Entre los años 40 y 90 las aguas gallegas vomitaban cajas de tabaco que se varaban en las playas. En los 80 comenzaron a vomitar fardos de cocaína. Nuevas costumbres, nuevos vómitos. El mar dejó de regurgitar cocaína gracias al tesón de las famosas [nunca suficientemente valoradas] madres coraje y al valor de un juez.
En Eivissa. Ya hace mucho tiempo que, como la Galicia de los 80, el mar ibicenco vomita, de vez en cuando, fardos de cocaína. Es uno de los frutos del mar pitiuso.Ahora de la tierra brotan pastillas de éxtasis.
De paseo. Se recoge lo que se siembra. En agosto un paisano se encontró 4.000 pastillas de éxtasis. Esta semana otro se topó con más de cien mil semi enterradas. Los frutos del verano. No son estos los únicos, porque también este año otros dos senderistas paseaban por el campo cuando se encontraron dos cadáveres. Uno en una vieja caseta de peón caminero del que aún no hay noticias. No se sabe ni quién era ni por qué lo mataron.
Torturado. El otro cadáver fue hallado, con signos de tortura, en la zona de Benimussa. Aún no se ha informado sobre su filiación, pero en este caso parece que las cosas están más claras. Este hallazgo tiene que ver con los frutos del mar y la tierra de Eivissa.
Nuevos cultivos. No puede decirse que en las altas esferas exista un interés para que Eivissa abandone este tipo de cultivos y desarrolle otros menos truculentos. Por el momento, la cosa aquí no es tan grave como en la Galicia de los 80. Ni los políticos de la Península, ni los insulares, y tampoco la sociedad ibicenca, están por la labor de luchar en Eivissa contra el tráfico de drogas y sus sangrientas consecuencias como se hizo en su momento en Galicia. Los medios con los que cuentan las fuerzas de seguridad en la isla son escasos, aunque ha habido épocas en que han sido aún menores.