Juan Manuel Miranda y su compañero de lucha Juan José Peciña abandonaron ayer su huelga de hambre junto a la puerta del juzgado tras siete días sin ingerir alimento sólido. «Hemos ganado una batalla pero no la guerra», recordó Peciña antes de fundirse en un abrazo con Miranda.
Ambos decidieron poner fin a su aventura después de que su abogado les informara de que ya tenía en su poder el escrito por que se dictaba la apertura de juicio oral por el que un juzgado de lo Penal de Eivissa verá el derrumbe del edificio de la agencia Barceló, un suceso ocurrido hace ocho años y por que, según ha trascendido ahora, tendrán que responder tres personas. Se espera que en diez días, acabados los plazos tras esta resolución, se sepa la fecha exacta de la vista oral.
Tanto la acusación particular que representa a Miranda como Peciña, como el fiscal han coincidido en su estrategia, según explicó Santiago Lucas, abogado de los huelguistas, aunque otros letrados intentaron la conclusión del proceso mediante una demanda civil en la que había una docena de abogados personados. Las partes piden que un constructor, un representante directo de la agencia Barceló y otro encargado de la gestión de inmuebles de esta sociedad comparezcan en el juzgado como responsables de un delito de daños por falta de licencia e irregularidades en el proyecto. Se enfrentarán cada uno de ellos a una multa de 36.000 euros y a pagar en su conjunto una indemnización a los afectados próxima a los tres millones de euros. Los acusados tienen ahora cinco días para depositar la fianza que avale su multa o serán embargados.
«Acabo de llamar a la primera adjunta del defensor del Pueblo, María Luisa Cava de Llano, para darle la noticia. Su investigación continúa. Esto ya no se detiene. Si nos vuelven a engañar, siempre podemos volver pero por ahora basa», dijo Peciña, vecino ahora de Sant Antoni.
«De aquí nos vamos a Cáritas a entregar todo lo que nos ha dado la gente, sobre todo bebidas isotópicas y líquidos. Empezaremos con caldos hasta que nuestro cuerpos se normalicen», dijo ayer uno de los huelgusitas antes de desmontar lo que ha sido su «hogar» durante la última semana. Ambos volverán enseguida al juzgado. Esperan, sin embargo, no hacerlo para retomar la huelga sino para entregar en el decanato las cerca de 2.000 firmas de apoyo que han ido recogiendo después de que cientos de personas se hayan acercado a ellos para mostrarles su solidaridad.