Poco después de las nueve de la noche de anteayer un cap de fibló que según parece se formó en la bahía de Portmany tocó tierra por la playa de es Pouet, exactamente a la altura del restaurante las Dunas. En apenas un minuto y medio causó un impresionante destrozo en una zona de 20 hectáreas, aproximadamente, según los cálculos del jefe del Parc de Bombers del Consell d'Eivissa, Miguel Sevilla. Nadie resultó herido. Los escasos viandantes que a esa hora pasaban por esta zona turística que en noviembre tiene aires de ciudad abandonada corrieron a refugiarse sin saber muy qué ocurría. Unos pensaron en explosiones, otros en helicópteros. Cuando todo pasó quedaron perplejos. Arboles de más quince metros de altura, de metro y medio de diámetro, aparentemente centenarios, arrancados de cuajo, cada uno en una dirección, como si no fueran gigantes. Más de cien árboles, pinos y algarrobos.
El cap de fibló trazó tres vectores, según Sevilla, tres líneas de destrucción en las que volaban ramas, sillas, mesas, ladrillos, gatos y todo lo que podía arrancarse de su sujección.
Playa desaparecida
Las olas cubrieron la playa. La arena desapareció. El remolino volaba cargado de agua de mar. Los tendidos eléctricos chisporroteaban. Los árboles cayeron sobre los cables, y cerca de un millas de personas se quedó sin electricidad. Cuando el tornado desapareció, la oscuridad no era total, pues sorprendentemente las farolas del paseo de la playa de es Pouet alumbraban.
La zona del desastre es justo la intersección de los municipios de Sant Antoni y Sant Josep, es decir, Port des Torrent y Cala de Bou. Las dos calle más afectadas, Sol Sortint, del Retir y d'Alaba. Los jardines de las casas, irreconocibles. El restaurante Sol y Sombra, enterrado en ramas.
Algunos vecinos no pudieron acceder a sus casas hasta que los bomberos no les abrieron paso. Buena parte de los muretes de ladrillo que recorren el paseo marítimo quedaron destruidos en mayor o menor medida.
Unos okupas que viven junto al restaurante las Dunas fueron testigos excepcionales de la entrada a tierra del torbellino. «Duró menos de dos minutos», recuerda él, «al principio pensé que era un helicóptero». Después comenzó su andadura hasta llegar a la zona de los almacenes de los autobueses y de la Ford y allí se diluyó.
Los bomberos trabajaron durante toda la noche en turnos de seis hombres. Cortaron o retiraron más de cien árboles, algunos de ellos tan grandes que dieron más de dos horas de trabajo.
El trabajo de las Policías Locales de Sant Antoni y Sant Josep y de los voluntarios de Protección Civil de ambos municipios fue constante también a lo largo de la noche y toda la mañana y parte de la tarde de ayer.
Tras el paso del cap de fibló hubo que cortar al tráfico la carretera que enlaza Sant Antoni con Sant Josep y también la avenida Doctor Fleming.
Fuentes de Protección Civil y de los Bombers del Consell d'Eivissa calificaron el cap de fibló que anteanoche barrió la zona de la playa de es Pouet como uno de los más fuertes que se recuerdan en la isla. No lo fue tanto, eso sí, como el que en 1998 azotó el área de Cala Vedella. El jefe de Bomberos, Miguel Sevilla, recordó que en aquella ocasión los grandes árboles arrancados llegaron a mover el suelo de forma que algunas casas, construidas en pendiente, variaron su posición. Según los bomberos es muy difícil calcular la velocidad del viento del cap de fibló de anteanoche.