Javier Rodrigo de Santos no aguantó la tensión la sesión en la segunda jornada del juicio por malversar dinero público en clubes del alterne. El duro alegato del fiscal Juan Carrau hizo mella en el acusado, que se derrumbó en la sesión y rompió a llorar cuando su defensor iniciaba su discurso de conclusiones. El estado emocional del ex concejal llevó a que el presidente de la Sala, el magistrado Carlos Izquierdo, de acuerdo con las partes, decidiera suspender la sesión, que se reanudará esta mañana.
El fiscal Juan Carrau modificó a la baja la petición de cárcel para el ex responsable de Urbanismo de Cort. La acusación sí mantiene el tipo de delito y sólo admite el atenuante por la devolución del dinero. El cambio sí que afecta a la valoración de la pena, que pasa a ser de tres años y medio, cerca del mínimo de tres previsto por el Código Penal para ese delito. En su escrito inicial, el Ministerio Público solicitaba una condena de cinco años de prisión. La defensa también cambió sus conclusiones. En su calificación definitiva, pide que se condene a De Santos por el menor delito de malversación previsto por la ley, que implica sólo una pena de multa.
En su intervención, de más de tres cuartos de hora, Carrau aseguró que: «No pido una condena ejemplar. no es hacer un escarmiento, el acusado se ha llevado mucho dinero y ha hecho lo posible para que no le pillaran y le hemos pillado». La acusación centró buena parte de su alegato en la drogadicción de De Santos. «El acusado ha mentido, era por sexo por lo que estaba pagando. Si era adicto a la cocaína y se gastaba el dinero en El Corte Inglés o en sexo no tiene por qué tener ese atenuante. Se gastaba el dinero en lo que quería», aseguró el fiscal. Para respaldar que De Santos destinó los fondos públicos para pagar servicios sexuales, recordó que Casa Alfredo cobró el IVA a acusado. «¿Han visto ustedes a algún traficante que pase el IVA?», se preguntó. También negó que hubiera confesión por parte de De Santos e incidió en que el ex edil sólo reintegró el dinero cuando fue descubierto: «Este señor no pensaba devolver el dinero, hasta que no le pillan, nada». Incluso aludió al poder adquisitivo del imputado, capaz de abonar el dinero cuando fue descubierto y de pagar una clínica de desintoxicación privada, para argumentar que no necesitaba usar la tarjeta de Cort para pagar la droga.
Al abogado defensor de De Santos, José Ignacio Herrero, apenas le dio tiempo a comenzar. Cuando iniciaba su intervención, se oyó un gemido en el Tribunal y el acusado rompió a llorar con la tensión acumulada de dos días de juicio.
Javier Rodrigo de Santos sabía que lo que hacía en Casa Alfredo estaba mal, pero no era capaz de reprimirse por su adicción a la cocaína. Todos los peritos que comparecieron ayer en el juicio por malversación de fondos contra el ex concejal coincidieron en que se trata de un adicto a la cocaína. Según el coordinador de la clínica de desintoxicación en la que sigue tratamiento: «Esta adicción no le hace perder su juicio crítico sobre la realidad. Sabe lo que está bien y lo que está mal, pero tiene dificultades para controlar sus impulsos y eso le puede llevar a conductas penales».
Los forenses que le examinaron en Palma mantienen criterios similares: «El acusado tiene un trastorno de dependencia que le hace exagerar ciertos rasgos de su personalidad y le lleva a perder el equilibrio, aunque no es una enfermedad que le afecte a la conciencia», señaló una de las médicos que le examinaron.
Los expertos vinculan la actividad sexual del ex concejal con este trastorno de personalidad por la adicción. Así, la cocaína tiene un efecto euforizante y desinhibía al ex edil. Además, éste tiene una personalidad hedonista y busca experiencias nuevas, rasgos acentuados por la adicción a las drogas.
Los informes sobre la adicción de De Santos se basan en su propio testimonio y dos pruebas, el análisis de sus cabellos y el estado de su nariz. El ex edil, según manifestó uno de los médicos que le examinó en Madrid, tiene una necrosis en las fosas nasales causado por el abuso de la cocaína. El forense toxicológico que examinó sus cabellos concluyó que era una consumidor habitual de cocaína. Esta prueba, sin embargo, sólo se refiere un periodo de seis meses ya que el cabello de De Santos entregado para la muestra tenía una longitud de seis centímetros; uno por mes.