en la que se invirtieron 1.400 euros.
Horas después la policía se ponía en marcha para localizarla. Todo ello después de que apareciera un «agujero» con igual cantidad en la cuenta corriente de una vecina de Santa Gertrudis, también ibicenca, con un nombre de pila idéntico y sólo un apellido distinto a la poseedora de la tarjeta y, que, para más coincidencias, también empezaba por la letra R., y ésta interpusiera una denuncia al sentirse estafada.
El entuerto quedó aclarado ayer en el juzgado de guardia. Una confusión bancaria, por la similitud de nombres, tuvo la culpa. Un responsable de la entidad bancaria se responsabilizó de todo lo ocurrido y, con la transparente declaración de ambas afectadas, se dio carpetazo al asunto.