Un educador social de Barcelona de 35 años, padre hace siete meses de un hijo, se enfrenta a siete años de prisión después de que un desliz durante una crisis con su actual pareja en julio de 2008 le haya costado, por lo menos, una acusación por una presunta agresión sexual. La denunciante, una turista británica de 29 años que llevaba cuatro veranos visitando Santa Eulària, ratificó ayer ante la Audiencia Provincial que había sido forzada por este hombre en la cubierta de un barco amarrado en el puerto deportivo de esta localidad pese a no presentar lesiones que evidenciaran este tipo de agresión.
La presunta víctima, que amplió la declaración que hizo en su día ante el juez, esta vez por videoconferencia, aseguró que no prestó resistencia alguna porque no sabía nadar y tenía miedo de caer o ser tirada al agua. Reconoció, además, haber besado al acusado cuando se iba del barco pero precisó: «Tuve miedo a que él me volviera a atacar y por eso lo hice».
Sin preservativo
El sospechoso se declaró por completo inocente de la violación y destacó que fu él mismo el que decidió interrumpir las relaciones sexuales que estaba manteniendo con la turista, a la que había conocido apenas una hora antes en un bar del puerto deportivo, porque no tenía preservativo y al pensar en su mujer, persona que lo acompañó ayer al juicio. «Y que, como yo, está viviendo toda esta situación», señaló el acusado. Los hechos enjuiciados tuvieron lugar sobre las cuatro de la madrugada del 11 de julio de 2008. La denunciante afirmó que aceptó la propuesta de subir a bordo buscando un aseo porque el del bar estaba «muy sucio».
Según ella, una vez, en cubierta, el sospechoso la empujó al suelo y la penetró. Tras acabar, el el educador social dejó que se marchara, se fumó un cigarro y luego se reunió con ella en el bar. «Esperé en el locl a la Guardia Civil cuando me dijeron que había dicho que la había violado. Me pareció todo surrealista», explicó el acusado.